viernes, 30 de diciembre de 2016

Por los Albos de Saliencia

“Autores hay que dicen que la primera aventura que le vino fue la del puerto Lápice, otros dicen que la de los molinos de viento; pero lo que yo he podido averiguar en este caso y lo que he hallado escrito en los anales de la Mancha es que él anduvo todo aquel día y, al anochecer, su rocín y él se hallaron cansados y muertos de hambre; y que, mirando a todas partes por ver si descubriría algún castillo o alguna majada de pastores donde recogerse y adonde pudiese remediar su mucha hambre y necesidad, vio, no lejos del camino por donde iba, una venta, que fue como si viera una estrella que no a los portales, sino a los alcázares de su redención le encaminaba”
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha.

26 de diciembre de 2016

Pocos lugares hubiere en este mundo que acumulen más encantamiento que los Lagos de Saliencia. En este dominio de los osos, si uno los combina con sus Albos cual torreones desde los que otear sus alrededores, sus simas cual furacos amenazantes que llamarte parecen hacia su interior, tal lugar alcanzar un nivel de esplendor, belleza y atracción difíciles de alcanzar en ningún otro.


Porque la escasez de nieve no animaba en tratar de buscar alguna otra tentativa, le propongo a Stelvio xatada importante que nos permita enlazar aquello que por separado ya fue visitado en anteriores ocasiones. Ahí es cuando uno se percata de la referencia que cada montaña del entorno mantiene respecto a las próximas.



Distancia recorrida: 18,24 km.
Desnivel acumulado: 1.181 m.





Las ocho de la mañana serían, cuando el sol, esta vez sin nubes que lo cubrieran, con luz escasa y templados rayos dio lugar a Jorgito Stelvio y el Trasgu para que sin calor y pesadumbre se adentrasen en tan admirable y atrayente mundo aconteciendo en el modo siguiente.



 Desta forma emprenden su camino con grandes ambiciones, inmensas intenciones y sin rumbo fijo ambos montañeros. Por delante Picos, Lagos, Furacos y Collados les esperaban, entre los cuales tendrían que elegir mientras las horas del Sol les permita decidir el camín a seguir.


Ya en el primer tramo de la mañana, los lagos van gobernando el camino que ambos seguirán, decidiendo incluso en algún momento por ellos, sin que su voluntad pueda oponer resistencia a ello ante lo mostrado como cebo delante de ellos en todo momento. Desta manera Lago de la Cueva, Cervéiriz y Cebolleu gobiernan su voluntad, adentrando, cual canto de las sirenas a Ulises, a ambos montañeros en lo profundo de aquel mundo.


Admirando la Cueva, y dejándose guiar por un Cervéiriz, el cual parecía haberse congelado para permitir su paso por encima y, desta manera, alcanzar leve cuenca en su ladera que diera acceso a ambos a la cuerda cimera de Albos y Pico Rubio… ambos montañeros se ven encaramados a la misma, deseando alcanzar toda clase de cimas a su alcance, quienes adulados por el suave acariciar de Eolo, no quieren ver que el día tiene fin, debiendo entrar en el mismo el retorno al seguro origen.










Albo Occidental y Oriental, por ese orden van recogiendo, quedando, por engaño en las percepciones, el Pico Rubio como excusa para poder volver al lugar.










Para completar tan buen camino y tratar de hallar parte de lo que faltaba al parecer de un servidor en tan bella jornada, el Valle de Valverde es marcado como senda de regreso. Para ello el tiempo apremia. Es en este trasiego cuando toda clase de falsos indicios son mandados a los osados caminantes. Falsos consejos unidos a dudas infundadas, la gran distancia del camino, lo que con la premura de las sombras anticipando la proximidad del ocaso, provocan que no haya opción al error.


Hasta cuatro collados se muestran delante de ellos. Había que elegir por cual cruzar, el cual permitiera luego bajar al valle. El Dios Helios amenaza con que no habrá opción de rectificar, ocultando el Sol tras farallones ahora ya amenazantes.



Dudas e inquietudes hacen tomar la decisión sobre cual camino aquellos tomarían de la forma más tardía posible, esperando la cercanía para evaluar el precio a pagar en cada uno de los collados. En la corta peregrinación a los farrallones el pico Valle Calabazosa, tercero del día, entra al zurrón, casi sin sentirlo. Los sentimientos estaban enfrente nuestro: “¿Por donde cruzar?”


Incluso, a modo de ofrenda, allí quedan unos guantes, ofrecidos como sacrificio que permita alcanzar la ayuda que les permita volver en tiempo y forma querida al origen del día.  La decisión debía ser tomada, la premura del ocaso amenaza la misma.


Después de infinitas divagaciones mentales la conclusión de que, cuando un collado tiene nombre es porque el que se lo puso pasó por allí, la decisión es tomada: pasaremos por aquel que tiene nombre en el mapa, el único, el Congosto está alejado, el Collado de la Cuerría es el elegido, debiendo para ello rodear desde Torre Orniz en búsqueda de la Calabazosa hasta dar con aquel que nos diera el crédito suficiente para salir de allí.


Con algún amago, incluso alguna duda de última hora, recordando, las finalmente bien resueltas, situaciones similares en otros escenarios cual Siegalavá o el todavía reciente Montihuero, ambos participantes alcanzan el Valle conducente a la Majua, a partir del cual alcanzar el Valle Valverde es labor sencilla. Otro collado, esta vez el Queixeiro, los dejará rumbo al deseado retorno.



Desta forma, viendo el Morronegro nuestro ahora ya relajado caminar, ya sin preocupación por los rayos que momentos antes nos marcaban un incierto devenir, ya disfrutando del susurro del arroyo que nos marcará la senda final, entre algún tropezón en barro y arroyo y las consecuentes risas motivadas por la serena situación en la cual encontrábamosnos, alcanzamos el final del día coincidente con el origen del mismo.



De nuevo habíamos librado. El mapa escenario del día de hoy no se nos olvida en la vida, el objetivo de unir todas esas pequeñas referencia había sido alcanzado.


Trasgu’2016.

(Fotos de los dos implicados en tan magna aventura)

domingo, 25 de diciembre de 2016

Bordillos de Peñalara


 

 

“Llegado, pues, el esperado día, armóse don Quijote, vistióse Sancho, y encima de su rucio, que no le quiso dejar aunque le daban un caballo, se metió entre la tropa de los monteros.”
Miguel Cervantes Saavedra. Don Quijote de la Mancha.

18 de diciembre de 2016.

¡¡Cacahuetes vuelve al monte!!

Después de un periodo de inactividad montañera Cacahuetes decide volver a la montaña, un paseo suave, sin grandes tensiones, para ver lo que había, para ver cómo estaba la montaña, para recuperar sus sensaciones. Había otro motivo … ¡¡Cacahuetes estrena sus botas!!

Que mejor sitio para ello que Peñalara, ese pequeño santuario donde de vez en cuando nos toca ir a jugar un poco.

Distancia: 9,18 km.
Desnivel: 760 m.



Desconocíamos totalmente la cantidad y estado de la nieve; como en otras muchas ocasiones había que buscar entre lo que hubiera, había que tantear el terreno y elegir lo que más nos gustase en aquel momento.

El día se nos presenta amenazante, con nubes que van y vienen, que nos envuelven y nos liberan, pasando a importante velocidad sobre nuestras cabezas.


Una opción facilona, que nos da muchas salidas y opciones son los Bordillos de Peñalar. No nos exigen demasiado, tenemos salida fácil, y si el día se diera bien, tenemos la Sur para alargar la jornada.


 
Empezamos bajo la niebla, los bordillos no los vemos,  no obstante, siguiendo el espolón sur de Peñalara, uno sabe que se da de frente con ellos. Lo complicado podía estar en encontrar la entrada adecuada.

Afortunadamente, ya al final se nos abre el día. Fijamos referencias, comprobando que el central estaba todavía demasiado pelado, buscamos la ladera a su derecha, la cual parecía más cubierta por la nieve.



 
Sobre el estado de la nieve… como ya comenté a alguien que me preguntó … abajo había más de la que hubiera imaginado, todo cubierto y algunos tramos muy dura, hecha hielo; arriba menos de la que hubiera querido, con los bolillos asomando, furacos amenazantes, donde en más de una ocasión uno se metía hasta las trancas. Ya llegando a los bordillos, donde dejamos de tener huella, la situación es delicada; con suma cautela uno debe negociar la forma de salir de aquel pedreru donde se metió. Cada paso es una trampa a negociar, “¿me hundiré esta vez? ¿cómo de profundo será el agujero?” … un pequeño suplicio.



 
Pasado el Pedreru, ya a los pies de los Bordillos, las nubes que nos persiguen por la espalda nos dan caza. No iba a ser hoy un día fácil. Quedamos envueltos en ellas. Como otras muchas veces nos va a tocar buscar la cima… también uno se lo pasa bien en estas ocasiones.


 
La nieve empieza a endurecer, incluso en algunos tramos hay que clavar piolo en hielo. Afortunadamente habíamos caído en ello y 10 minutos antes vestíamos pinchos… ¡¡Estrenando temporada!! ¡¡¡uuuff!! Que mal momento ese en el que uno tiene que doblar espinazo y buscar la manera de encajar y atarse los hierros a los botos. Habíamos superado el peor momento del día. Las primeras sensaciones … bien las describe Cacahuetes …”Parezco una prostituta novata con tacones” … jajajaja.




 
Superado el pequeño escalón anterior, habiendo pinchado hielo, nos cruzamos perdidos en la niebla con otro grupo de intrépidos montañeros, aguerridos, valientes, dispuestos a darlo todo. Allí, de forma improvisada, en el infierno que teníamos montado hacemos grupo. “¿Cuánto falta para la cumbre?” … “yo creo que, aproximadamente, media hora”.  He de reconocer … que alguno de ellos me ofreció dudas: un frío que pelaba, un viento que cortaba, y alguno sin gorro, con las orejas al aire y las manos metidas en los bolsillos (desconozco si con guantes o no).




 
Siguiendo de forma intuitiva la loma cimera alcanzamos el hito de cumbre. Alguna gilipollez en la cima, alguna grabación, alguna foto, un par de risas y había que volver rápido. Allí no había quien estuviera quieto. Al bajar nos despedimos de nuestros intrépidos nuevos compañeros … “¿Cómo vais?” … el de las orejas confiesa su situación … “se me van a caer”. No me extrañaba en absoluto. Pobre chaval.

 
Así emprendemos la bajada, sin muchas esperanzas en ello, nos quedaba evaluar una posible bajada por el Central o la Ceja. No había muchas esperanzas, la escasez nieve podía convertir aquello en un suplicio que nos hiciera arrepentirnos de la decisión tomada. Es en esos momentos cuando uno, para terminar de justificar su decisión, busca un aguerrido montañero que haya subido por allí y le pregunta (esto es aplicable a Peñalara, donde un domingo cualquiera aquello parece la Gran Vía con montañeros que van y vienen de o desde todos los lugares). Encontrado el nuestro, preguntado sobre el asunto … nos confirma que estaba todo muy “guarro” … incómodo. Bajamos de paseo por Dos Hermanas.



 
Reiterando su sensación de “prostituta novata con tacones”, habiendo renunciado a bajar por la canal, retiramos pinchos y emprendemos suave paseo.

 
Este paseo desde Peñalara a Cotos por Dos Hermanas siempre le depara a uno lo más insospechado. Todo tipo de atalajes, vestuario, personalidades, apariencias y comportamientos. Uno se puede imaginar que la fauna de la Gran Vía en Madrid la hubieran transportado allí. Nunca dejaran de asombrarte. Así, habiendo dejado atrás al de las orejas congeladas, nos encontramos con abrigos negros largos, como si fuese a una cena de Nochevieja; tablas de snow, a las que uno se las imagina dando saltos por las piedras, si bien siempre se puede considerar una forma de entrenamiento el subir y bajar la tabla a Peñalara; alguno en camiseta interior, manga corta, con una vara al hombro, con marcha errante pa’rriba y pa’bajo, disfrutando del fresquito del día, nunca le di la espalda por aquello de la vara. Todo muy curioso.

 
No se nos había olvidado… había que dar buena cuenta del vino, jugosas viandas, mistela y te. A pesar de las críticas de Cacahuetes al vino, de morro selecto nos salió el chaval, damos buena cuenta de todo. ¡¡No sobra na!!. Lo hacemos en la caseta cercana a la charca de los sapos (donde por cierto no he visto ni uno en mi vida). ¿Hay mejor forma de llegar a Cotos?


Como otras tantas veces ... gran día de montaña en grata compañía.

Parafraseando de nuevo al amigo Carmar ... ¡¡Salud y montaña!!

Trasgu’2016