viernes, 17 de diciembre de 2021

Somiedo: Macizo del Robezu

 


 10 de octubre 2021.

 “No estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla”. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha.

 

Hay días de montaña “tranquilos”, en los que las horas discurren en la más absoluta y bien preciada tranquilidad, y otros “de tensión”, donde por algún motivo decides darles un poco de emoción al asunto, un poco de adrenalina, una preocupación extra sobre “cómo será aquello”, sobre “cómo se nos dará”, …

 Los años pasan y los días “de tensión” van disminuyendo en favor de los “tranquilos”. El cuerpo y la cabeza así lo demandan… es ley de vida. 


  Pero aun así, uno de vez en cuando, al menos para recordar lo que uno fue, decide meter un poco “de tensión” al asunto, y al menos poder comprobar “cómo estamos”.

 Este era uno de esos días donde se mete algo “de tensión”… a ver “cómo estamos”. A Jorgito, como es un descerebrao no le importa mucho. Es un inconsciente. Los demás, Perico y yo, con la incertidumbre en el alma. Todos con el casco (también para todos de buena talla) en la mochila. Tres unogradistas, como expertos montañeros.


 

Nos vamos al Robezu!! … por allá por Somiedo,Sumiéu, antigua Summetum, “país de montañas elevadas”, tierra del rebeco (o robezu), allá donde lo mismo se tu cruza una nutria que un oso. Allí, en la Peña el Robezu, cual los molinos del hidalgo Alonso Quijano, nos espera una breve cresta, culminada por una pequeña pared, sobre la que medir nuestro “estado actual” después de la convulsa  época que nos hemos visto obligados a vivir en el último año y medio.




La salida siempre suele ser un momento clave del día. Si no sales bien, mal empezamos. En esta ocasión, esta se fija en Auteiro, tierra remota, más allá de Valle de Lago, pasado Pola de Somiedo como capital del reino. Para mi gozo y disfrute, recorrer el valle, desde el Puertu hasta Auteiro, no tiene precio. Difícil encontrar un sitio más bonito y con mayor regusto a Asturias que ese.

Allí llega el momento de repartir peso… me tocan todos los fierros. Madre míiiia, hacía tiempo que no llevaba la mochila con tanto peso… es lo que tienen las actividades “de tensión”.



 

Entre vetustas iglesias de gran regusto tradicional, brañas y teitus… cada imagen parece superar a la anterior: la iglesia de Santa María Magdalena, Brañas del Fuexu, Brañas Sousas, … y Peña Furada, con su furaco que enmarca el valle, hasta el hayedo de Monte Redondo. Pocos sitios en mi vida he visto de mayor belleza que éste… solo faltaba que el osu hubiera salida a saludarnos por alguna revuelta… en este caso, me vuelvo a mi casa y me acuesto (bastante me había dado el día). Pero el oso no salió… por lo que tomamos pedreru que parte el hayedo laderas arriba del macizo.




Menos mal que hay una cueva en medio que te puedes parar a ver. La subida entre pedreru, hayas no da descanso. El unogradista sufre, resuella, en este entorno, buscando la arista Oeste que nos llevará a la cumbre Norte.  Poco a poco se supera, el trayecto a seguir no tiene pérdida: to pa’rriba, hasta que se acabe la montaña y tengas que bajar.






Por fin en la cumbre norte llega lo mejor… uno mira para un lado, mira para el otro, admira el paisaje en su lontananza, y al ver por donde tienes que tirar, decides ponerte todo lo que llevas: arnes, casco, algún frierro, … tenemos delante nuestro la arista del Robezu, brava y disfrutona donde las haya. De nuevo el corazón se te pone a mil y empiezas a resollar, pero ahora por otros motivos: el patio es espectacular.




Poco a poco te pones a ello, recuerdas cuando lo hacías sin inmutarte, que tiempos aquellos, los primeros pasos cuestan, luego parece que vas calentando, trepadas, destrepes, tramos muy aéreos,… de vez en cuando, levantas la cabeza más allá de tus botas y admiras el panorama que tienes alrededor … impresionante.

 

De esta forma vamos haciendo la arista, muy entretenida, de la cima Norte, pasamos la cima Sur, para llegar finalmente a Peña Sañeu donde nos encontramos esa pequeña pared, tipo “escalón Hillary”, que supone el último obstáculo para acabar el objetivo de hoy y emprender un tranquilo retorno a casa.



Allí sacamos cuerdas, buscamos la vía, miramos por aquí, un poco más allá, Jorgito nos hace unas fotos,… pero nos faltaba algo: Supuestamente allí debía haber un puente de roca clave para asegurarnos y evitar rodar ladera abajo en caso de caída … después de mucho mirar llegamos a la conclusión de que el puente de roca ha desaparecido. Tocaba buscarse la vida.




Lo más demandante, como suele ocurrir muchas veces, son los tres primeros metros. Una vez encaramado, el resto se hace fácil. Unos fisureros abajo, un seguro intermedio, algún puente un poco más arriba… así Perico, Jorgito y este que escribe salvamos el obstáculo. No cabemos de gozo. 

 



Solo nos queda emprender el regreso, disfrutar del entorno, montañas y valles, alguna que otra braña, Peña Sañeu cual dorsal de dinosaurio dormido que parece poder levantarse en cualquier momento, … esos momentos de relax que uno disfruta cuando ya lo tiene todo hecho.







Pero esta vez teníamos un añadido… Perico, como buen aborigen de la zona nos había traído, para disfrute y gloria de los allí presentes, un bocata de Chosco pa cada uno!! Así … siempre será nuestro amigo (aunque de vez en cuando se deje los crampones en el coche). Perico, ¡¡quedas resarcido!!. Lo de comerse un bocata de Chosco, tirado en un prado verde, al solecito, mirando Peña Sañeu al fondo… no tiene precio.




Poco más nos quedaba por hacer salvo disfrutar del entorno, y admirar el buen hacer de los rapaces del lugar buscando la vaca que se les había perdido ladera arriba. Un cafecico en Pola de Somiedo… y pa casa a pensar en la siguiente.







 

Que gran día en Somiedo!!

Salud y montaña, amigos.


Trasgu, Diciembre’2021.