lunes, 30 de diciembre de 2013

Ubiña, invernal al segundo Castillín


“Y fue que él se imaginó haber llegado a un famoso castillo, que, como se ha dicho, castillos eran a su parecer…”
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha.

29 de diciembre de 2013 

Sin duda alguna, esta se trata de una de las rutas más difíciles de describir en un breve relato en el que tratar de reflejar lo allí vivido… trataremos, al menos, de poner al lector en la pista de lo recibido en este gran día.

Como otras muchas veces todo se fragua con una llamada en la decidimos, como suele ser habitual, salir a la montaña, sin saber el destino exacto. También, como en otras muchas ocasiones, nos moveremos por la que podemos considerar ya nuestra casa en la montaña: las Ubiñas. “Las Ubiñas siempre nos respetaron”.



De esta forma, como previamente fue acordado hace una semana, decidimos plantarnos en el aparcamiento de Tuiza, cuna, junto con Torrebarrio, de las actividades montañeras en este macizo. Niblap y yo, lo teníamos claro. A Stelvio le convencemos que merece la pena ir. Pablo y Rocio se unen a la “expedición”. Cienfuegos nos deja tirados en el último momento… una pena, me hubiera encantado conocer de quien llevo leyendo mucho muchos relatos montañeros (espero que llegue la oportunidad).

El destino final no estaba fijado. Se manejan diversas alternativas. La noche parece haberle señalado nuestro rumbo a Niblap… el segundo castillín parecía su objetivo.



Desnivel acumulado: 1228 m. (a falta de 15 m. del torreón final, a cuyos pies abandono mochila con “hippy ese” incluido).
Distancia: 10.20 km.




Después del encuentro tempranero en Campomanes, las necesarias presentaciones, una pequeña reorganización de vehículos (sin cometer esta vez el fallo de dejarlo “dentro” de ninguna verja)… emprendemos camino a Tuiza. La verdad es que me alegro de ver allí a Stelvio, pocas personas conozco que disfruten tanto de la montaña. “Hoy lo pasará en grande”, pienso para mi.

A buena hora estamos en el aparcamiento de Tuiza, después de pasar el momento más duro del día, el de ponerse las botas (uuff!! ¡¡cada día me cuesta más!!), entre conversaciones tranquilas, algunos todavía adentrados en nosotros mismos, emprendemos la subida al refugio del Meicín.



Uuuff!! Esta subida siempre es igual de dura. Uno se baja “calentín” del coche, todavía no tiene claro si se ha levantado de la cama, te echas la mochila a la espada y para cuando te quieres dar cuenta… te encuentras pasando frío, con el corazón a mil, evitando no caerte con el hielo del suelo,… todo un infierno!! Niblap se sorprende de sudar a la vez que pasa frío. Como para darte algo.




Rocío se lo toma en serio, sin encomendarse a nadie emprende su marcha al refugio. Un poco más y nos mata.  Luego nos lo explicaría, sus motivos tenía. El resto, pues bueno… ahí vamos sorteando dificultades.



De esta forma llegamos al refugio, lo peor del día había pasado. Desde aquí tocaba lo bueno. Mínima parada en el refugio, un par de vistas generales al entorno, alguna preguntilla sobre el estado de la nieve, “por allí hay mucha y te hundes”, “por allá está dura y venteada”, “aquellos ya van abriendo huella”… pues tiramos para el centro… al segundo Castillín!!


Mención especial merece lo que uno puede percibir desde la Braña el Meicín: lugar de enorme belleza y grandiosidad, de gran bravura por los picos que lo rodean, todo ello magnificado por el manto blanco que de forma habitual en invierno lo recubre. Stelvio queda maravillado por tal inigualable escenario.


Desde la Braña, el camino hasta la Puerta del Arco es evidente. Uno tiene la referencia en todo momento a la vista. Niblap, buen conocedor de la nieve por estos lares, trata de buscar en todo momento el camino más cómodo, aquél en el que la nieve no te atrape, en el que puedas sacar las rodillas fuera de la nieve, tratando de evitar esos tediosos furacos que tanto agotan a uno en estas travesías.




De esta forma vamos ganando desnivel. Tres asturianos, una gallega, residente tiempo ha en Asturias, y otro de no se sabe dónde. Es el momento apropiado para continuar con ese aprender de algo en asturiano. La verdad es que me atrae el asunto bastante. Lo del “furaco” ya lo tengo aprendido de ediciones pasadas, hoy practicaremos el término. Otra “pallabra” cuanto menos curiosa es “esperteyu”… muchos “esperteyus” suele ver uno a menudo. Habrá que practicar el asunto.


A los pies de los Portillines, el asunto se empieza a poner duro, la nieve nos lo empieza a complicar. A la altura de la Cinchas del Planón es duro ganar altura. Niblap tenía el remedio, ya en Peña Ten nos dio atisbos de ello… la “rozadora Stelvio”. Cual buldócer en el barro va abriendo huella de forma inconmensurable, como si trabajo no le costara, incluso nos deja atrás… una máquina,… “¡¡máquina!!” espetamos algunos de los allí presentes con toda nuestra emoción, siempre enormemente agradecidos. ¿Qué se puede agradecer más en esos momentos qué alguien te abra huella?


De esta forma, poco a poco vamos ganando altura. A cierta distancia percibimos que hay repisa formada a los pies de la Puerta del Arco, repisa de nieve polvo, con ceja formada. A ver como la pasamos.

Al alcanzar esta repisa el problema inicialmente no es trivial. Inicialmente lo afrontamos por la derecha, por una pequeña rimaya. La nieve en polvo hace que en una pared de dos metros los pies no traccionen. Cuanto más se lo intenta uno más pared genera, más furaco hace, más “de pie” se pone aquello. Nos rendimos por aquí no pasamos. Vamos para el otro lado, por la izquierda.

Allí Pedro, de forma decidida, no da opción a hacer furaco. A la primera lo vemos arriba, por aquí pasamos. Stelvio se anima, estamos en la repisa previa a la Puerta del Arco.


Desde aquí Niblap nos dirige por la canal que uno se encuentra a la derecha. Poco transitada en verano, se trata de una buena solución en invierno. Este pequeño corredor está en mixto, mezclando hielo y roca al principio, pelado en algún tramo, con nieve dura en su tramo final.




En este punto, ya en vertiente leonesa, el estado de la nieve cambia radicalmente. Pasamos a una nieve dura, en determinados momentos muy dura, donde incluso hay que hacer esfuerzos para clavar el piolet. Dos travesías nos separan de un último pequeño corredor, travesías un tanto delicadas, de esas en las que “no te puedes caer”. Había que tener cuidado. Pedro y Rocío se desenvuelven con soltura, las negocian muy bien.











El último corredor, sencillo, con nieve blanda nos deja a los pies del Castillín. Niblap mantenía la duda de cómo encontraríamos el “torreón” final… era hielo, hielo pegado a la roca. De forma sabia Niblap recomienda sacar las cuerdas y asegurar ese último peldaño. Ya que habíamos llegado hasta allí… Jorge que nos estaba esperando un poco más abajo seguro que nos perdona.





Después de montar un pequeño aseguramiento con piolo, poner el arnés… eso de poner el arnés con los crampones puestos es, cuanto menos, complicado; cualquier día me tienen que rescatar por haberme provocado un esguince muscular en estas situaciones… lo que sufre uno en la montaña… desliar las cuerdas, rebuscar algo de material en el fondo de la mochila y colgarse todo lo que uno pueda… conseguimos salir hacia la cumbre.




La cumbre se queda dos metros corta; la situación es admisible, lo peor, que eran las piedras iniciales estaba pasado. Niblap, que había abierto la vía, monta la reunión y, de esta forma, Pedro, Rocío y yo vamos subiendo De esta forma los cuatro hacemos cumbre. Como siempre, tras breves momentos de admiración, momentos de autocomplacencia, degustación de lo que se nos permite ver desde allí… había que bajar. Solo habíamos hecho la mitad del trabajo y la hora del día nos apremiaba… a unos más que a otros (no me quedaba…).





La bajada, dando un poco marcha atrás comienza con un pequeño y disfrutón rapel… un poco de cuidado con la nieve dura en los tramos iniciales, algo de atención en el tramo de mixto, ya sin peligro de caer hasta abajo, y así llegamos hasta la repisa de la Puerta del Arco. Ahora si, solo nos quedaba por delante un tranquilo y descansado retorno, primero al refugio, luego a los vehículos.









Previa parada en el refugio, donde reponemos las bien empleadas fuerzas del día… algunos Cola Caos, alguna cervezuca, un caldito, choricito de León por todos lados, “cacahueses”, chocolates, turrones,… manjares de todos los sitios… solo nos quedaba una rápida despedida y el retorno a nuestro lugar de partida.


Todos pasamos un buen día, de gran montaña, en grata compañía y preciosos lugares.  El último de este año, buena forma de concluir el 2013.

Como siempre cierra Carmar, conocido montañero, con “tu” permiso … “Salud y montaña” para el nuevo año que empezamos.

Trasgu, 2013.

(c) fotos de Pedro, Stelvio, Niblap y ... alguna mía ;-)