De
la tradición, según esto es hija la historia, y la escrita que primero fue
vocal, y lo son todas, pues tradición es narración, opinión y doctrina derivada
vocalmente, sin haber escrito, con el uso de padres a hijos, y de los que
vieron las cosas, a los que no las vieron.
Luis Cabrera de
Córdoba, 1611.
12 de enero de 2014
Tradición es
cada uno de aquellos acuerdos que una comunidad considera dignos de
constituirse como una parte integral de sus usos y costumbres. La
tradición suele versar genéricamente sobre el conocimiento y también
sobre principios o fundamentos socio-culturales selectos, que por estimarlos
especialmente valiosos o acertados se pretende se extiendan al común, así unas
generaciones los transmitirán a las
siguientes a fin de que se conserven y perduren, se consoliden. También
se llama tradición a los patrones que pueden
formar idiosincrasias.
Y tradición es ya
desde hace años la celebración del pasar de los años por los más grandes
uno-gradistas que jamás existieron, aquellos que forjaron su espíritu entre las
vías grado I más arriesgadas, dejando a un lado cualquier temor que pudiera
alejarles de sus objetivos: subir, ver lo que hay arriba y, finalmente, bajar.
En esta ocasión
allí estábamos los dos, de nuevo, con la intención de ir a algún sitio donde
pudiera tener lugar tan magno acontecimiento. ¿Dónde? En algún lugar en torno a
Peñalara, todavía sin decidir, como siempre, se decidirá dependiendo de las
circunstancias.
Desnivel
acumulado: 1079 m.
Distancia: 11.79
km.
Inicialmente, el
panorama no pinta muy bien: hay poca nieve, casi ninguna, al menos desde el
aparcamiento de Cotos. Como será la situación que, en pleno enero, arrastrando
piolos y pinchos, Buscasombras, uno de los homenajeados, se plantea si subir
con botas de invierno o de verano. Como optimista nato que es, habilidad bien
demostrada a la hora de “encontrar” cualquier jito, el muy valiente va y se
pone las botas rígidas. Al final no le saldría tan mal, ya pensaba yo que le
iría peor.
El otro
homenajeado, el que aquí suscribe, sin problemas de botas (ya las había
decidido en casa), pero cada vez con más problemas con la peña que uno se
encuentra en el aparcamiento. No es que tenga nada en contra de ellos, pero
cada día me molestan más, me indignan… y eso que seguro que son buenas
personas. Será que el paso de los años me va convirtiendo en un anti-social (la
enemiga siempre me lo recriminó, pero no es cual mía, así que… perdonen las
críticas).
Como casi
siempre, sin objetivo fijo emprendemos camino a la laguna, desechamos la zona
de la ceja, subimos el hombro, el de las botas rígidas penando como un
penitente, nos asomamos a Cinco Lagunas y … bueeeeno… la cosa no estaba tan
mal, los tubos estaban formados. Evaluamos las posibilidades y… hay un tubo que
nunca falla, donde buscando derivaciones por uno y otro lado uno se lo pasa muy
bien, lo disfruta, allí vamos, a la “sureste clásica” de Peñalara, en diversas
ocasiones descrita y hollada.
Cuando llegamos
allí creemos que somos los primeros, el día nos va a permitir disfrutar de
ella. Pronto empieza a aparecer personal… no nos podemos relajar, como nos pase
toda esta peña… La nieve no está nada mal, no sobra, pero los tubos están bien
formados, durita,… parece que hoy disfrutaremos de un gran día. Aquí es donde
Buscasombras “disfruta” de sus botas.
La sureste se
hace entretenida, un poco por la derecha, un poco por la izquierda, resalte por
aquí, más pendiente por allí.
Alcanzada la
arista hay que decidir: la muchas veces visitada Peñalara o Claveles, donde
hacía mucho que no pisábamos. Me sorprende que no hay excesivo personal por los
alrededores, teniendo en cuenta lo que uno se puede encontrar en Peñalara un
domingo. Miramos para la arista de Claveles y la decisión hoy está clara… vamos
a cruzar la arista, a ver cómo nos la encontramos.
De esta forma
empezamos a negociar un bloque detrás de otro, colocando los pinchos donde
menos rayen la piedra, procurando no clavarte uno de los piolos al pasar de un
bloque a otro, poco a poco, vamos llegando a la cumbre de Claveles. Una vez
allí me llama la atención que el tradicional cartel no está visible: ¿se lo han
llevado o está tapado por la nieve? No lo se.
Después de las
fotos típicas de cumbre, celebraciones y admiración de lo que uno puede divisar
desde allí, toca el momento de bajar.
Sin duda se trata
de la decisión más acertada del día: decidimos aventurarnos desde la cumbre
hacia abajo, en búsqueda de las Cinco Lagunas, rodeando como se puede, bajando
como cada cual entiende mejor, sin ruta fija pero con el objetivo claro. Al
final encadenamos un descenso bonito, que no sale perfecto, sin tener muy claro
que había detrás de cada bloque. Si algo salía mal, siempre teníamos el plan
B… volver a subir y bajar por otro
sitio.
El descenso
resulta perfecto, solo quedaba finalizar aquello para lo que habíamos venido:
la celebración. Al cobijo de un bloque, con vistas perfectas sobre la laguna de
los Pájaros, damos buena cuenta de lo que ya viene siendo tradicional… dos
benjamines que nos permiten celebrar lo vivido y lo que esperemos nos quede por
vivir.
La guinda la pone
el Jim Beam… nuevas costumbres que Buscasombras viene introduciendo y
degustando de aquella visita nocturna a la Maliciosa. Jim Beam es
celebrado… ¡¡Viva Jim Beam!! ¡¡Viva Jim Beam!! ¡¡Tres hurras por Jim Beam!!
Esto nos
permitirá llevar con mejor talante esa parte del día donde uno tiene la
sensación de haberlo hecho todo solo desea volver al lugar donde todo comenzó.
El retorno se hace agradable llevándonos al final… o principio… de otro nuevo
año uno-gradista, otro nuevo año de experiencias, esperemos tan saludables,
benéficas y cordiales como las que venimos viviendo en la última década.
Como ya íbamos
servidos, bien servidos, la tradicional cervecita del final fue inexorablemente
sustituida por un café calentito reconfortador. De esta forma uno vuelve nuevo
a su casa, dispuesto a lidiar con todo lo que la semana le pueda echar encima.
Trasgu, 2014.
Buena forma de despedir el año. Y no eres antisocial. Una compañera de trabajo, cuando le digo que me voy solo de monte, también suele decirme lo de que soy un antisocial. Yo prefiero pensar que soy una especie de gourmet de la montaña. Me gusta disfrutarla y para eso en soledad o con un pequeño gurpo de amigos. Para barullos de gente ya tengo el centro comercial al lado de casa.
ResponderEliminarUn saludo
ja ja ja..........¿antisocial?? Que va hombre.....!!! En montaña.....afortunadamente, somos muchos los antisociales.!!!! ja ja ja.
ResponderEliminarGuapa esa rutina y preciosa la ascensión por ese corredor. Saludos.
Que bonitos los paisajes nevados..Un saludo.
ResponderEliminarEsos tubos de Peñalara me traen por la calle de la amargura, que ganas tengo de conocerlos.
ResponderEliminarNiblap!! tas invitau!!
Eliminarvente cuando gustes!!!!
Por cierto, yo también me declaro "antisocial de la montaña"
ResponderEliminarSi me topo con varios antisociales tomando cava o vino en la cumbre o al pie de alguno de estos montes, supondré que sois vosotros y a ver si es verdad y podemos echar un trago juntos. Mientras tanto, seguiremos recorriendo estos parajes tan alejados de la urbe y que tanto nos agradan ¡Majos los tubitos! Salud y montaña, amigos.
ResponderEliminarjajajaja ... Carmar ... siempre estarías invitado ...
Eliminara ver si nos cruzamos
S2
Trasgu
¿Podemos formar un club social de antisociales?
ResponderEliminarA ver si vamos a ser muchos ....
EliminarNo se yo
jajajaja
Eeeeeiiinn!! cienfuegos!!
ResponderEliminaryo he de reconocer que me gustan esos grupetes pequeños ... donde llegas a conocer a la gente.
Un abrazo.
Trasgu
Gracias Doctore!!
ResponderEliminarGracias Juan Carlos
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