- “Trabajando” en la montaña
- Ahh
Muchas veces se habrá repetido esta conversación entre la pequeña Carmen y su madre, cuando su padre decidía perderse algún día en la montaña.
“Papa… ¿Cuándo me vas a llevar a la montaña esa donde tu trabajas?” … repetía en múltiples ocasiones la pequeña Carmen.

La montaña debía ser un lugar lejano, un poco mágico, atrayente, donde se desarrollan gran cantidad de los cuentos que noche tras noche … su papa contaba, repetía hasta la extenuación, mientras la pequeña Carmen trataba de evitar caer en los brazos de Morfeo, perdiendo siempre esta batalla a eso de final del segundo o inicio del tercer cuento.


En la montaña, en el bosque, vive el lobo, como siempre dice la pequeña Carmen “no es que sea malo, solo es un poco traviesillo”, el lobo que intenta comerse a Caperucita (“una niña que se parece mucho a Carmen”, según ella misma), en la montaña el pequeño Pastorcillo aprendía a no decir mentiras, en un pueblo de la montaña vive Gepetto ese “pobre abuelo” que no tenía niños, en la montaña tienen su casa los siete cabritillos, de nuevo perseguidos por el lobo, en la montaña, también en el bosque, tienen su casita los enanitos … en fin … la montaña para la pequeña Carmen era … aquel lugar donde todo pasaba en “sus cuentos”.

No me extraña que la pequeña Carmen estuviera tan deseosa de ver la montaña, esa montaña tan mágica.

Había llegado ese “gran día”, tenía uno de esos lugares donde unos niños se pueden llevar un gran recuerdo que haga que la montaña siga siendo un lugar un poco mágico, un lugar al que me gustaría que siempre estuvieran deseosos por volver.


El nombre del lugar es lo de menos, solo un pequeño rincón de la Sierra de Cazorla, donde junto con su hermano Dieguito, su prima Ainhara y esos abuelos siempre sacrificados por hacer disfrutar a los nietos, lo pasamos “como niños”: unos cuantos baños en agua “fresquita”, una pequeña excursión donde buscar al lobo (que ese día debía estar atareado en otros menesteres), donde encontrar el camino a la casa de la abuelita de Caperucita, donde ver a alguno de los cabritillos, … en fin … una pequeña excursión de lo más divertida, algo “rico” que comer durante el día, …. algún inesperado revolcón (“¡menos mal que me salvaste!” recordaría la pequeña Carmen al día siguiente) ...
















Un bonito día en esa montaña mágica a la que, la pequeña Carmen soñaba con volver pronto mientras, esta vez sin necesidad de cuentos por mi parte, Morfeo no tenía piedad de ella … poca resistencia podía oponer.

Trasgu, 2011.