jueves, 22 de diciembre de 2011

Cuatro días en Navarra 3/4: Camino viejo de Koixta

(viene de http://uno-gradistas.blogspot.com/2011/12/cuatro-dias-en-navarra-24-pico-ori.html)

Amanece un día muy frío. La escarcha cubre los coches que han pasado la noche aparcados en la plaza del pueblo. Todos aparecen pintándolos de blanco sucio. Es un día soleado, que no impide que el aire marque con fuerza cada rincón de nuestros pulmones cuando nos atrevemos a respirar más de la cuenta.
Con ilusión, y disimulada ansia por mi parte, desayunamos nuestras tostadas, nuestros cafés, nuestros zumos. Todo sufrimiento y abnegación. La conversación no da ninguna muestra de cansancio acumulado después de haber hecho la ruta de Irabia, el día de ayer el Pico Ori, y luego subir a la ermita de Nuestra Señora de Mulskilda, con otros 250m de desnivel por un cómodo sendero entre árboles (vistas recomendables tanto desde la ermita como durante todo el camino).

Tras comprar pan y consultar la prensa deportiva en este día del R.madrid – F.C.Barcelona (todo el kiosquillo de pan y prensa era fundamentalmente azulgrana) hacemos los bocadillos y salimos hacia Casas de Irati.
Abandonamos las empedradas calles de Ochagavía cuando la gente toma las aceras en una estampa de gran contraste entre luces e intensas sombras, humeando al respirar. La carretera revirada pronto entra en el tupido bosque, y una vez más pasa a ofrecernos vistas prodigiosas de los valles cercanos y nos permite alcanzar el puerto que cruza la Sierra de Ábodi para bajar luego a valle que esconde el tesoro que es la Selva de Irati. Sus 40 min de conducción no se hacen pesados. Más aun, son de disfrute.



La ruta en datos.
  • Distancia: 12km
  • Desnivel: 450m
  • Dificultad: sendero fácil de montaña. Muy resbaladizo por el barro en algunos puntos.
  • Agua: no
  • Track de GPS: Rafael Muñoz.




Nos ubicamos en el aparcamiento y salimos de él cruzando el puente sobre el río para dejar la carretera en apenas 200m tomando la NA-69. Hemos andado unos 10 min y nos damos cuenta maravillados de que este puede ser un día especial. Las hojas caídas por el tardío otoño tapizan densamente en marrón-rojizo cada rincón del suelo. Los tocones, las rocas, las partes bajas de los árboles están cubiertas de un tapiz de verde encendido con extraordinaria intensidad. Los descarnados troncos de las hayas contrastan con el verde de los abetos. Y todo ello en un sendero que serpentea por un bosque intemporal, como imaginado en un sueño de montañero que cree en la existencia de nomos, hadas y otros personajes mitológicos.




Unas veces subimos con fuerza entre árboles, otras nos asomamos al cañón que está formando el río 20m más abajo. De senda pasamos a camino, y de este a vereda. De vez en cuando el cruce de un arroyo rompe la monotonía del paso, que no del paisaje. Cada rincón es un motivo para llenar la memoria de la cámara de fotos, una disculpa para detenernos a disfrutar del momento llenando la nuestra. Tan solo el resbaladizo suelo, cubierto por una película de barro, hace que nos tengamos que concentrar en cada paso y nos obliga a emular el andar de un pingüino. Es como si alguien hubiera untado de grasa de gocho las piedras, las raíces, y hasta la misma senda. En un punto han tenido que poner incluso una cadena para evitar que esvires (que te escurras), similar a la del Paso de los Sarrios de Ordesa.







Nuestro destino, el embalse de Koixta que marcaría el punto de retorno, lo teníamos ya olvidado cuando salimos a una ancha pista que anunciaba su proximidad. Caminando con el Pico Ori al fondo llegamos al puente sobre el muro del embalse, que hemos de cruzar para retornar por la senda NA-60A.


En la otra orilla el sol empieza a deshelar un claro del bosque lleno de troncos talados, y decidimos trabajarnos los bocadillos. ¡qué poco dura media barra de pan con chorizo cuando se come a viserazos!

Desde este punto el retorno se hace por una ladera orientada al sur, lo que da un ambiente más seco pero también más luminoso. Los primeros centenares de metros transcurren por pista que se abandona para tomar una vereda en fuerte pero corto ascenso. Robles, hayas abetos nos acompañan en este tramo.




Poco antes de empezar el descenso nos desviamos apenas 300m a nuestra derecha para asomarnos al mirador de El Boche. Muy buenas vistas sobre el cañón que atravesamos por la mañana.
Volviendo a la NA-60A  emprendemos la bajada por un bosque más tupido. Ya nos habían avisado, pero la realidad supera lo imaginable. El barro en esta zona hace que cada paso sea como si descendiéramos sobre hielo. Una resbaladiza capa de barro superficial cubre una dura capa más profunda. La primera resbala, la segunda te impide hacer huella. Unas veces bajamos 1 m, otras veces menos, pero cada paso intentamos que sea todo lo corto que nos permita el sorteo de la galleta al que estamos jugando.




Tras superar esta zona, la senda se hace más tranquila hasta llevarnos a la ermita de Nuestra Señora de las Nieves, desde la que solo resta bajar un centenar de metros lineales y cruzar el río para llegar a los coches.
No sin  antes meter las botas en el río para ver si quitábamos algo del barro que las cubría hasta la caña.




Buscasombras 2011

2 comentarios:

  1. joeeeee tiiiioo,

    esto es como una telenovela, todos los días me levanto a ver el nuevo capítulo. Ahora si que te lo estás currando.

    Mu guapo, que bien lo pasasteis.

    Es una santa.

    S2 y un abrazo para ambos.

    Trasgu

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  2. Einnnnn?, La Enemiga una Santa?
    No veas la tensión que me metió los días de antes: que a ver que nos haces, a que no voy, mira que no vuelvo, que eso lo haces con tus amigos, …
    Pero esta actividad la ha disfrutado. Vamos, que otras veces sí que es una santa (y así consta en el blog), pero en está no fue para tanto. Hasta se le escapó “te doy 10” de lo mucho que le gustó.
    (lo pongo aquí para que quede cosntancia)

    Y sí que lo disfrutamos mucho. Estuvo muy bien.
    S2 y muchas gracias

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