“Con vos nos iremos, Cid, por yermos y por poblados;
no os hemos de faltar mientras que salud tengamos”
Anónimo, Cantar del Mio Cid.
De nuevo volvíamos al Macizo de Ubiña, de nuevo con Niblap y
Stelvio, zona últimamente frecuentada con tan grata compañía.
Después de un tiempo sin pisar montaña por mi parte, ya
había mono. El día se presentaba inmejorable, como en otras muchas ocasiones,
fijo la salida con Niblap y Stelvio, salida sin punto final. Este, junto con el
recorrido, como ya empieza a ser habitual, lo fijaremos allí mismo, en el
Meicín, después de ver cómo está aquello, después de evaluar sensaciones.
Salimos desde Tuiza, previo reencuentro con tales buenos
amigos, saludos, abrazos y preguntas por los que faltan. La subida desde Tuiza
al Meicín nos sirve para ponernos al día unos a otros de todo aquello que últimamente
ha venido aconteciendo en nuestras vidas. Afortunadamente parece que no nos
podemos quejar, excepción hecha de esa promesa perdida para la causa, Kike… a
quien empieza a ser complicado verlo en estos acontecimientos.
La subida desde Tuiza nos sirve, como siempre, para
calentar. Uno se baja del coche calentín, todavía un poco ojeroso por el
descanso que parece no haber abandonado del todo, hace el mayor esfuerzo del
día por ponerse las botas, doblar el lomo en esos momentos cuesta, que grandes
esfuerzos tiene que hacer uno por ir a la montaña, y, cuando lo que pretende es
media horina relajada para ir tomando el ritmo, se encuentra con aquella
ascensión mantenida al Meicín. Antes de salir del pueblo tienes el corazón a
mil… si, como en mi caso, cenaste unas manitas de cerdo, evidentemente bien
acompañadas, no sabes si tumbarte allí mismo o darte la vuelta, para volver de
forma inmediata al lugar del que, en esos momentos, piensas no deberías haber
salido. Cuanto tiene que penar uno, pero como dice un conocido… “no es fácil
ser de León”.
Allí solo nos queda decidir, ¿dónde vamos? Tampoco vamos a
discutir mucho. La nieve no estaba para meternos en grandes florituras, hacía
calor, los furacos eran habituales, te hundías de forma constante… que suplicio
podría ser aquello. Así, como a una hora de distancia nuestra vemos a tres
aguerridos montañeros abrir con el sudor de su frente una inmejorable huella,
en esta ocasión en dirección al Canalón Oscuro. Era una señal del Señor… ese
era el camino a seguir, tan magno esfuerzo no podía ser baldío… hoy estaba
marcado nuestro destino: había que subir al Canalón Oscuro.
Desde abajo la ruta se presenta atractiva. Yo no había
subido nunca esta montaña, una muesca más. A Niblap, que si la había subido
recientemente en compañía de otros ilustres uno-gradistas, no le importa
repetir (esta es una característica que claramente determina la presencia de un
uno-gradista, es capaz de subir tres veces seguidas la misma montaña y…
disfrutarla). Stelvio disfruta como nadie del circo de las Ubiñas (a poca gente
he visto con tanta admiración por la montaña… los días de bicicleta peligran),
estando allí cualquier decisión le vale. La decisión está tomada… el Canalón
Oscuro.
De esta forma nos plantamos a la entrada del Canalón, llega
lo mejor del día. Ponemos pinchos (con algún complejo problema de ingeniería
para encontrar la correcta colocación… “¡¡los pinchos para abajo!!”), sacamos
piolos y para arriba. A disfrutar.
La ascensión del Canalón, zona totalmente desconocida para
mi en el Macizo de Ubiña, se hace muy disfrutona, admirando las paredes que nos
flanquean, lo que vamos dejando debajo, el inmejorable escenario que tenemos a
nuestras espaldas y mirando constantemente arriba, esperando con ansiedad ver
que hay detrás de aquel collado que se atisba allí arriba.
Alcanzado el collado, el panorama es espectacular: los
Fontanes de frente, majestuosos, el Fariñentu a la derecha, retando a quien ose
acercarse a su canal del Infierno, los Cintos, los Follos, cual muralla que
cierra el paso al preciado botín de las Agujas de las Torres, escondidas detrás de ellos, sin
olvidar a nuestras Ubiñas, omnipresentes en todo momento, vigilando todo lo que
ocurre en sus dominios.
“¡¡Voy para baixo!!”, pongo en preaviso a Niblap, “¡¡qué eso
es gallego!!”… estos asturianos… en cuanto salen a la montaña vuelven a sus más
profundas raíces. De esta forma, después de haber alcanzado la cima y un
sigiloso y respetuoso descenso, buscando o evitando “tapinos”, buscando donde
clavar las puntas medianamente, me reincorporo al grupo. Ya en las faldas del
Canalón Oscuro no puedo evitar echar una mirada arribar y contemplar esa bonita
montaña que hasta hoy yo no había colocado en el mapa de las Ubiñas. Que
contento vuelve uno (la Palazana también la miré… ya la tengo en la cabeza,
algún día vendré a por ella).
Ya buscando sitio donde reponer fuerzas en una situación
medianamente confortable, bajamos un poco a los Joyos de Cueva Palacios, donde,
frente al espectáculo de los Fontanes, nos tomamos el merecido descanso. Allí
Niblap y Stelvio aprovechan para jugar unos momentos a rapelar, poner alguna
estaca, probar el ancla de nieve, vamos…esos momentos de juego que tanto nos
gustan en la montaña.
Desde aquí, solo nos quedaba buscar la Forqueta de los
Portillines, volver a cruzar al valle del Meicín y de la forma más cómoda
posible, procurando no clavarse mucho en los furacos, alcanzar el hoy “sobrepoblado”
(cosa nada habitual) refugio del Meicín, desde donde, tras haber disfrutada de
esa merecida cervezuca), ya casi en situación de despedida, emprendemos en
relajado descenso al punto de salida.
Otro gran día de montaña, regalado por la Ubiñas, en el que
un pequeño grupo de uno-gradistas, que osaron volver a juntarse a sus pies,
disfrutaron como enanos. Hasta la próxima.
Trasgu, marzo’2014
Huellas de Troll surcando la nieve, orientándose hacia el Canalón Oscuro, tiran de las mentes de gnomo todavía turbias por la madrugada y así, sin darse cuenta, se encuentran en fila india, poniendo pie tras pie en la profunda traza hasta que, avivados los sentidos, se percatan de dos cosas:a) que no son trolles, sino aguerridos montañeros los que van abriendo camino, y b) que ya estan en el empinado canalón, así que, por fin despiertos aceptan disfrutar de la maravilla que esta montaña les tenía preparada. Buena excursión y bellas fotos. Salud y Montaña, Trasgu y Cía.
ResponderEliminar