Del 22 al 24 de enero de 2010.
Texto Trasgu
Texto Buscasombras
Hace unos años era tradición por estas fechas celebrar ciertos cumpleaños en el refugio Elola, en el Circo de Gredos.
Este se puede describir como un entorno espectacular, bravo, imponente, majestuoso, … especialmente en invierno, donde cualquier intento es todo un logro, donde el esfuerzo a realizar se ve recompensado por las imágenes que se presentan por cada esquina, en cada detalle.
Allí, una figura se muestra como el señor de todo el Circo: el Almanzor, Plaza del Moro Almanzor. Pico accesible en verano, peligroso en invierno, cuando el hielo del circo lo envuelve como el manto de un rey.
Hace años que venía teniendo esta ascensión invernal en la cabeza. Hasta este año, era un objetivo lejano, no intentado, incluso peligroso. Este invierno había llegado el momento: había que intentar aquello de lo que tantas veces había hablado, aquel Pico que tantos inviernos había mirado, que tantos veranos había subido, intentando imaginarme como sería en invierno.
Había que buscar acompañantes. Estaba claro que Buscasombras era el acompañante perfecto: otro cumpleaños en el Elola!! (aunque fuera con unos días de retraso). Buscasombras no se lo piensa: hay que intentar aprovechar la oportunidad que se nos pueda presentar.
Hacia años que tenía la invernal al Almanzor en mente, y siempre, por trabajo, por familia, por salud, no había sido posible. Incluso tras el MontBlanc por los 4000s aparecia como claro objetivo. Cuando Trasgu marcó en el calendario este fin de semana me llené de ansiedad y y emoción. Empecé a hacer preparativos. Era una oportunidad que no se nos había dado en años. Todo se ponía a nuestro favor. Además del amigo-compañero de cumpleaños, aventuras y otras correrias, el pronóstico del tiempo daba una casi-tregua para hacer viable el intento. Y, que leches, "disfrutar" del ambiente del Elola, donde todavía se respira compañerismo montañero.
A última hora se une al grupo El Yeti de Chamberí: quería poner en práctica todo aquello que Buscasombras, como buen mentor le había ido transmitiendo … en otras lecciones.
(este Yeti es un osado!! ni más ni menos que al Almanzor).
El pronóstico no nos daba muchas oportunidades: el sábado infame, el domingo mejoraba. No obstante, todo estaba montado: el plan hecho, los respectivos permisos concedidos, … refugio … solo había para la noche del viernes al sábado. No podíamos dejar pasar esta oportunidad, por pocas oportunidades que tuviéramos de lograr el objetivo que nos llevaba hasta allí. Decidimos partir el viernes para volver… inicialmente el sábado, finalmente el domingo gracias al hueco que alguien nos dejó en el refugio.
El viernes, ya en Hoyos del Espino, antesala de la Sierra de Gredos, ya es costumbre parar en la tabernilla donde sabemos que siempre nos estará esperando esa panceta, conocida y referenciada no en pocas ocasiones entre los miembros uno-gradistas. El Yeti se muestra agradecido:”¡¡Qué bueno esto de venir a Gredos!!”.
Así el viernes nos plantamos en la famosa Plataforma (1770 m.), punto de inicio de los sueños de muchos montañeros que ansían conquistar alguna de las cumbres de Gredos, o simplemente de aquellas personas que gustan de disfrutar de su imagen. Los días de antes ya se sabe … constante planificación, inquietud, ansiedad, … volvíamos a Gredos. Para mi, en cuanto llego a la Plataforma todo esto se acaba, llegó el momento de disfrutarlo: a vivir el Circo.
Cuando uno llega a la Plataforma, un poco de menudeo (término adoptado por el Yeti) se coloca todos los aperos, mira a su alrededor, si ya ha estado alguna vez siempre piensa: “buff!! Ahora los Barrerones … (y lo que es peor) al salir los Barrerones!!”. Vaya pestiño!! Para Buscasombrar es como un precio que tiene que pagar por ir al Circo, yo siempre pienso que detrás de ellos están el Circo. En fin … los Barrerones (2160 m.), como su nombre indica una auténtica Barrera para todo aquel que quiera ver el Circo en todo su esplendor, una cuesta tediosa, una auténtica cuesta de vacas, que pone la paciencia de uno al límite, especialmente si ya la ha subido en reiteradas ocasiones. Allí uno siempre se pregunta: “¿Cuánto queda?” “¿Dónde está la fuente?”. Al final se suelen aprovechar estos momentos de “desesperación” para recordar viejas historias. En esta ocasión el Yeti nos recuerda el cartel que un día encontramos por el Ocejon: “Pinos NO” (¿qué problema tendría aquella gente con los pinos? Nunca llegamos a saberlo, todo parecía una indicación de donde NO debíamos ir.
Ya en la parte final de estos Barrerones, después de comprobar que la Fuente de los Cavadores estaba seca, empieza a despuntar el Almanzor, el primer pico que uno divisa: “Venid, que os estoy esperando” parece indicar en tono altivo. Desde ese momento uno no puede bajar la cabeza, hasta que se asoma al mirador y comprueba con asombro “la que allí hay montada”. “¿Dónde está el refugio?” un pequeño punto en este circo glacial es el refugio Elola, a la orilla de la Laguna Grande, en invierno tapada por el frio manto del Almanzor.
Odio los Barrerones!!. Comparados con lo que te espera, o lo que dejas atrás cuando vuelves a casa, se convierten en algo que no hace más que interponerse. Eso sí, gracias a ellos siempre siento en mi estómago ese cosquilleo característico al ver a cada paso asomarse las cimas, las paredes, las portillas, las hoyas, la Laguna..... Son un pesado telón que hay que descorrer para que empiece la función.
Odio los Barrerones, creo que porque se interponen.
De camino al refugio aprovechamos para discutir sobre el estado de la Laguna: “¿Pasamos por encima?”. Buscasombras y yo ya pasamos en otros tiempos algún “apuro” y siempre se nos viene a la cabeza:”mira que si tienes que salir nadando, con el frio que hace”. Finalmente pisamos con mucho cuidado, tanteamos un poco … parece que está duro, a cruzarla.
Muchas anecdotas sobre la Laguna. Pero siempre se me eriza el pelo cuando recuerdo el día de enero, en plena ola de frío, en el que en la mitad de la laguna notamos como el hielo se volvia blandito.
Hoy a la laguna Grande se sube andando sin dificultad, en dos horas y pico, desde la Plataforma de Gredos. Pero antaño, cuando la ventaja del asfalto no existía y esas dos primeras leguas debían cubrirse a pie o en burro -tal cual hacían, obligados por su oficio, los vaqueros o los estraperlistas que cruzaban la sierra por el cercano puerto de Candeleda-, no era un plan tan regalado, y seguramente por eso las gentes se inventaban mil pretextos para no acercarse a la laguna. Había la leyenda -recogida por Cela en Judíos, moros y cristianos- de una alta dama de la Vera de Plasencia, embrujada por un mal querer, que vivía en el fondo de la laguna haciendo desenamorarse a las doncellas que se miraban en sus aguas. Corría la hablilla -consignada por Baroja en La dama errante- sobre bestias acuáticas capaces de devorar a un buey y no dejar de él más que los bofes, que sobrenadaban en la superficie del lago. Y se contaba -como anotó el explorador Gregorio Aznar en 1834- que la laguna se comunicaba subterráneamente con el mar, lo que sin duda era una convincente razón para no arrimarse a un lugar donde, de un resbalón, podía uno acabar en mitad del Atlántico.
La Laguna de Gredos, escribió Cela, es un inmenso riñón de agua nítida y bien filtrada, de agua tan bella y pura que casi dan ganas de bebérsela. Emplazada a 1.950 metros de altura -a una hora escasa bajando por un camino empedrado desde los Barrerones-, la laguna tiene una longitud máxima de 600 metros, una profundidad de 40 y ocho hectáreas de superficie. Las truchas, y endemismos como el sapo de Gredos y la salamandra del Almanzor, son las bestias, no muy fieras, que la habitan. Y los únicos seres hechizados son los montañeros que ocupan todos los sábados el refugio Elola, en la orilla occidental, soñando con la ascensión del día siguiente al Almanzor, que ya es harina de otro costal.
En fin allí estaba la laguna helada y a continuación el refugio: piolet en la mano, mochila desabrochada y a cruzar.
Ya en el refugio, tomamos aposento, cama y taquilla, y rápidamente a por la cervecita, que por hoy bien ganada está. Siempre que llego a este refugio me gusta otear quien hay por allí. En este caso encontramos a Oscar (regente del habitáculo) y Jonás (montañero ilustre por los entornos de Madrid, conocido de otras aventuras y anécdotas que algún día tendremos que plasmar para que no caigan en el eterno olvido), ambos buenos y doctos montañeros siempre dispuestos a echar una mano, dar una opinión, a todo aquel que se lo requiera, ambas figuras unidas a Gredos, especialmente en invierno.
Después de una noche, donde el clásico frio del refugio Elola brilló por su ausencia, amanece el sábado. La mañana no se presenta muy halagüeña, el día amanece con nubes bajas que no dejan ver las cimas. Desayuno clásico, hacemos tiempo a ver si levanta ("...¿y crees que abrirá?". “Esta muy cerrado, ¿no?”, le responde Oscar a Buscasombras), un poco de menudeo … finalmente a eso de las 9:30 decidimos probar a ver que nos depara el día.
No hacía frío. Había estado lloviendo por la noche, lo que era un mal presagio sobre el estado de la nieve y del hielo. El día amaneció con nubes a media altura que nos desaminaban un poco. Pero de forma unánime decidimos probar. Se veia la entrada a las canales y sabiamos el camino.
Ya pronto nos damos cuenta que la nieve va a estar dura: tenemos que ponernos los pinchos. Igualmente, conforme avanza la mañana parece que el tiempo nos va a conceder una oportunidad.
En el trayecto de subida me llevo una sorpresa, después de mucho tiempo el Yeti es el primer acompañante que identifica el Perro que Fuma!!, montaña de glorioso nombre, siempre recordado y comentado, situada entre los Tres Hermanitos y el cordal de las Navajas.”Es como Snoppy tumbado en su caseta con un cigarrillo en la boca!!!”, exclama. Nunca nadie la había descrito de forma tan meridiana. Buscasombras no da crédito a lo que escucha: “¿Dónde puedes ver un perro?”. Yo siempre lo había visto, pero nadie me había entendido, … hasta hoy.
Por otro lado, me fijo en los Tres Hermanitos, especialmente admirados por ‘Chiflu’ , montañero de Reciecho.
Estamos a los pies de la portilla Bermeja y el día es magnífico: el sol aparece entre nubes, no hace mucho calor y se está de miedo. Aquí ya no cabe duda, la nieve arriba va a ser hielo y de huella … muy poco por no decir nada.
La portilla Bermeja se hace sin problemas, encarando a continuación la portilla del Crampón. Allí cada metro complica un poco más la situación. Los dos piolos se hacen necesarios, sin ellos es difícil y peligroso progresar. Pronto el Yeti, equipado con un solo piolo empieza a pasarlo ‘regular’, desde ese momento hay que asegurar.
Primero Buscasombras, luego Trasgu, así sucesivamente vamos montando reuniones con la intención de llegar al Cuerno del Almanzor, cima de la portilla del Crampón (2530 m.). Allí nos plantearíamos que hacer: ¿intentar la cumbre? ¿salir por la portilla de los Cobardes? ¿volver por la portilla del Crampón?
Después de asegurar con el ancla, algún piolet bota, … llegamos arriba. Lo primero que uno ve es el Cuerno del Almanzor, nunca tan impresionante. Las Canales Oscuras no lo son tanto. Pronto nos damos cuenta de que hoy no es el día para intentar la cumbre en el Almanzor: “esto parecen tejados de iglesias góticas”, comenta Buscasombras. Después de movernos un poco por allí, asumimos que hoy no es el día.
Joder!!!. Pedazo de ambiente. La nieve está bien, el hielo complícado por lo quebradizo. Está todo "para no equivocarse". Ni medio error. Tras descolgarnos unos metros comprobando el terreno confirmamos que para no arriesgar hay que montar alguna reunión que otra en la travesía. Y luego vendría el descenso que, con un solo piolet, al Yeti se le haría eterno. Nos damos cuenta de que toca pensar en la vuelta si no queremos perdernos la cena.
Otra opción era salir por la portilla de los Cobardes, haciendo honor a esa condición de uno-gradistas que arrastramos (¡nunca dejaremos de ser ‘promesas amateurs!!’). Mi opinión inicial era que el cuchillar de Ballesteros podía estar bien para cruzarlo, pero por un lado, Oscar y Jonás (buenos conocedores de la zona) ya nos habían avisado que podía ser lo peor, por otro, después de haber quedado sorprendido por el estado de la portilla del Crampón (yo esperaba nieve con mucha más huella), tengo mis serías dudas sobre el cuchillar de Ballesteros: aquello se podría eternizar. No queda otra: hay que volver por donde hemos venido.
Buff!! Esto hay que tomárselo con paciencia. Toca asegurar el descenso. Los dos primeros largos son especialmente delicados, luego el asunto se hace más llevadero. Entre descuelgues, aseguramientos, algún fisurero, … bajamos la portilla del Crampón, llegando a los pies de la Bermeja. Al final se convirtió en una buena ocasión para ‘jugar’ de verdad a aquello que tantas veces se practica.
Ya anocheciendo, a eso de las siete de la tarde llegamos al refugio, vamos observando como desde las distintas laderas otros montañeros también regresan al único sitio del Circo que permite pasar una noche agradable.
De nuevo una noche agradable, en un refugio completo, en la que echo en falta ese ‘frio acogedor’ que suele caracterizar las noches de invierno en este refugio: “¿qué ha cambiado con otros años?”, me pregunto.
Ya el domingo, el día amanece peor que el sábado, con la niebla a ras del suelo, un campo de visión inexistente. El plan de hacer la canal de la Mina se viene abajo, nos podemos perder en esa maraña de piedras y resaltes. Este no era el fin de semana. Afrontamos la más que tediosa subida de los Barrerones, de retorno a la Plataforma, donde Buscasombras será definitivamente nombrado "Rey del menudeo". El fin de semana había acabado.
Solo quedaba celebrar como merece lo realizado, lo disfrutado, lo vivido, … y esperar a la próxima ocasión para volver al Circo de Gredos.
Trasgu,2010.
domingo, 24 de enero de 2010
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