jueves, 21 de febrero de 2013

Deslizando por el volcán Cerro Negro

Nicaragua, tierra de playas, de volcanes, de gente hospitalaria y arquetipo de la Centroamérica que todos ideamos tiene suficientes encantos como para justificar una visita y hacer que nos sintamos encantados de ello en todo momento (pero ojito, que Managua es Managua).

El Cerro Negro es el volcán más joven de Centroamérica, surgiendo con su primera erupción en 1850. Desde entonces hasta nuestros días ha tenido 20, siendo la última, la de 1995 la que le ha dado su configuración actual carente de simetría.

Hasta hace unos años este no era más que el foco del polvo negro que cubría las calles del vecino León (22km) cuando soplaba viento, que los “japonenes” recogían y compraban para llevárselo en barco a sus fábricas de lijas. Pero desde hace unos años, tras el intento traumático del francés Eric Barone de batir el record de velocidad en bicicleta saltó a la fama y es uno de los objetivos de los todavía pocos turistas que visitan el encantador país que es Nicaragua.

La cara sur del Cerro Negro, carente rocas y cubierta de fina arena formada por negra ceniza volcánica, permite su descenso en tabla de snow (snowboard sin snow), a carrera o, como fue nuestro caso, sobre una tabla. Eso sí, con buenos refuerzos ya que es muy abrasiva.








Esta foto es  de Jaime Chamorro, http://www.jaimechamorro.com/volcanoes-of-nicaragua/

La ruta en datos.
  • Desnivel: 250m, 330 si salimos desde el centro de interpretación.
  • Distancia: 3km, 5.5km si salimos del centro de interpretación.
  • Dificultad técnica: Ninguna
  • Dificultad física: Muy baja. Ojo al sol. A las 8h, sobre la arena negra ya hace mucho calor.
  • Aproximación: desde León mediante 4x4 durante unos 22km.
  • Vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=RHYOarVl0NU



La ruta.
Tras recorrer los 22kms que separan León del Cerro Negro bajamos del todoterreno en las inmediaciones del centro de interpretación. Allí nos reciben con gran amabilidad dos miembros de la cooperativa “Las Pilas – El Hoyo” que explotan turísticamente la cordillera de los Maribios, con otras cimas significativas como el San Cristóbal o el Hoyo.




Aunque allí podríamos tomar elementos de protección como gafas, guantes, coderas, etc., nosotros seguimos la recomendación de nuestro buen amigo Ricardo, que mencionó no sé qué de “guantes hediondos” que nos dio la motivación suficiente como para que el día anterior nos pasásemos por una ferretería a comprar lo imprescindible: guantes y gafas.





Tras registrarnos y pagar la entrada al parque estudiamos las opciones divertidas que nos da el Cerro Negro, visible desde este punto con su imponente negrura.





La más simple es bajar a carrera. Fácil aunque con el peligro de clavar un pie y rodar el resto.
El resto de las opciones nos las muestran sobre los aparatos. Allí vemos las roídas tablas de snow. Muy desgastadas a pesar de estar reforzadas con planchas de acero. Nos dicen que es arriesgado sin experiencia previa.
Las tablas, que son lo que viene siendo una tabla reforzada su suela con una plancha de acero y con unos listones transversales para asentar el culo y los pies, y una cuerda para tirar de la punta y equilibrarnos.
Los de la cooperativa nos recomiendan la tabla, dada nuestra falta de pericia en el snow, que fue la opción por lo que ya a priori nos habíamos decantado.

Muy amablemente nos describen lo que hemos de hacer. Subir por un camino más o menos marcado que recorre el labio Este y Sur del cráter, alcanzar el punto más alto en la cara sur y tirarnos. Parece fácil.
Antes, podremos acercarnos a unas fumarolas o asomarnos al cráter nuevo, con la única advertencia de que tengamos cuidado, que el suelo puede estar a 50ºC o 60ºC. Jode!!, en mi pueblo eso ya es calor.




Tras pagar los 5 dólares por cada tabla del alquiler volvemos al 4x4 para recorrer otros 300m de pista, no apta para coches convencionales, y llegar al aparcamiento a los pies del Cerro Negro.
Desde este punto, tablas en mano, emprendemos el ascenso por una senda abierta entre lava cortante y muy abrasiva. Tras subir un primer escalón el camino llanea plácidamente hasta asomarnos a la zona Este subiendo un repecho. En este punto lo inestable del terreno hace que no exista camino. Hemos de subir unos metros con tendencia a la derecha para retomar una senda marcada débilmente y que termina en el borde más bajo del labio.









Aquí tenemos la opción de ir a visitar las fumarolas o seguir a la cima. Nosotros decidimos hacer la visita y luego regresar sobre nuestros pasos y retomar la subida por el labio. Hay una opción de subir directamente desde la zona de fumarolas a las inmediaciones del cráter nuevo.




Desde el coche en unos 50min estamos en la cima, tras una subida no tiene más problema que el fuerte viento y las heridas que podríamos hacernos si llevásemos calzado abierto.
Tras visitar y asomarnos al cráter nuevo regresamos a la cara sur y buscamos el punto donde iniciar el descenso, que está marcado con un cartel de madera.




La vista es extraordinaria. Son las 8h de la mañana y la luz que nos da el sol nos regala muy buenos colores.
Mirando hacia abajo resulta sobrecogedor el panorama también por la inclinación del terreno. Es más vertical de lo que me había imaginado. La tabla desliza mucho, incluso en zonas de menor ángulo.
Con cierta ansiedad decidimos probar. Nos disfrazamos, cumplimos el encargo de tomar como recuerdo para nuestra compañera Elena un poco de ceniza de la cumbre (no soy partidario de llevarme o subir nada a la montaña, pera esta crece y se regenera a fuego cada 10 años).



Según me pongo las gafas y los guantes Luis, que lleva un rato de ventaja e hiperventilación se lanza dejando una nube de polvo en el aire. Me tengo que dar prisa. Compruebo la GoPro tiro la tabla en al pendiente y me siento mientras se desliza unos centímetros.
Ya no veo a Luis, ni su estela de polvo. Tengo que darme prisa. Me impulso con los pies, y casi no me muevo. Avanzo un poco. Repito la operación y eso se mueve.
La ceniza es tan ligera y tan poco compactada que resulta esponjosa a mi paso. Noto como mi peso la comprime y hace que cruja bajo mi peso. Me deslizo con trabajo hasta un descanso y desde ahí todo se acelera.





Tomo velocidad, que intento controlar moviendo mi peso hacia adelante. Poco hace. Hacia atrás, si que hace. Me acelero ostensiblemente, hasta el punto de acercarme a Luis más de lo recomendable.
Clavo los pies en la ceniza, pero es tan esponjosa que creo que tardaré 100m en parar. Decido controlar la trayectoria.





Pero eso es una tabla. No tiene dirección, ni cantos curvos, ni timón, ni nah!. Es una tabla.
Y si monto los pies en la tabla esta pierde la trayectoria y se tuerce.
Decido sacar los pies y controlar la dirección jugando con la presión de los pies a ambos lados.
Funciona, pero muy lentamente. Pero cuando ya sé hacerlo Luis se suelta y veo como se aleja al fondo, a la base del Cerro Negro ya visible. Hago lo propio y llegamos eufóricos y enteros, encontrándonos con nuestro amigo Ernesto y su hijo Ernesto.




Desde aquí toca una caminata al aparcamiento, donde dejamos el coche, pero Eugenio, nuestro conductor, está en todo y nos va a buscar.
En resumen, una actividad que aúna subir un volcán emblemático, ver naturaleza y la diversión de deslizarse por ladera de un volcán subidos a una tabla.
Luego se disfruta mucho más comentándolo entre amigos.

Buscasombras, 2013, desde Nicaragua

5 comentarios:

  1. jajajaja ... que bueno ...

    otro montañismo ... pero también montañismo.

    S2

    Trasgu

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  2. Buscasombras ... el p. amo del "descenso extremo"!!

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  3. Qué bueno compi. ¿No repetisteis bajada? seguro que la segunda vez ya bajarias con más confianza.

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  4. Trasgu,
    Este "descenso extremo" dice mi enemiga que tiene poco glamur. Que es muy parecido a que hacen los plastiqueros en la nieve.
    Es increíble cómo saben donde más duele.

    S2

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  5. Avígamo,
    Pues me quedé con las ganas, pero no tuvimos opción. Entre que luego tocaba trabajar y que a las 10h de la mañana la sensación de calor ya era muy intensa (todo negro y con ese sol).

    Me hubiera gustado probar cosas, porque solo me dio tiempo a jugar con el peso adelante y atrás, pero no pude jugar a cambiar el peso de lado a lado para ver si podía hacer zetas. Aunque siendo una tabla, sin filos curvos y sin agarres, no sé si podría. Y ya las veces que subí los pies a la tabla, esta se me torció bastante.

    S2

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