martes, 7 de abril de 2015

Corredor Sin Sueño (Pico Cualmarce NE)



"Así que el divino Odiseo desplegó gozoso las velas al viento y sentado gobernaba el timón con habilidad. No caía el sueño sobre sus párpados contemplando las Pléyades y el Bootes, que se pone tarde, y la Osa, que llaman carro por sobrenombre, que gira allí y acecha Orión y es la única privada de los baños del Océano. Pues le había ordenado Calipso, divina entre las diosas, que navegase teniéndola a la mano izquierda. Navegó durante diecisiete días atravesando el mar, y el decimoctavo aparecieron los sombríos montes del país de los feacios, por donde éste le quedaba más cerca y parecía un escudo sobre el brumoso ponto."
La Odisea. Homero.

21 de marzo de 2015.

El sol se puso y llegó el crepúsculo. Así que se dirigieron al interior de la cóncava cueva que parecían formar las nubes sobre la montaña echadas, para deleitarse, en mutua compañía con la aventura que por delante les esperaba.

Y cuando se mortró Eos, la que nace de la mañana, la de dedos de rosa, Niblap, Perico, Stelvio y Trasgu vistieron de sus atuendos pa tal hazaña. Con piolet, cual de bronce, bien manejable, agruzado por ambos lados y hermoso mango, cual fuera de olivo bien ajustado. A continuación, tomaron cuerdas, bien pulimentadas, y emprendieron el camino hacia un extremo de las montañas donde habían crecido grandes laderas, aristas y vértices negros que suben hacia el cielo, nevados desde hace tiempo, que podían flotar ligeros.


El destino, en esta ocasión, fijado como siempre al alba y sin mayor consideración que la oportunidad que pudiera ser ofrecida en ese momento a los allí presentes, rebuscando en las profundidades de la sabiduría de Niblap, lo fijan en el Cualmarce, por allá por los países de Torrestío, hollado hace un tiempo por los bravos cuñados, sin muchas más referencias que otra anterior, nombrado por los mismos como el corredor “Sin sueño”, en la cara noreste de este pico.



Distancia recorrida: 10.23 km.
Desnivel acumulado: 715 m.





¡Ay! Seguro que los dioses han cambiado de resolución respecto nuestra opción de cumbre mientras llegábamos al punto de partida, ya cerca de la tierra  de los lagos, donde es su destino escapar de la tierra de las civilizaciones.

Cuando alguno de los allí presentes hubo pensado así, se amontonaron las nubes, se agitaron las mismas, haciendo levantarse grandes brumas de todas clases, ocultando con las mismas al mismo tiempo los llanos y las montañas… y la noche surgió del cielo.




Así , al amparo de Perico, gobernado “hippy-ese” cual velas al viento, navegaron durante horas, atravesando llanuras, caminos y majadas, y a la tercera aparecieron los sombríos contrafuertes del monte de los babianos, no por donde este le quedaba más cerca, pero cual escudo sobre su brumosa cima.





¡Ay de nosotros, desamparados, ¿qué nos sucederá por fin ahora? Mucho temo que todo lo que relataron los cuñaos sea verdad; aseguraron que si no tomábamos la entrada adecuada sufriríamos  mil desgracias sin que la cumbre pudiera ser alcanzada, antes de regresar a nuestra patria, y ahora todo se estaba cumpliendo. ¡Con que nubes ha cerrado Zeus el vasto cielo y agitado el ponto, lanzando las mismas con ímpetu sobre nosotros, allí presentes! La segunda desembocadura es la marcada como el camino al destino buscado… recuerda Niblap en boca de los cuñaos, felices que lo dieron todo en la vasta canal perseguida en este día.



Cuando hubieron dicho así, les alcanzó a los pies de semejante farrallones una ola que cayó cual luz del día, emergiendo y escupiendo la imagen buscada por todos, mostrando el camino que debían tomar a la cumbre. El gran ímpetu les arrastraba cual corriente hacia el mismo, como cuando el otoñal Bóreas arrastra por la llanura los espinos se enganchan espesos unos con otros, así al abrirse las nubes, nos vemos arrastrados los cuatro por aquí y por allí en busca del final añorado.



Echamos a andar hacia tal desembocadura, ¿qué nos sobrevendrá por fin? pues si subimos la ladera y umbrío corredor tememos convertirnos en presa de los elementos … después de pensarlos, echamos a andar, entre los dos farallones que habían nacido en el mismo lugar, sin que llegara a nosotros el soplo de los vientos ni el resplandeciente sol con sus rayos.

Así, durante los doscientos metros en los que la afrenta se vino a desarrollar, se encontraron todo tipo de pruebas que debieron ser sorteadas y superadas, con el excelso ánimo de todos los allí presentes, desde  nieves cual arenas movedizas donde uno parecía ser engullido por las fauces del invierno, a tramos de hielo puro, donde la montaña se negaba a que el piolet fuera clavado en ella, en un intento de expulsarnos de sus posesiones, pasando por una grieta por la que, en fallo de lo anterior, ante la imposibilidad de expulsarnos de allí, la montaña trata de engullir a alguno de los osados que perseveraban en su obcecación, todo ello con el acoso constante de boliches arrojados sobre los mismos y la amenaza allí presente del balcón de nieve, desde que el que su alma parece presenciar la afrenta de aquellos arrogantes, cuya ira amenaza constantemente con dejar caer semejante aluvión en defensa de su cumbre.












Entretanto los cuatro caminamos hacia la famosa morada donde creen que las nubes pueden reposar, removiendo con sus corazones diversos pensamientos, cuando se detuvieron, cual nido de águilas, antes de alcanzar la arista cimera. Si ella te recibe con sentimientos amigos puedes tener la esperanza de ver a los tuyos, regresar a tu casa de bajo techo y a tu tierra patria.



Un último esfuerzo nos quedaba por realizar… la travesía de salida, a partir de la cual podríamos plantear como salir de allí.

Así llegamos, contemplando con admiración semejante espectáculo de luz y sombras, brillo y oscuridades, cambiante cada minuto en función del deseo de las nueves a nuestros pies, momentos aprovechados para de la forma más precisa posible plantear la posible salida de aquella jaula en la que nos habíamos adentrado, hacia la liberación que nos permitiera degustar esos momentos con el regocijo propio de aquellos que, como pocos, podíamos haber disfrutado de semejante espectáculo.




Ya en la cima, con la salida preparada, hicimos las correspondientes ofrendas a los dioses del lugar, los que gozan con el rayo, los que asisten siempre a los venerables suplicantes, en busca de su compasión en nuestra huida, proporcionando pan, vertiendo vino,  dejando allí toda clase de manjares, incluyendo el más preciado… el bien valorado y admirado chorizo de León. Una vez hicimos las libaciones y bebimos cuanto quiso nuestro ánimo, en nuestro interior pudimos escuchar… “Dad ahora fin a vuestro banquete y marchad a acostaros a casa, haced sacrificios a los dioses, dad hospitalidad al forastero, caminante solitario, y escoltadlo para que alcance su tierra sin fatiga ni esfuerzo, contento por muy lejana que sea, para que no sufra ningún daño antes de desembarcar en la misma”.



Así, solo el regreso quedaba pendiente, con la tranquilidad de haber cumplido con lo requerido, debiendo todavía emprender y enfrentar una larga lucha con la endeble nieve, como castigo a nuestro altivo comportamiento en tierras de Babia, habiendo aprovechado un día del que nunca hubiéramos pensado sacar mucho, alcanzando nuestra morada de bajo techo con tremenda tranquilidad y euforia interior… eso sí, antes hubimos de cumplir lo requerido en pos del forastero caminante solitario de Bayona que, en el retorno, se cruzo con nosotros, demostrando su admiración por esa raza, la asturiana, quien según sus palabras… “Nunca se cambiaría por nadie”.






Como siempre, haciendo mía la sentencia de Carmar,… Salud y montaña!!

Trasgu, marzo 2015.

Fotos de todos los afortunados allí presentes, a la sazón, Niblap, Perico, Stelvio y … yo mismo, Trasgu, relator de esta aventura.








1 comentario:

  1. Angosto, elegante, empinado y arrogante corredor por el que os habéis esforzado y que, finalmente, os premió no sólo con la luminosidad del sol sino con la satisfacción del esfuerzo bien culminado. Enhorabuena por la ascensión, las fotos y el relato, y gracias por seguir recordando a los que fugazmente nos encontramos pero que asiduamente nos seguimos. Salud y Montaña, compañeros. "Y andense con cuidado vuesas mercedes por aquellas tierras nevadas, que muy empinadas se me antojan, no olvidándose de tener siempre a mano una escudilla o ampolla con bálsamo de Fierabrás, que todo mal cura y que libra de encantamientos varios cuando con fe se aplica"

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