“Esto, pues, señores, es ser caballero andante, y la que he
dicho es la orden de su caballería, en la cual, como otra vez he dicho, yo,
aunque pecador, he hecho profesión, y, lo mesmo que profesaron los caballeros
referidos, profeso yo”.
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha.
11 de julio 2020.
Un día cualquiera, sin que los motivos aporten nada al momento
de escribir este relato, el Gran Mati me preguntó … “¡¡Oye!! … ¿Cuáles son los
lugares más bonitos en torno a León para llevar a alguien a la montaña?”
Seguro que cada lector nosotros tiene “sus montañas”, “sus
rincones”, … incluso ¡¡algún no montañero los llega a tener!! Es más … ni siquiera
podemos aspirar a coincidir, ni este que suscribe pretende que su opinión sea
la de nadie más, ni mejor que la otro cualquiera. Pero, después de tantos años
de recorrer senderos, subir y bajar riscos y valles, leer libros y buscar rutas
por unos rincones u otros, de acompañar o ser acompañado por diversos
montañeros, con inmensidad de momentos vividos y recuerdos generados … no dudé
mucho en elegir “mis montañas de mayor belleza” por aquellos contornos.
Hay muchas montañas de gran belleza, pero dos de estos
lugares los catalogo en mi interior como “sublimes”, donde cada vez que voy no
puedo evitar que despierten mi admiración.
A uno de ellos vamos hoy … el otro para otro día, será
motivo de otro relato el día que sea menester. Centrémonos en las montañas de
hoy.
Más allá de lo anterior, aunque desgraciadamente coincidente
en el tiempo, no puede haber mejor homenaje que estas montañas para dos asiduos
lectores de este blog que desgraciadamente, por motivos diferentes, en estos
últimos meses dejaron de estar con nosotros en este mundo: Miguel Sandianes y Carmar
(Carlos Martos). Sin llegar a conocerlos en persona, amigos “virtuales”
por este blog, tuve un gran aprecio por ambos, disfrutando de sus valiosos
comentarios en gran número de publicaciones … no me cabe la menor duda de ambos
volverán a disfrutar al leer y ver este nuevo relato, desde donde quiera que
estén.
A Miguelón … entrañable y de gran corazón, mucho le insistí para
que nos acompañará un día y pudiera vivir en directo estos momentos que
tanto le gustaba disfrutar leyéndolos. Desgraciadamente nunca pude convencerlo,
mucho me acordaré de ello … claro, Jorgito, para entretenerlo en la bici, le
contaba sus aventuras y me lo asustaba. Algún día habré de cumplir el consejo
que Miguel siempre me daba; no lo olvido Miguel. ¡¡Que gran tipo!!
A Carmar … incansable e infatigable montañero, después
de una salida venía otra, no había tiempo para el descanso. Su blog “Zancadas
Ligeras” (http://carmar-zancadasligeras.blogspot.com/)
fue sin dura el mayor referente de este en el que yo escribo, que ahora veo hundirse
entre las publicaciones antiguas, gran maestro, excelente montañero, mejor
relator. Carmar llegaba a todos los rincones, en todas las direcciones, te
enseñaba ese detalle que solo él captaba … y describía mejor que nadie. Todavía
recuerdo su último comentario … “No sé si será Wamba o el propio equinoccio
otoñal quien dará paso a las nuevas nievas que pronto cubrirán montañas y
prados; entonces será cuando alguno retornará a ellas, con hierros y aperos,
para afrontarlas con ánimo y mucho tiento. Mientras tanto, y eso llega, vivamos el
colorido otoño que ilumina nuestros bosques. Salud y Montaña, Trasgu, amigo.”
Y en ello seguimos … “sacaremos de la pluma grandes
historias, ya vividas, entre los ocres de bosques y montes leoneses, siempre
admirados por los montañeros que en ellos transitamos. Grandes
agradecimientos por tus palabras amigo Carmar. Salud y montaña, Gran Carmar”.
Mati, promotor de esta salida, Jorgito y yo, trasgu, el que
suscribe, apuntamos a los Castillines, desde Tuiza … y como colofón, la Sherpa
de los Balcanes, antigua excelsa unogradista, nueve años después (ya ha pasado
tiempo … http://uno-gradistas.blogspot.com/2010/03/somiedo-valle-de-lago-somieu-llagul.html)
retoma su carácter intrépido montañero. ¡¡Gran equipo!! … es difícil juntar
tanta calidad.
Distancia: 11.16 km.
Desnivel acumulado: 1136 m.
Como siempre que uno se asoma por tierras asturianas, ya Tierra
de Mordor, allende Puerto Pajares, no puede saber lo que se va a encontrar. Esa
mañana orbayaba … alguno de los allí presentes se cuestiona su presencia en tan
magnánima empresa, “quien me mandaría venir aquí …”. Hay que animar al
personal … “tranquilos que esto escampa … ya lo decía el refrán … siempre que
llovió escampó”.
De esta forma llegamos a Tuiza donde nos está esperando
Jorgito, el único aborigen del grupo, ya saben … “el rey de la Cubilla” … mas
de 600 ascensiones, y continúa en ello. ¿No habrá otro puerto para subir y
bajar con la bici? A Jorgito se ve que le gusta.
Presentaciones y demás … y camino al refugio. La salida de
Tuiza, como siempre, hasta que pasas las primeras rampas y calientas se hace
dura. Aquí es cuando uno se va dando cuenta que se ha dejado demasiada ropa
puesta y no hemos andado 200 m.
La llegada al refugio siempre es un momento de gran autocomplacencia.
Más aún si durante la subida desde Tuiza has ido envuelto en nubes y al llegar
al refugio empieza a abrir. El circo allí formado es espectacular, las Ubiñas,
los castillines, el Siete, los Portillines, el prau de abajo con su Llagu (si
no se ha secado) … sitio realmente mágico. Te dan ganas de quedarte allí … ¿pa
qué más?, pero siempre hay que seguir un poco más, no sin antes intercambiar alguna
conversación con los guardianes del refugio, siempre encantadores.
En la búsqueda de la senda que nos lleve a la Collada del
Arco, entre sendas de vaques, de personas, algún error nuestro, y el instinto primario
de ir a la trocha, nos hace meternos en el canchal, u pedreru, previo a les Cinches
del Planón, donde no vemos el sendero (que estaba a 20 metros), lo cual nos
hace sufrir el mismo. Pero esto lo tiene que vivir todo aquel que quiera ser
montañero … ¿Qué es una salida sin un pedreru que sufrir? Eso uno debe llevarlo
en el cuerpo, te calienta para todo el día. Luego siempre ocurre lo mismo,
cuando ya has llegado arriba, mirando desde el risco superior, ves que la senda
la tenías a 20 m., ¿qué necesidad había de sufrir tanto?
Después, hasta la Collada del Arco, un poco de terreno
descompuesto. ¡¡Esto no tracciona!! Ahí es donde cada uno se busca su camino: la
sherpa por la hierba, otro por los morrillos, … los más duros insisten en la
senda. En este tramo los farallones de los Castillines, siempre enfrente tuyo,
donde tienes que levantar la cabeza para mirar a donde tienes que llegar te
minan el cerebro, cuando no conoces la senda … “¿cómo vamos a llegar allí
arriba?” … y entonces te dicen “ponte el casco”.
Al llegar a la Collada del Arco, es cuando uno une León y Asturias
… allí Tuiza, aquí Torrebarrio. Pues si que están cerca. Una visita a los arcos
… y seguimos.
Desde aquí lo más divertido, las trepaducas a los
castillines, el primero y segundo, que el tercero es harina de otro costal. Es
cuando uno se lo pasa mejor, vamos por aquí, mejor por allí, espera que voy a
mirar, se va mejor por aquel lado, … La Sherpa es como un rebeco, la juventud
es un grado, Jorgito y Mati lo dan todo, y yo intento buscar las sendas.
Visitamos los dos Castillines, admiramos el bonito pozo minero,
buzón de cumbres del segundo, las fotos de cumbres de rigor, recuerdos para el
amigo Herminio (algún día lo explicaré), unas miradas para las gran Ubiña, otra
para el Siete, al valle, los Portillines, montañeros por arriba, por abajo, …
como siempre digo, aquello es como un parque de atracciones, y tu allí en medio
de todo. Por esto es uno de mis dos lugares preferidos en la montaña. Parece
que todo estaba preparado, con mar de nubes incluido para que Mati pudiera
entender los motivos por los que decidí llevé allí.
Siempre hay alguien que te baja el ego. Cuando tu estás orgulloso
de tu gran esfuerzo, en esos momentos de autocomplacencia donde te sientes grande
por haber llegado allí, te encuentras al que es muy grande, que deja a la altura
del betún y te devuelve a la realidad: “¿Cuántos años tiene usted? … 67, ya no
subo como hace 20 años”. Allí lo tienes, con su cachaba, piedra arriba, piedra
abajo, este hombre si que es grande. Vuelves a la realidad, bajas la cabeza y
continúas haciendo lo que puedes.
Llegados a las canales del Siete, evaluamos situación, miras
la hora, y por consenso decidimos que el Siete lo dejamos para otro día … por
aprovechar lo que nos quedaba del día, al volver recogemos el Pico Puerta del
Arco. Ya que estamos allí, la foto nos la llevamos, donde aprovecharemos para reponer
fuerzas para el regreso: unos cacahuetes, un poco de chorizo de León con el currusco,
algo de empanada, … allí todo te parece espectacular.
Solo nos queda bajar … ahora ya si, siguiendo el sendero que
no vimos al subir, deseando y anhelando esa cerveza de refugio, infinitamente
mejor que cualquier otra que te puedas tomar en cualquier otro sitio “civilizado”,
explicando porque te ha dado por perder el día entre piedras, entendiendo
por que para mi es uno de los dos mejores sitios de montaña que puedes
encontrar por aquella zona (donde hay muchos).
Y así de'sta forma Mati entro en el selecto club de los unogradistas de España ... y la Sherpa de los Balcanes volvió a ser lo que fue.
Ahora... publicaremos este relato, incluso mañana, incluso en
días sucesivos, lo miraré en búsqueda de poder encontrar los esperados comentarios
de Miguel y Carmar, pero esta vez no los encontraré. Siguen entre nosotros,
pero no podré encontrar sus comentarios, aunque no me cabe la menor duda que
leerán esta publicación.
No puedo acabar de otra forma: va por vosotros, Miguel y
Carmar, Carmar y Miguel … Salud y montaña, Carmar, Miguel, amigos.
Trasgu 2020.