“Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua.”
(Antoine de Saint-Exupery)
16 de abril de 2011.
Regreso a León, con mono de montaña Cantábrica, me pongo en contacto con personal tsacianiego, a alguna montaña tendríamos que ir.
Lito hace una propuesta de forma inmediata, vamos al Susarón.
Esta montaña ya la habíamos visto hace algo más de un año, cuando dimos la vuelta por la senda Wanda. Cada vez que uno pasa por el embalse del Porma, por Puebla de Lillo, es inevitable dirigir alguna mirada hacia ella. Es una montaña bonita.
José ya lo tenía acordado con Lito, el también acudiría a la cita, acompañado por Enol, su hijo.
(en esta occasion mapas y perfil realizado por Lacianaweb)
Llegamos a una hora prudente a Puebla de Lillo, donde dejamos distribuidos los vehículos de forma que nos permitan empezar por un lado y terminar por otro, nos llevaríamos una visión completa de esta montaña.
La subida parecía decidida desde el primer momento. La arita este sería nuestro itinerario a seguir, la arista que llama la atención cuando uno se aproxima a esta montaña rodeando el embalse.
Se trata de una subida donde uno, de forma progresiva, siempre acompañado por la tranquilidad de las aguas a nuestros pies, va descubriendo montañas, cordilleras que se van dejando ver, que se van mostrando ante el esfuerzo realizado: pronto se identifican la Rapaina y la Rapaona, con la Peña del Viento a su lado, entre los Mampodres, siempre enfrente nuestro asoman rápidamente Peña Ten y Pileñes, motivo de recuerdos de hace un año, fruto del esfuerzo, por encima de estos últimos los Picos de Europa, con Peña Santa como reina de ellos, a su derecha el Espigüete, buena panorámica la que se va presentando ante nosotros.
José, demuestra ser buen conocedor de la zona identificando la práctica totalidad de picos, lomas y colinas en torno a nosotros, muchas de ellas hoyadas años ha por él mismo.
La subida por la arista Este se hace muy entretenida, con alguna trepaducha que otra, en la gran mayoría de ocasiones elegida de forma voluntaria por cada uno de los allí presentes, siempre solventables por pequeños rodeos que permitirían evitar las mismas.
Llaman la atención durante toda la ascensión las imponentes paredes orientales, murallones que parecen sujetar las aguas del embalse a sus pies, paredes constantemente sobrevoladas, como dueños de las mismas, por rapaces de gran tamaño, probablemente buitres, que durante todo el día no dejarán de vigilar a estos “extraños” que les dio por visitar sus dominios.
Así hacemos cima, donde tras disfrutar unos momentos de las vistas, algunas fotos, alguna tarjeta de cumbre, decimos emprender pronto el descenso para tomarnos el merecido descanso en la fuente del Pradico.
El rápido descenso lo hacemos por la norte, bastante más tedioso que el ascenso previo. Pronto llegamos a la fuente, donde cada uno monta su descanso como puede: Enol, después de su ajetreada semana lo agradece, parecía que no fuera a llegar nunca, Lito y el que suscribe resoplando cual búfalos aprovechan esa media hora al solecito para retomar los “profundos pensamientos” que tanta concentración requieren, José no pierde detalle de todo lo acontecido alrededor, dos que suben por allí, tres más adelante, otros dos que bajaron cerca de nosotros… difícilmente pude ver a ninguno.
Mientras tanto, entre bocado y suspiro, el rebaño tomará su fuente, curioseando por “aquello nuevo” que había “crecido” cerca de la mismo, siempre guiado por esa mastín, más lista de la cuenta, la cual no se conformaría con los presentes voluntariamente donados, sino que, hábilmente, tomaría algo más de lo que fuera suyo.
Ya solo restaba terminar el descenso, por un pequeño sendero encajonado que nos llevará directamente a Puebla de Lillo, donde daremos cuenta de las merecidas “cervecitas”, como final a un bonito día de montaña.
Trasgu, abril 2011.
martes, 26 de abril de 2011
jueves, 14 de abril de 2011
Tubo Encajonado en Peñalara.
¿Quién pensaría que esas ramas reverdecerán y florecerán? Mas esperamos que así sea, y sabemos que así será.
(Johann Wolfgang Goethe)
10 de abril de 2011. Track GPS de la ruta en wikiloc.
Probablemente fuera la última invernal del año, tampoco es que quedara mucho, pero había que aprovechar el fin del invierno. Aunque la primavera estuviera casi terciada, a algunos todavía nos gusta calificar las salidas como invernales, ¿cuenta como invernal?
Buscasombras, el Yeti y Trasgu, estamos allí de nuevo, en el aparcamiento de Cotos, buscando el último tubo, buscando la última invernal. Buscasombras derrocha optimismo, allí se presenta con sus botas rígidas, no fuera a haber nieve desde el mismo aparcamiento, las tendrá que sufrir durante la mitad del día. El Yeti algo parecido, con los pantalones de esquiar, por si se encontraba ventisca en el camino. El que suscribe, no era tan optimista (“estos se han vuelto locos”).
De nuevo no tenemos ruta prefijada, vamos a la búsqueda, a la búsqueda del tubo perfecto, a la búsqueda de las mejores condiciones, en este caso por las paredes de Claveles.
La subida, como siempre, entre comentarios, rápida, tanto como se puede, … la idea era llegar pronto al objetivo y pillar nieve lo mejor posible, en estas fechas pronto aprieta el calor y la situación se hace, al menos, incómoda.
Vamos buscando tubo, que si esta, que si la otra, aquella parece muy tumbada, aquella la hicimos hace poco, … parece que, cruzando Cinco Lagunas, nos encaminamos irremediablemente a Claveles, tampoco estaba mal, hacía tiempo que no visitábamos su cima.
Después de haber disfrutado de Cinco Lagunas, paradisíaco paisaje, en el cual se respira la tranquilidad, el suave fluir de las aguas del deshielo, el renacer en estas fechas de las flores, de la naturaleza, algo atrae nuestra atención, en especial la de Buscasombras.
Allí arriba, un pequeño tubo, “encajonado”, entre dos grandes bloques, parecía darnos la oportunidad de pasar un buen rato. Era el “tubo encajonado”, ya había sido objetivo en otras muchas ocasiones, pero, por unos motivos u otros, nunca habíamos llegado a él. Hoy no se escaparía. Una bonita forma de terminar la temporada.
En el libro Escaladas Invernales, Desnivel, fuente del croquis anterior, lo describe como:
“Tubo encajonado, 45º a 60º
Piolets, crampones, puntos de seguro en hielo, friends.
Este itinerario recorre una canal que parte en dos un promontorio rocoso y debido a su encajonamiento está siempre helado.”
Esta vez cambiaríamos el hielo, por el mixto, por la roca y el barro, todo ello mezclado con la nieve. “¡¡Mixto huevo!!”.
Hasta llegar a tubo propiamente dicho, uno va entrando en calor, calienta “piernas”, trata de disfrutar de los pinchos que habrá de guardar hasta dentro de unos meses, quien puede suelta algún chascarrillo, quien no, se conforma con abrir la boca e inspirar todo lo que pueda, todo dentro de la ansiedad de llegar cuanto antes a la base del tubo, allí donde empieza, a ver que nos encontramos.
Ya en la base, Buscasombras lo describe perfectamente, estamos ante la teoría de la sandía: “mira que es grande una sandía, y lo difícil que resulta agarrarse a ella”.
El paso del resalte existente a mitad del tubo, tramo en mixmo, se convierte en algo comprometido, con pocos agarres, jugando con el centro de gravedad, la posición de las piernas y algún que otro equilibrio con los piolos, uno tras otro vamos pasando este enclave. Alguno no lo olvidará fácilmente, “¿se podía haber sacado cuerda?”, pues si, pero no se hizo. Decisiones que se toman en ese instante.
Después cada uno comenta la jugada con sus impresiones, llegan los inevitables momentos de autocomplacencia. Así alcanzamos, una vez más, la ya muy visitada cima de Peñalara, desde donde, sin siquiera hacer foto de cima, apremiados por los compromisos sociales que nos esperaban, más apremiantes para unos que para otros, decidimos emprender el descenso. Esta vez, el choricito nos lo comeríamos abajo con la cervecita encima de la mesa.
Un objetivo: evitar Dos Hermanas como sea, vaya pestiño. La ceja estaba peligrosa, no me gustaba. Había una salida fácil, a la vez que bonita y distinta, bajar por la suroeste, aunque sea sur directa, de Peñalara, bonito y directo, ¿qué más se le puede pedir?
En el descenso, apuramos la nieve hasta el final. Ya se acabó. Nos quitamos los pinchos, los miramos y … probablemente … a guardar.
Entre “mixto-huevo” y prisas volvemos a Cotos, donde todavía podemos disfrutar de la inevitable cervecita, esta vez acompañada de cecina, pistachos y, como no, choricito (esta vez de Carchalejo, no de León, descubrimiento de nuestra última salida por Gredos).
Ya podemos llevar las botas de invierno al zapatero. Hasta la próxima.
Trasgu, abril 2011.
(Johann Wolfgang Goethe)
10 de abril de 2011. Track GPS de la ruta en wikiloc.
Probablemente fuera la última invernal del año, tampoco es que quedara mucho, pero había que aprovechar el fin del invierno. Aunque la primavera estuviera casi terciada, a algunos todavía nos gusta calificar las salidas como invernales, ¿cuenta como invernal?
Buscasombras, el Yeti y Trasgu, estamos allí de nuevo, en el aparcamiento de Cotos, buscando el último tubo, buscando la última invernal. Buscasombras derrocha optimismo, allí se presenta con sus botas rígidas, no fuera a haber nieve desde el mismo aparcamiento, las tendrá que sufrir durante la mitad del día. El Yeti algo parecido, con los pantalones de esquiar, por si se encontraba ventisca en el camino. El que suscribe, no era tan optimista (“estos se han vuelto locos”).
De nuevo no tenemos ruta prefijada, vamos a la búsqueda, a la búsqueda del tubo perfecto, a la búsqueda de las mejores condiciones, en este caso por las paredes de Claveles.
La subida, como siempre, entre comentarios, rápida, tanto como se puede, … la idea era llegar pronto al objetivo y pillar nieve lo mejor posible, en estas fechas pronto aprieta el calor y la situación se hace, al menos, incómoda.
Vamos buscando tubo, que si esta, que si la otra, aquella parece muy tumbada, aquella la hicimos hace poco, … parece que, cruzando Cinco Lagunas, nos encaminamos irremediablemente a Claveles, tampoco estaba mal, hacía tiempo que no visitábamos su cima.
Después de haber disfrutado de Cinco Lagunas, paradisíaco paisaje, en el cual se respira la tranquilidad, el suave fluir de las aguas del deshielo, el renacer en estas fechas de las flores, de la naturaleza, algo atrae nuestra atención, en especial la de Buscasombras.
Allí arriba, un pequeño tubo, “encajonado”, entre dos grandes bloques, parecía darnos la oportunidad de pasar un buen rato. Era el “tubo encajonado”, ya había sido objetivo en otras muchas ocasiones, pero, por unos motivos u otros, nunca habíamos llegado a él. Hoy no se escaparía. Una bonita forma de terminar la temporada.
En el libro Escaladas Invernales, Desnivel, fuente del croquis anterior, lo describe como:
“Tubo encajonado, 45º a 60º
Piolets, crampones, puntos de seguro en hielo, friends.
Este itinerario recorre una canal que parte en dos un promontorio rocoso y debido a su encajonamiento está siempre helado.”
Esta vez cambiaríamos el hielo, por el mixto, por la roca y el barro, todo ello mezclado con la nieve. “¡¡Mixto huevo!!”.
Hasta llegar a tubo propiamente dicho, uno va entrando en calor, calienta “piernas”, trata de disfrutar de los pinchos que habrá de guardar hasta dentro de unos meses, quien puede suelta algún chascarrillo, quien no, se conforma con abrir la boca e inspirar todo lo que pueda, todo dentro de la ansiedad de llegar cuanto antes a la base del tubo, allí donde empieza, a ver que nos encontramos.
Ya en la base, Buscasombras lo describe perfectamente, estamos ante la teoría de la sandía: “mira que es grande una sandía, y lo difícil que resulta agarrarse a ella”.
El paso del resalte existente a mitad del tubo, tramo en mixmo, se convierte en algo comprometido, con pocos agarres, jugando con el centro de gravedad, la posición de las piernas y algún que otro equilibrio con los piolos, uno tras otro vamos pasando este enclave. Alguno no lo olvidará fácilmente, “¿se podía haber sacado cuerda?”, pues si, pero no se hizo. Decisiones que se toman en ese instante.
Después cada uno comenta la jugada con sus impresiones, llegan los inevitables momentos de autocomplacencia. Así alcanzamos, una vez más, la ya muy visitada cima de Peñalara, desde donde, sin siquiera hacer foto de cima, apremiados por los compromisos sociales que nos esperaban, más apremiantes para unos que para otros, decidimos emprender el descenso. Esta vez, el choricito nos lo comeríamos abajo con la cervecita encima de la mesa.
Un objetivo: evitar Dos Hermanas como sea, vaya pestiño. La ceja estaba peligrosa, no me gustaba. Había una salida fácil, a la vez que bonita y distinta, bajar por la suroeste, aunque sea sur directa, de Peñalara, bonito y directo, ¿qué más se le puede pedir?
En el descenso, apuramos la nieve hasta el final. Ya se acabó. Nos quitamos los pinchos, los miramos y … probablemente … a guardar.
Entre “mixto-huevo” y prisas volvemos a Cotos, donde todavía podemos disfrutar de la inevitable cervecita, esta vez acompañada de cecina, pistachos y, como no, choricito (esta vez de Carchalejo, no de León, descubrimiento de nuestra última salida por Gredos).
Ya podemos llevar las botas de invierno al zapatero. Hasta la próxima.
Trasgu, abril 2011.
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