"Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos
como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores,
tormentas y disparates imposibles"
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha.
01 de abril de 2018
Después de una Semana Santa en la que la meteo no nos ha
dado tregua solo quedaba aprovechar el único día que nos ofrecía cierta oportunidad
de hacer algo.
Más allá de la meteo, el importante paquetón (de nieve)
caído, nos cerraba muchas opciones. Había que tener cuidado. La idea era buscar
algo sencillito, sin grandes complicaciones que nos permitiera matar el
gusanillo y echar la mañana por ahí. Con Jorgito Stelvio, nos vamos a Lumajo;
algo podríamos hacer por allí.
Después de haberle contado mis intenciones a Jorgito, ya en
los preparativos previos, se percata de algo que pagaríamos todo el día: “¿Nun
trajiste les requetés??????” … encima como Jorgito es un tío solidario, decide
dejar las suyas en el coche. Yo ya le avisé, “si tenemos que morir en el monte,
es mejor llevar un par de raquetas para que al menos uno se pueda salvar”, pero
no aceptó. Allí íbamos los dos igual: sin raquetas.
Yo he de reconocer que a las raquetas no les presto mucha
atención. Las que tengo me las habré puesto tres veces. No es que se me
olvidaran, es que suelo pasar de ellas. Pero esta vez era distinto a lo
habitual en los últimos años: aquello estaba de nieve “hasta las trancas”. Si
llega a estar Perico me mata. Mea culpa. Ya no las dejó más en casa (así están…
nuevecicas!!). Jorgito … también me mete caña … “así te dura tanto el material
… ¡¡si es que no lo traes!!).
Empezamos a andar y pronto me doy cuenta del gran error
cometido … “¿Dónde vamos sin raquetas?”. Nada más salir del pueblo, te hundías
hasta las rodillas, aquello era un infierno. Afortunadamente, Dios aprieta,
pero no ahoga. Nos puso justo delante nuestro a tres campeones (cada uno con
sus raquetas) que nunca mejor dicho … “nos mostrarían el camino”. Hacían una
huella que se me saltaban las lágrimas de verla.
“¡¡Jorgito!! ¡¡Nun se te ocurra adelantarlos!!” … aunque
hicieron alguna paradina, nosotros también parábamos, siempre detrás de ellos.
La salida del día estaba decidida por el momento … iríamos
donde fueran ellos. Había dos opciones, el Muxiven (mi idea inicial) y el
Cornón (más larga), pero nos daba igual. Donde fueran ellos iríamos nosotros…
al fin del mundo, si fuera preciso.
Distancia: 18.21 Km.
Desnivel acumulado: 1095 m.
Mantuvimos la duda durante unos kilómetros … hasta que a la
altura de las Brañas Viejas de Naraviego se nos despejaron las dudas: nos vamos
al Cornón.
De esta forma fuimos avanzando, siempre 50/100 metros por
detrás de ellos. Jorgito me metía caña … “¿pa qué tienes las raquetas en el
garaje de casa?” Conforme vamos ganando altura, parece que la situación va
mejorando, la nieve va estando más dura y nos permite avanzar mejor.
En todo este proceso, la niebla no nos da oportunidad de ver
más allá de 10 metros delante nuestro. En la Majada de la Regada abre por
primera vez … como una imagen impresionante se nos planta delante el Pico la
Regada, imponente desde su cara Sur. Me confunde, llego a creer que se trataba
del Cornón que ya lo teníamos a sus pies. Hasta ese momento me había limitado a
seguir la senda de “nuestros guías”, con la cabeza agachada para ver las
huellas, con muy poco que la niebla me permitiera ver a mi alrededor. Era
evidente que nos andaba “atento”… el “hippy ese” … ni mirarlo.
Cuando vamos rodeando la Regada, es cuando me doy cuenta que
algo no me encaja. Todavía no era el Cornón, el ansia me había podido.
Ya en el collado entre la Regada y el Pico Aspía, nuestros
guías se detienen a poner crampones. En el collado la nieve estaba venteada y
dura. Es ahí cuando no nos queda más remedio que mostrarles nuestras
“reverencias”. “Si tenemos oportunidad… os pagamos unas cervezas”. Charlamos un
rato con ellos, nos preguntamos lugares de procedencia, “qué hacéis por aquí un
día como el de hoy” … pues nada, que no tenía nada que hacer y aquí nos vinimos
(a pasar frío).
Después de poner los pinchos, ya conociéndonos, seguimos
hacia el Cornón. Al bajar del collado, nos volvemos a encontrar zonas de
acumulación de nieve, ahora sin raquetas; la niebla vuelve a cerrar, para no
volver a darnos opción hasta el regreso. Estaba claro que hoy la montaña no nos
lo iba a poner fácil. Aquello es un suplicio. Nuestros compañeros del día, a
quienes estaremos eternamente agradecidos, pronto deciden retirarse, esto está
muy mal.
Se dan la vuelta.
Muchas veces los objetivos se consiguen con perseverancia …
un poco más, a ver que hay allí arriba, seguro que la nieve un poco más
adelante está más dura, “donde vamos a ir que estemos mejor que aquí”, … en
fin, todos esos razonamientos que te hacen avanzar 10 metros más allá, que te
permiten avanzar un poco más y no darte la vuelta en ese momento (que es lo que
te está pidiendo el cuerpo).
Lo cierto es que aquello nos permite salir del atolladero,
poco más adelante, con algún que otro “bache”, la nieve mejora, todo parecía
mejorar, ya podíamos andar, eso si, no veíamos más allá de nuestras narices;
solo nos queda tirar de “hippy-ese” y buscar la cima.
Durante la ascensión final, en más de una ocasión me acuerdo
con la célebre cita de la Sherpa de los Balcanes: “A ver si vamos a subir tanto
que nos vamos a pasar la cima!!”. Aquello se hace eterno, pero al final, allí
tenemos nuestro más que merecido premio: ¡¡El vértice geodésico!!! (¡¡porque
otra cosa era imposible de ver!!).
¡¡Allí estábamos cuando nadie daba un duro por nosotros!! ¡¡Nunca
con tan poco se llegó tan lejos!!
Pronto emprendemos el regreso. Lo primero será buscar algún sitio
a resguardo donde reponer fuerzas. En la Majada de la Regada encontramos choza
que nos da cobijo. Tampoco nos paramos mucho … te quedas helado.
De esta forma acabamos … tras pasar el tramo final, ya con
la nieve derretida, donde de nuevo volvemos a recordar esas raquetas que
Stelvio dejó en el coche y que yo no nunca llevé. Stelvio ye una máquina!!!!
Bonito día invernal, con cima incluida, disfrutando de esos
pequeños momentos que solo en esos instantes se pueden ver.
Trasgu, abril’2018.
(fotos de ambos participantes)
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