“¡¡Ay, ay, cómo
culpan los mortales a los dioses!, pues de nosotros, dicen, proceden los males.
Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les
corresponde.”
Odisea, Homero.
26 de diciembre
de 2014
Malos momentos
para aquellos, montañeros aguerridos, gustosos de disfrutar de nieves e
inclemencias entre las alturas, en la roca, malos momentos aquellos en los que
deben buscar la nieve cual preciado tesoro en el que poder hundir sus acerados
útiles, cual preciados lugares en los que disfrutar de todo aquello que fueron
a buscar, en los que disfrutar de las grandiosas montañas siempre con la
confianza de que les permitan y tengan la generosidad de mostrarse y dejarse
admirar.
Uno debe ser aún
más preciso cuando la amenaza de la tempestad se cierne sobre si, tempestad en
la uno queda reducido a un exiguo y humilde ser, cuya máxima pretensión solo
puede ser encontrar defensa ante la misma.
En la aventura a
buscar para el día de hoy había que lidiar con todos estos factores… la escasez
del elemento nieve, la latente y cercana
amenaza de tempestad vespertina… y un factor que nunca se debe minusvalorar,
que siempre se suele llevar a cuestas… el ansia que uno suele tener al principio
del invierno por degustar estos placeres.
La cita había
quedado fijada una semana antes… Rocío, cual duelo de antaño, había fijado cita
para celebrar el paso del tiempo desde el comienzo de su existencia en la
tierra, cita que no podría ser zanjada en lugar distinto de la cumbre de una de
esas de nuestras montañas. Por si dudas hubiera al respecto, pastel de
chocolate, semejante al ya degustado una semana antes, habría allí para todos
los presentes, pero eso si… había que estar presente. La cita era ineludible,
inexcusable.
Niblap, gran
conocedor de estos lares, y asesor en esto de la búsqueda de lugares donde dar
rienda suelta a estas aficiones, propone asomarnos al circo formado en torno a
la laguna Las Verdes. Rocio, Perico, Stelvio y Trasgu, este que escribe, como
en otras múltiples ocasiones, siendo ya norma habitual en la forma de actuar,
el objetivo final sería decidido en el último instante en función de las
circunstancias encontradas en el lugar.
El circo de la
laguna Las Verdes ya había sido frecuentado en anteriores ocasiones por todos
los que esta mañana nos damos cita. Unos con motivo de pedirle permiso al
Montigüero para encaramarse en su grandiosa canal, otros para rebuscar entre
los laberintos de las Coloradas si algún corredor pudiera ser sacado a la luz,
corredor todavía a día de hoy sin bautizar, alguno incluso estaría en una y
otra. De nuevo íbamos a buscar quehaceres a aquel circo.
La hora de
salida, condicionada por la amenazante tempestad vespertina, es previa al orto,
en Torre de Babia. Antes de que la luz nos facilite localizar las sendas que
nos llevarán a nuestro destino ya estamos en faena, aderezados con todos los
aperos, hoy más que nunca, había que llevar de todo.
La subida ya la
recordaba como una subida tediosa, donde te vas acordando que luego tendrás que
volver, un castigo a pagar para poder degustar los placeres que más arriba uno
espera encontrar. Un precio que habrá que pagar de nuevo cuando, habiendo
degustado los placeres, sea imperativo el retorno al lugar donde uno siempre
quiere volver en estas ocasiones, al lugar desde el que se inició la ruta.
Entre saltos de agua en la lejanía y planes futuros en torno a las
posibilidades de los mismos transcurre sin prisa pero sin pausa esta subida.
Ya en el circo,
previa evaluación de opciones, queda fijado el objetivo, la Peña de los Años
(2157 m.) disfrutando previamente del corredor “cuñaos gemelos” (200 m.), así
bautizado por Setmil y Xiblo dos años ha.
Ascensión
acumulada: 1172 m.
Distancia
recorrida: 15.95 km.
(Fotografía y croquis original de Setmil y Xiblo)
Ansiosos por
recoger lo que habíamos venido a buscar, acicalados desde su base con todos los
aperos que subimos hasta este lugar, el corredor se disfruta desde su inicio al
final, incrementándose esta sensación cuanto más se adentra uno en él, cuando
más se encajona entre los dos farallones que lo encajan. Uno detrás de otro, los cinco componentes del
grupo vamos progresando y disfrutando del lugar.
Después de la
salida, muy en mixto, solo nos quedan esos momentos de autocomplacencia, donde uno
mira para debajo de nuevo tratando de volver a degustar aquello que vivió
instantes antes.
Desde aquí, ya
que estamos allí, solo nos queda ganar la arista para recoger ese pequeño
premio de la cumbre de la Peña los Años a través de su arista, azotados por
importantes ráfagas del dios Eolo que no consentirán que estemos allí más de lo
estrictamente necesario, emprendiendo el descenso de forma cuasi
inmediatamente, no sin antes robarle a la montaña ese pequeño recuerdo de
cumbre en forma de fotografía de los allí presentes.
Ya habiendo
descendido la arista, al mínimo resguardo que pueda darnos el terreno de
alrededor, Rocío da fiel cumplimiento a su promesa deleitándonos con ese pastel
de chocolate que será grandemente celebrado por todos los allí presentes y
degustantes.
Solo nos queda el
descenso, el cual lo realizaremos a través de la pala por la que habíamos
ganado la arista, descenso en determinados momentos “delicado” por la dureza de
la escasa capa de nieve, ahora hielo, allí presente.
Solo nos quedaban
esos momentos de abnegado, resignado y autocomplaciente retorno, siempre con un
ojo a nuestras espaldas tratando de comprobar que la amenaza inicial no sería
ejecutada en nuestra presencia, aunque eso si, parecía que nos empujaba a abandonar
aquella zona de forma inmediata. El permiso para estar allí había pasado. Como
desplantes a esta tempestad que nos empuja, a modo de triquiñuelas a la misma,
o rememoración de mi mismo una semana antes, todavía un par de los allí
presentes aprovecharían para unos cuantos “sapiazus” cual fardos inertes sobre
la esvirante yerva de las últimas laderas.
Trasgu, diciembre
de 2014.
Fotografías de Niblap, Perico, Stelvio y mías mismas.
Que delicia de paisajes y dia, envidia sana.
ResponderEliminarAntonio
Magistral relato Trasgu
ResponderEliminarExcelente literatura de montaña adornada con unas bellas imágenes. Enhorabuena
ResponderEliminarHola ,
ResponderEliminarAntes de nada felicitarte por el blog, mi pareja y yo disfrutamos mucho leyendo tus elocuentes relatos por lo que te animamos a que continúes publicando vuestras actividades.
Estamos comenzando en esto de los corredores y te agradecería que me contestaras a unas preguntas:
- Parece que se trata de un corredor no excesivamente complicado, ¿cuanto dirías que puede ser la inclinación máxima? ¿Os llegasteis a asegurar en algún punto?
- En caso de tener que asegurarse en roca, ¿Es esta de la suficiente calidad? porque no lo parece...
Muchas gracias por tu atención y lo dicho, a seguir haciendo montaña,
Saludos
Muchas gracias ...
Eliminaren referencia a tus preguntas ...
No nos aseguramos en ningún punto. La inclinación máxima serán unos 50-55º (al final). Bajo mi punto de vista no es muy complicado. Solo al final hay que tener un poco de cuidado: zona más resguardada, más fria, placas de hielo, nieve muy dura.
La roca no es de buena calidad, pero creo que llevando varias cintas (grandes y pequeñas, no hay problema), incluso algun friend o fisurero.
Saludos.
Trasgu.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
ResponderEliminarS2.
Trasgu