miércoles, 17 de octubre de 2012

Macizo de Ubiña: Agujas de las Torres (2ª,3ª y 4ª)


…y, como a nuestro aventurero todo cuanto pensaba,
veía o imaginaba, le parecía ser hecho y pasar al modo de lo que había leído, luego que vio la venta se le representó que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadiza y honda cava, con todos aquellos adherentes que semejantes castillos se pintan.
Miguel de Cervantes. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

13 de octubre de 2012

Hace unos días Niblap daba un paseo por el Joyo Llongo, uno de esos días que tienes que llenar de alguna forma y los que tienen usa suerte los pueden llenar con un “paseín” por un lugar tan impresionante.

El Joyo Llongo, encastrado en el corazón del Macizo de Ubiña, te permite admirar gran parte del macizo, creando a tu alrededor tal conjunto de imágenes que es difícil quedarse solo con una de ellas. Allí no eres nadie, todo es impresionante, parece que no existes.

Cual Torre del Homenaje en un castillo medieval, en el centro del circo formado por el Joyo Llongo y el Colines se encuentran enclavadas las Agujas de las Torres, cinco esbeltas puntas desde las que el dueño de Ubiña parecía controlar todo lo que pudiera acontecer en estos lares septentrionales del Macizo, vigilando cualquier entrada por los puertos de Agüeria.





En mi caso, hace uno años ya les había echado el ojo ... esta fue mi imagen desde los Fontanes ...


Se trata de cinco agujas esbeltas, numeradas tal y como lo hace Juan Delgado en su Libro “Ubiña Alta Montaña”, la primera separada por un collado, la más occidental, las otras cuatro unidas por una arista cual almenas a través de la cual pasar de una torre a otra. No son las más altas, tampoco las más grandes, pero cualquiera que asome su atención por estos lugares fijará su atención en ellas.



Niblap no iba a ser una excepción, probablemente previamente sugestionado por las historias y aventuras leídas de viejos conocidos, aquel día marcó un objetivo que pronto tendría que cumplir, había que subir allí, a aquellas agujas, a ver que se veía desde allí, a controlar por unos momentos que acontecía por el Norte de las Ubiñas. A la primera que surgiera lo intentaba.





Desnivel Acumulado: 1512 m.
Distancia: 17,46 km.

No tuvo que esperar mucho… son esas oportunidades que de vez en cuando te da la vida. Antes de la entrada del invierno teníamos un día, solo una ventana de un día, un día de tiempo aceptable, ¿dónde íbamos? El objetivo, esta vez, estaba marcado… las Agujas de las Torres del Joyo Llongo.





El día no empieza del todo bien, todavía sin saberlo, hemos confundido la pista de aproximación, elegimos mal. Existen dos pistas por donde entrar, una nos conduce por la Vallona del Arca a la Vega del Rebezo, a los pies de la Peña Cigacha, nuestra gran ignorada. La otra por las Peñas de Solapeña nos llevaría directamente a la Muesca Colines, más corta, aunque con algo más de exigencia. Buscábamos la segundo, pero aparecimos en la primera. Cuando nos dimos cuenta de ello, no era cuestión de darse la vuelta, habría que seguir.



El día nos sorprende con un “espejismo”: “¡¡allí arriba está todo nevado!!”. Solo se trata de una ilusión óptica, tardamos más de media hora en darnos cuenta que solo se trataba de una ilusión cromática, al final la alarma queda en nada, solo eran piedras iluminadas de tal forma que parecía nieve. Nunca nos había ocurrido nada igual.





De esta forma, entrando en el macizo de Ubiña por la Muesca de la Cigacha, navegando entre nubes, niebla y jitos imaginarios (puedo confirmar que uno “encuentra” más jitos cuanto más los necesita) buscamos las Torres. Debían estar allí, delante del Fariñentu y los Cintos, pero el señor de Ubiña no nos dejaba verlas, las tapaba, como si no quisiera que hoy nadie se entrometiera por sus dominios. Después de insistir un poco, conseguimos clemencia, nos deja verlas, nos las muestra, parece que esta vez seremos bienvenidos. Como un favor a los allí presentes, levanta todo el mar de nubes, dando el visto bueno a nuestra visita.


 

Ahora no nos podíamos dar la vuelta, había que rendir pleitesía y, con el mayor respeto posible, intentar hacer alguna de ellas.



Yo, por eso de “robar” algo, aunque no estuviera en los planes iniciales, me llevo Peña Redonda, pequeña prominencia de 1.840 m., facilita, mirador de los puertos de Agüeria. Ya no me iría de vacío. Algo había pillado.



Desde aquí nuestra atención se centra en las Agujas de las Torres. Tenemos dos entradas posibles: la canal entre la quinta y cuarta torre, o la canal entre la cuarta y la tercera. Los días ya van acortando, habíamos tardado bastante en la aproximación, Niblap prefiere asegurar las tres torres centrales (segunda, tercera y cuarta), la primera ni se la plantea y la quinta será opcional, dependiendo del transcurrir de los acontecimientos. Niblap tiene la zona bien estudiada, no tengo nada que rebatirle, confío en su decisión, allí vamos, rodeando el bastión, a la canal más centrada, la ubicada entre la tercera y cuarta torre.


Desde abajo no parece que vaya a haber complicación alguna en la canal, parece que acceder a la arista será sencillo. Una vez ubicado a los pies de la segunda torre, en la entrada de la canal observamos que la mitad superior de esta canal es una amplía y extensa llambría, bastante lisa, buenos agarres, pero con algún paso, al menos, delicado, como se suele decir, es fácil, pero no te puedes caer. Yo me hubiera metido directamente a ella, pero Niblap, con muy buen criterio decide asegurarla, para eso llevamos las cuerdas. Cuando me toca subirla a mi, agradezco su decisión, cuanto menos, era delicada. Así alcanzamos la arista, atravesando su característica “puerta de entrada”, desde aquí “solo” hay que buscar cada una de las agujas.





Decidimos empezar por la tercera, que parece bastante asequible, para después evaluar el paso a la segunda. Este paso desde abajo mete miedo. De momento, a la cuarta, solo la miramos, ni se nombra.


La tercera aguja la alcanzamos de forma bastante asequible, con una antecima facilona y un poco de cuidado, a través de la grieta claramente marcada, llegamos a su cumbre. Allí teníamos una pequeña sorpresa, un poco de historia, encontramos la tarjeta dejada hace ya más dos años por Leba y Eduardo, la descripción que habíamos utilizado para conocer un poco “a que nos enfrentábamos”, parece que últimamente no ha pasado mucha gente por aquí. La tarjeta está bastante deteriorada, pero a Niblap le hace especial ilusión haberla encontrado para devolvérsela a “su dueño”.


El paso de la tercera a la segunda aguja está claramente marcado por un cortado bastante vertical. Hasta dos metros del suelo se baja bien, pero los últimos dos metros son de respetar, todo está bastante suelto. Al llevar dos cuerdas, decidimos rapelar con una de ellas, la cual la dejaremos puesta para ayudarnos en la subida de retorno. Así alcanzamos la segunda torre, después de otra bonita trepadilla con muy buenos agarres. En una cumbre pequeña pero agradable, parece claro que iremos recogiendo todo lo que Leba y Eduardo dejaron en su día, tan lejos en el tiempo y tan cerca en sensaciones.








Volvemos el camino andado, disfrutando de las espectaculares vistas, ya en el collado de subida, tenemos que decidir: “¿intentamos la cuarta?”, son las cuatro de la tarde, no nos queda mucho tiempo, no vemos claro el camino, decidimos darnos de tiempo hasta las cinco de la tarde. Vamos a acercarnos a verla de cerca.



En la aproximación, después de alguna duda, parece evidente que el camino más “seguro” es seguir la arista. Esto nos lleva al pie de una chimenea que parece llevar a algún lado. Después de alguna duda, Niblap se decide a comprobar a donde nos lleva. “¡¡Estoy en la cumbre!!”, escucho desde abajo. Esta nos la llevamos de regalo. Cumbre muy estrecha, no cabe más de uno, nueva tarjeta de Leba y Eduardo.






El trabajo estaba hecho, solo quedaba volver al punto de partida antes de que se nos echara la noche encima. Bajamos la canal con un bonito rapel que supone la guinda al día.




Solo quedaba, volver a navegar entre jitos a la muesca de la Cigacha, tomar un bocado (ya era la merienda) en la Vega del Rebezo, después de todo el día sin probar más de dos cacahuetes nos lo habíamos ganado,  y bajar todo el Vallón del Arca en la intromisión de uno mismo, interiorizando y recordando todo lo vivido, sin palabras al acompañante, en plena situación de autocomplacencia con uno mismo.


Sin duda uno de los mejores días de montaña de los últimos años.

Trasgu, 2012.






martes, 16 de octubre de 2012

Pico Miravalles, desde el puerto de Ancares

El Miravalles, junto con el Cuiña, el Tres Obispos y el Mustallar son, quizás, las montañas más visitadas y renombradas de los Ancares. No son montañas difíciles y sus vistas y su propia belleza son un perfecto reclamo para los amantes de la naturaleza y en particular de la montaña.
Su notable altura, rondando los 2000m, ha alimentado la memoria de historias y leyendas que afirman que desde su cima es posible ver el mar en un día claro, que en la zona me temo que es algo raro.


La ruta en datos:



La ruta
Es un día raro. Un día en el que hasta media mañana no se si podré escaparme. Estoy solo, y eso cada vez me desmotiva más. No es que me de miedo hacer montaña solo, en el Miravalles no. Es que creo que cada vez percibo más la compañía como lo esencial de una actividad montañera.
Solo es todo más intenso, más profundo. Pero creo que ya tengo muy llenos esos rincones profundos.
En esta ocasión no había otra oportunidad. Estaba en el puerto de Ancares poco antes de la hora de comer, con una mochila, un plátano y dos madalenas, mucha agua y un tiempo soberbio.
Había estudiado la ruta y no había problemas de orientación. Casi todo el rato por la vertiente de aguas y una subida intensa justo para subir el pico.



El camino se desarrolla por sendero de montaña ganando altura lentamente. Es un transitar cómodo con grandes vistas a ambas vertientes. Bajaremos lentamente y pasaremos a la cara norte, mirando a Balouta, y atravesaremos un canchal fácil y corto.




Pasada esta zona tenemos un crestecilla rocosa con dos resaltes que pueden requerir las manos, y que nos deja justo en el col. que da acceso al Miravalles. En este punto se incorpora por la derecha la senda que sube desde Tejeda de Ancares. Poco antes habremos visto una que sube desde Balouta.


Allí mismo me encontré a unos amantes de la naturaleza que subieron a echarse la siesta disfrutando con su todoterreno.






Dese el col. la subida es por sendero muy inclinado, que parece que nos hará resbalar a la bajada. Ganaremos altura muy rápida e intensamente.
En la cima las vistas son simplemente extraordinarias, pudiéndose divisar hasta el macizo de las Ubiñas.








Buscasombras 2012