“… pero Dios mirará por su pueblo y deparará alguno, que, si
no tan bravo como los pasados andantes caballeros, a lo menos, no les será
inferior en el ánimo; y Dios me entiende y no digo más.”
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha.
12-14 de agosto de 2016
La propuesta nace de Cacahuetes… el puente de agosto había
que hacer montaña en Picos.
Después de diversas idas y venidas, ajustes y desajustes,
unos que se apuntan otros que se borran, la opción de Cabrones (con cacharru o
sin cacharru) … tomamos la decisión de irnos, para todos nosotros volver, al
Collado Jermoso,
La convocatoria queda oficializada:
“Tres agurridos montañeros afrontan la gran aventura de
pasar un fin de semana en Picos y ser capaces de volver a su hogar como si nada
hubiera ocurrido.
El bravo Perico … rey del hippy-ese, intrépido trepador, príncipe
de los barrancos de Asturies (el rey ye Triskel) … Bienvenido Perico!!!
Cacahuetes, magnánimo presidente Jabalidor, el único
montañero capaz de subir la Canal del Agua sin comer, ni dar de comer a su
compañero (que es lo peor!!)… le pega a todo, insaciable, no tiene fin… Solo
los cacahuetes pudieron con él, de ahí su sobrenombre.
El pobre Trasgu, que aquí suscribe, relator de estos hechos
acontecidos, dispuesto a sufrir lo que haga falta. A vuestros pies.
Los Picos os esperan, no los defraudéis.
Valga lo anterior como presentación de los participantes,
conmigo como nexo de unión a quien ya me conocéis.
Objetivos: la Palanca, el Llambrión y la Torre del Friero…
yo no he subido ninguno”. Finalmente la Palanca será hollada, el Llambrión
sustituido por la Torre del Hoyo Oscuro y finalmente la Torre del Friero
apuntada como gran hazaña de los allí participantes.
Picos: Torre de la Palanca, Torre del Hoyo Oscuro y Torre
del Friero.
Distancia recorrida: 33.76 km.
Desnivel acumulado: 3674 m.
Día 1. Viernes 12 de agosto.
Cacahuetes y yo emprendemos la subida desde Cordiñanes el
viernes a las 17:30, en lo álgido del día, con el Lorenzo aprentando todo lo
que podía sobre nuestras cabezas.
Cacahuetes nunca me lo perdonará … un sabroso bocadillo de
lomo y pimientos, comido por mi parte a “cara perro” en el trayecto de llegada
como si no hubiera mañana me pasa factura. Lorenzo y bocadillo provocan el
efecto esperado, un chungo en pleno hayedo de Asotín… Dios que malo es juntar ambas cosas con el Cacahuetes metiendo
presión. La cena nos esperaba en dos horas y media en el refugio… Cacahuetes me
quería matar contad de disfrutar de su cena, casi lo consigue. “Anda más rápido, da los pasos más cortos y
más rápidos, aprende a andar… tienes que andar con la cadera”. Era como llevar
la radio del coche puesta. Yo entro en modo “ahorro-energía” y … hasta que
llegué (ya me buscaré que cenar).
De esta forma, Cacahuetes me acompaña toda la Traviesa del
Congosto, adelantándose la trepada final al refugio en pos de su cena (y reserva
de la mía). A las 9 estábamos cenando, previo agradecimiento al cordial y
comprensivo personal del refugio (no esperaba menos de ellos).
Como referiría en días posteriores Perico … “tres kilómetros,
tres horas … en Picos las distancias no se miden en kilómetros”. Sabia
conclusión.
Allí vivaquearán los tres; Cacahuetes y Trasgu por un lado,
a escasos metros del collado, con uno de los mulos allí presentes como amenaza
eterna de pasar sobre ellos, en el mejor lugar que pudieron encontrar,
disfrutando de las popularmente vanagloriadas lágrimas de San Lorenzo, mirando
estrellas verdes que parecen moverse, hasta alcanzar el descanso ganado.
Perico, cae donde llega, no es el momento de buscar, los pies de uno de los
bancos de madera le parecen un lugar maravilloso. En aquél momento no había
lugar mejor en el mundo para él.
Día 2. Sábado 13 de agosto.
Ya por la mañana, previo al desayuno, tras búsqueda entre
los sacos por allí esparcidos, con bicho o sin bicho, se produce el añorado
encuentro de los tres. La aventura había comenzado.
Después del agradecido y siempre valorado desayuno mañanero,
tras perezosa preparación de mochila y respectiva comprobación de que todos
estábamos mínimamente recuperados de las exigencias de la tarde/noche anterior,
emprendemos ruta a la Torre de la Palanca, por todos conocida menos por mi.
En el sendero de subida, más allá del normal disfrute de la
magnificencia de Picos postrada ante nosotros, Cacahuetes no le pierde vista al
Llambrión, y por ende al Tiro Callejo, puerta de acceso al mismo, defendida
cual Can Cerbero por el nevero postrado a sus pies. No puede dejar de mirarlo,
no puede dejar de tratar de explicar lo allí presente en la lejanía; para él es
un lugar muy conocido y respetado.
Excepción hecha de algún nevero que con toda la curiosidad
de mundo algun@ se acerco a pisar y la divertida trepaduca que a mitad de
camino te rompe la monotonía de la ascensión recordándote que las manos van “separadas”
de los bastones y también valen para agarrarse a la roca, alcanzamos la cima de
la Torre de la Palanca (2609 m.): imponente lugar desde el que el refugio
parece quedar hundido allá en lo profundo, con el Jou Grande y canal de
Dobresengos cual desierto a pasar, Cabrones y Torrecerredo enfrente. Allí
disfrutaremos unos momentos de las vistas.
Cacahuetes no desaprovecha la oportunidad de volver a mirar “de
cerca” al Tiro Callejo desde la cumbre. No pierde detalle. La ascensión al
Llambrión se la plantea por allí, la vuelta habría que hacerla por detrás,
Collada Blanca y Tiro Casares.
El descenso de la Palanca se hace rápido y entretenido,
acompañados por otro grupo de montañeros, deja tiempo para el charloteo,
posibles opciones,… rápidamente llegamos al Jou del Llambrión. Lugar de
decisión.
Yo, por mi parte lo veo claro: con la mañana muy avanzada,
subir el Llambrión para después afrontar toda la vuelta por el Norte suponía
poner en riesgo otra vez la cena… y el atardecer!!! nueva paliza y reventón!! Yo
desisto de esta opción… Cacahuetes y Perico, desconozco si por opción suya o
por acompañamiento hacia mi, tampoco lo suben. Perico propone cambiarlo por la
Torre del Hoyo Oscuro … “un paseín” menos exigente. A mi me parece correcto…
recorro las Colladinas, que no las conocía, y casi doy un vistazo a Cabaña
Verónica. Así lo decidimos.
El trayecto se hace llevadero, Colladina para arriba,
Colladina para abajo. Detrás de una colladina siempre viene otra. Collada
Ancha, Tiro Casares… una pequeña trepaduca y ahí tenemos la Torre del Hoyo
Oscuro. Todo esto no es gratis… aquello parecía una sartén, sin paz, descanso
ni sosiego, era como el sol te cayera encima. No hay donde meterse. Perico paga
su precio… entra en el ya conocido modo “ahorro-energía”. En la cumbre, el
tiempo justo para comer algo y había que volver… allí solo perdíamos tiempo y
agua. Quedaba un largo trayecto.
El agua se convierte en elemento clave… ¿Mataría Cacahuetes
por medio litro de agua? Que cada cual de su respuesta… a nosotros nos amenaza
si no le damos agua. Yo siempre planteo la misma cuestión … “¿Hubiera cortado “Saimon”
la cuerda si el otro hubiera tenido las llaves del coche en el bolsillo?” (Véase
el documental “Touching the void”). En el fondo es un buen chaval. Que
grande!!!
Collada tras collada, colladina tras colladina … ya únicamente
con un sorbo de agua solo encuentro una forma de reponer algo… tirarnos un rato
debajo de un peñasco… empezaba a haber sombra (esta vivencia ya la tenía de
Gredos en situación muy similar). Allí descansamos media hora, muy de
agradecer, y tomamos entusiasmo para afrontar las colladinas hasta el refugio.
Una vez allí… esas gloriosas jarras de cerveza del Jermoso no tienen precio… no
hay dinero que pueda pagar lo que uno siente en ese instante. Este día nos la
habíamos ganado.
Solo quedaba el
descanso del guerrero: la cena, disfrutar del gran y único atardecer del
Jermoso, buscar sitio para el vivac, un cola cao calentico, mirar un poco al
cielo, charloteo y … hasta el día siguiente. Otro día de Picos.
Esta noche, en lugar de mulos, tenemos perros. Perico no los
miraba con buenos ojos.
Día 3. Domingo 14 de agosto.
El domingo amanece con un perro saltando sobre la cabeza de
Perico y él, metido en el saco, sin ser capaz de articular movimiento. “Cagüenmimantu!!!!!!!!”
Tenía que haber despeñado al perro!! … ¿¿¿¿¿¿o
al dueño???????? Probablemente, el animalico de cuatro patas no tuviera culpa
alguna de lo que estaba ocurriendo.
Cacahuetes ya nos avisa: “Hoy el día es largo”.
Esta vez con la mochila al completo, abandonando el refugio,
la aproximación al Friero se hace eterna. Mira que lo ves ahí cerca, pero
cuesta llegar a él la de Dios. Vaya xatada!!!! El agua vuelve a ser elemento
clave. Cacahuetes me machaca la cabeza. Perico mantiene el optimismo.
La aproximación es un continuo sube y baja de colladas,
colladinas, hombros, pedrerus, praos y
todo lo que se te pueda aparecer por delante.
Hasta la Vega de Liordes, quizás por tratarse de camino
conocido, y el frescor de la mañana, la cosa se hace llevadera, incluso
entretenida.
A partir de la Vega de Liordes empiezan las incertidumbres,
el camino lo intuimos (que gran intuición montañera la del Cacahuetes), sabemos
dónde hay que llegar, incluso un grupo de montañeros nos lo explica y nos dice
que está jitao… “¡¡¡to está jitao!!!” (esta historia también me la conozco de
Gredos... léase en este mismo blog el tratado filosófico sobre la “consideración
de jito”… ¿Qué es un jito? ¿Cuándo tres piedras pueden considerarse como jito?
Todo depende del nivel de desesperación que tenga uno).
Así, más allá del Llagu Bajeru, por el Jou de los Llagus,
emprendemos la búsqueda del jito. Uno por aquí, otro por allí, la cosa no
parece ir mal, Cacahuetes nos insiste en que queda mucho, que cuidado con el
agua … Perico siempre mantiene su optimismo.
En el paso del Jou de los Llagus, tratando de buscar el
Collado de la Chavida perdemos los jitos … “¿es esto un jito? ¿y aquello?” …
Sin agua, con un calor que te mata, con el Jou que teníamos por delante, yo no
puedo buscar jitos… conforme se me está cayendo el alma a los pies, viene Dios
a verme y encuentro el jito que nos marca la salida… Dios aprieta pero no ahoga,
nos muestra la salida y, durante el día, considerará que habíamos tenido
suficiente castigo: Los dioses de la montaña, como otras muchas veces, deciden
ayudarnos.
El camino estaba marcado, ya vemos la salida, solo quedaba
la cuesta al hombro del Friero y las trepadas… “con un paso malo”. Yo he de
decir que cuando me dicen “solo hay un paso malo…” se me ponen los pelos como
escarpias. A ver qué es eso del paso malo.
Merece la pena recordar aquí lo acontecido la noche
anterior, donde una humilde pareja, con sus mochilones, nos cuenta que los
habían mandado al refugio bajando el Tiro Callejo: “Nada… solo tiene un paso
malo, tiras la mochila y ¡¡ya está!!”. Hay que tener mala hostia… si los
pobrecillos no le habían hecho mal a nadie… ¿para qué les harán esa putada? Hay
que joderse. Lo pasaron bastante mal los pobres.
Volviendo a lo nuestro… nos quedaba probablemente los mejor
de los tres días. Una llambría antes de llegar al hombro, el paso malo (que
esta vez de verdad era “un paso malo”, solo un paso) y dos trepadas de lo más
entretenido. Lo disfrutamos a lo grande. Alcanzamos la arista cimera y cumbre.
La Torre del Friero… yo le tenía muchas ganas, era una
cumbre que me gustaba desde hacía muchos años, ahí estábamos, Cacahuetes,
Perico y Trasgu en la cumbre; disfrutando del momento.
¿Y por qué será cuando estás en una de estas cumbres bonitas
aparecen las “moscas de cumbre”? Nombre técnico … “Culmen Muscae”. Allí hay que comer rápido porque sino las
moscas te comen a ti. Uuuuff!!
El descenso, parte preocupante desde que uno llega arriba,
se hace más fácil de lo que inicialmente nos hubiera podido parecer. Pasito a
pasito, otra vez el “paso malo”, peor en la vuelta que en la ida, la llambría, donde
el uso de la “tercera pierna” se hace obligatorio, y ya solo nos queda la
vuelta.
Quizás por lo bien que lo habíamos hecho, el Dios Eolo se
encarga de darnos su brisa de vez en cuando y no dejar que la nube se quite de
encima de nosotros. Le estaremos eternamente agradecidos.
Entre racionamiento de agua, “moscas de cumbre”, “grillos
del pedreru” y otros asuntos tratados, a través de la Canal de Asotín llegamos
a su Vega. Cacahuetes nos había dado descanso en la Canal, las ampollas
distraían su atención y pensaba para adentro, sin necesidad de transmitirlo al
exterior, pero al llegar a la Vega, en merecido y ganado descanso tomo su
puesto como autonominado presidente de la República de Asotín, puesto al que no
está dispuesto a renunciar. Como lo disfruta.¡¡¡ Todo un Jabalidor!!!
Solo nos quedaba en relajado paseo atravesar el Hayedo y,
por la pared, llegar a Cordiñanes. En el entremientras Cacahuetes nos va
exponiendo las condiciones para ser nombrados miembros “Jabalidor”… asunto que
dejaremos para tratar en otra ocasión.
Fin de semana grandioso en grata compañía. Gran montaña la
Torre del Friero.
Trasgu. Agosto’16.
PD:
Pa que no me digan que se me ha olvidado… he de renovar mi
material de montaña… después de 15 años, empieza a estar obsoleto.
Y, por cierto, agradecer el magnífico trato y atención
recibido en este refugio del collado Jermoso. Probablemente el mejor en los
refugios de España que yo he estado. Un abrazo para los que lo atienden.
Fotos de Perico y Trasgu.
Antonio, qué desniveles hay en Picos, ¿eh?
ResponderEliminarEn septiembre, Llambrión
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ResponderEliminar¡¡¡ enhorabuena, Trasgu !!! Por la actividad y por el reportaje. Mis mas sinceras felicitaciones, amigo. Un abrazo.
ResponderEliminarMuuuuchas gracias compañero!!
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