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lunes, 27 de abril de 2020

Pico Torres: Corredor Este


"Pues con todo eso —replicó Sancho—, digo que, para mayor abundancia
y satisfación, sería bien que vuestra merced probase a salir desta cárcel;"
Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra.

09 de Diciembre de 2019


Que tiempos aquellos cuando podíamos quedar una mañana para subir al Pico Torres …



Que tiempos aquellos de esas tardes en las que “con la mayor ilusión” preparabas la mochila, el material, buscabas ruta ... con el mayor cuidado de que no se te olvidase nada…






Que tempos aquellos cuando te acostabas, siempre tarde, un tanto nervioso por el madrugón que te esperaba…

Que tiempos aquellos en esa carretera, antes de amanecer, detrás de la cual sabías que te esperaban grandes amigos…

Que tiempos aquellos en los que con ellos te ponías a andar al amanecer … “Pensad que otros están durmiendo …” (siempre les recuerdo).

Que tiempos aquellos en los que deambulábamos por la niebla buscando la senda perdida, con el subidón al encontrarla.

Que tiempos aquellos disfrutando la “calma tensa” de cuando te pones los pinchos aterido de frio, buscando piedra a los pies de la montaña.

Que tiempos aquellos en los que clavas piolet en la nieve, buscas el siguiente paso, miras al que te asegura, oteas lo que te falta para llegar … siempre arriba.

Que tiempos aquellos de esas felicitaciones, esas palmadas, esos abrazos, al llegar arriba, al llegar abajo, al encontrarnos, al separarnos.

Que tiempos … ese 9 de diciembre de 2019, en el Pico Torres, allí por el Puerto de San Isidro, donde León y Asturias juntan montañas.



No era la primera vez que iba por el Pico Torres, era un viejo conocido, a pesar de lo cual, su Corredor Este, muchas veces oteado desde muy distintas perspectivas, cimas, miradores, no había sido hollado por estos unogradistas que hoy, como en múltiples ocasiones anteriores se habían citado para tan magno desafío.


Dos de Asturias (Jorgito Stelvio, el rey de la Cubilla, y Perico, aquel que un día se dejó los pinchos en el coche, y deberá pagar por ello), uno de León (Trasgu, el narrador que aquí suscribe … allí se abrazaban los tres en la alborada del día … ¡¡amigo!! … ya, todo un clásico.


El pronóstico no era bueno, la mañana maravillosa, no se podía renunciar a ello … todo aquel que conozca al unogradista autóctono lo tiene claro, tras finalizar los preparativos iniciales (siempre el momento más duro del día), robusto piolet al hombro, salvaje y aguerrido, con casco sobre sus cabellos, su pecho por coraza, uno tras otro, nuestros intrépidos montañeros emprenden su camino, hito erguido, senda fría y siempre bastón empuñado por cada titán. “¡¡Jorgito!! … el que está acostado no está viendo esto”.



En esos tiempos de diciembre de 2019, estos unogradistas podían tratar de buscar los hitos entre la nieve, buscar senda, buscar camino, que nos llevase a los pies del corredor, allí donde uno quiere llegar rápido. Así lo hacemos, sin mayor problema al principio, en situación de autocomplacencia absoluta por lo bien que lo estábamos haciendo, la niebla nos va envolviendo, encontrar la entrada al corredor un reto, del Pico Torres, nada veríamos hasta no darnos con él.


Lo que prometía ser un bonito fin de semana se convirtió en un infierno.



De esta forma … vagamos por las nieves y niebla, que juntan cielo y tierra como si todo fuera uno, que nos esconden grandes montañas, cual ilusionista triquiñuelo, esta vaguada, aquella collada, subamos esta loma, bajemos la siguiente, furaco que te come,… nadie daba un duro por nosotros, hoy pintaba mal, ni el GPS tenía la menor intención de salvarnos, … ese día estos aguerridos montañeros tendrían que darlo todo …  ahí es cuando te planteas … “¡¡qué bien estaríamos en la cafetería de abajo!!” … Perico no nos deja irnos, “busquemos un poco más allá”.


Dios aprieta pero no ahoga … y así llegamos a lo que nos parece la collada Valverde. Si así era, el problema estaba resuelto, rodeando el Pico que teníamos a la derecha, el Pico Torres, llegaríamos a la entrada del corredor. Dicho y hecho … allí estábamos.

Lo del corredor ya es otra historia … aquí no había pérdida. To pa’rriba!!


Se nos hace un corredor bastante entretenido, con nieve algo blanda que, facilita la vida en algunos momentos, pero los complica en otros. Reunión aquí, estaca allá, “¿Dónde dejé la cesta? espera que debió de caerse en la reunión anterior”, recoge cuerda, tensa, … divertido.  Perico … ¡¡como un Spunik!!






El peor momento, superar el resalte, que aun cuasi tapado, por lo blanda que está la nieve, te envuelve, la pierna no te da para subir, el piolo en este remolino de nieve blanda no agarra, casi tienes que llegar a la piedra de abajo para pillar adherencia e impulsarte un poco. Disfrutamos cual gochos en un lodazal.






Así alcanzamos la arista que en temporada veraniega te lleva a la cumbre. Nunca con tan poco se llegó tan lejos … jajajajajaja. El objetivo estaba alcanzado había que bajar. Con estos amigos, ¡¡ni se come!!


La bajada, por el corredor paralelo, más tendido. Antes, una travesía de 200 metros, para pasarnos de un corredor al otro, de esas de “nada, nada, … no hace falta cuerda”, pero como te caigas vas a tomar por culo, hace que tengamos que apretar bien pantorrilla durante un ratico más. Cagunmimantuuu!! A mi esto me mata, cuando ya te has relajado, ¡¡vuelve a darle!!


Corredor para abajo, ya en plan distendido, largo retorno, momentos para observar cómo, lo que parece ser el premio de la montaña al pundonor mostrado, nos abre la niebla y “nos deja” ver aquello que hicimos, allí por donde fuimos, subimos y bajamos, …




Unas risas, charla distendida, otra vez el furaco que te come, autocomplacencia del unogradista que hizo su corredor, planes futuros, algún esquiador solitario que se nos cruza, un poco de caña al Perico, …






Que bonito día aquellos tiempos en los que todavía podíamos subir a la montaña, bajar, abrazar al amigo, compartir esos momentos, ver el amanecer más allá de tu ventana, buscar jitos, clavar piolet, sentir el frío mañanero, el calor de la tensión, ….





Ahora la montaña estuvo abandonada un tiempo, pero seguro que pronto volveremos y … Perico me dirá que tiene que trabajar, volveremos a pegarnos el madrugón, volveremos a sentir ese frío mañanero, volveré a escuchar … ¡¡amigo!! … los furacos nos volverán a comer, Jorgito volverá a abrir camino cual rozadora, la mochila volverá a pesar, …  id pensando ya cual es la próxima!! … que ya mismo estamos allí!!


Salud y montaña … montañeros!!


Trasgu'2020

sábado, 28 de septiembre de 2019

Cordal Peña del Viento: Fornos, Peña del Viento, Rapaína y Rapaona.

31 de marzo de 2019


"No he venido a pelear obligado por los belicosos troyanos, pues en nada se me hicieron culpables -no se llevaron nunca mis vacas ni mis caballos, ni destruyeron jamás la cosecha en la fértil Ftía, criadora de hombres, porque muchas umbrías montañas y el ruidoso mar nos separan-, sino que te seguimos a ti, grandísimo insolente, para darte el gusto de vengaros de los troyanos a Menelao y a ti, ojos de perro."
Homero, La Iliada.

Era allá por los años 650, casi 1500 años tiempo ha, cuando, como sucesor de Recesvinto, un tal Wamba, rey de los visigodos, dio esplendor a tierras del norte. Así, por sendas próximas al hoy Puerto de San Isidro, comunicaba tierras leonesas con tierras astures, herederas de su cultura visigoda.


En esta ocasión, dos aguerridos unogradistas se proponen adentrarse en el glorioso camino Wamba, grandemente referenciado en nuestros días por todo montañero astur-leones que se precie, allá donde los reyes caminaron, y todos ellos disfrutaron de sus escenarios y cumbres.





Distancia: 11.80 km
Desnivel acumulado: 902 m.





En el puente Wamba se citan Jorgito Stelvio … y el que aquí escribe, Trasgu, reminiscencias de los unogradistas que vagaron por cumbres del mundo.

En un día con ambiente que honra la ocasión, entre neveros y piornos, al cobijo de un cielo azul y temperatura acogedora, Jorgito y Trasgu recorren la agradable senda Wamba, en esos primeros momentos del día actualizándose las noticias uno del otro, y recordando a algunos que un día ejercieron como unogradistas pero hoy se nos escaquean con las más infundadas escusas (alguno incluso es capaz de dejar los pinchos en el coche para decir que se tiene que volver … e intentar que Dios haga pasar de él este castigo) … Si Wamba los viera …





Mientras Jorgito va relajado … tiene la impresión que hoy Trasgu lo ha metido en un “paseo por el parque”.



Así llegan al Collado Acebal, punto clave del día, en algún momento hay que dejar el cómodo sendero, buscando la Peña de los Fornos … “a la trocha!!!” … Jorgito se resiste … pero allí vamos. “Trasgu!!! ¿Dónde me llevas????” … es cierto, que en las últimas ocasiones hemos rozado el límite de la tragedia, pero todavía eran primeras horas de la mañana, daba tiempo a mucha reacción.





Salvada la loma del camino, el cordal de la Peña del Viento, con la Peña de los Fornos en su inicio se nos muestra en su plenitud. Nos quedaban por delante las ya nombradas Peña de los Fornos, Peña del Viento, Collado de las Agujas, Rapaína y Rapaona.

Así, entre trepaducas, con pies y manos los dos unogradistas disfrutan de un desconocido y sorpresivo Picu Fornos. No estuvo nada mal para ser la primera … “ya estamos activados … amos to pa’lante!!”. Disfrutamos enormemente del día y del escenario …










A partir del Fornos, tocaba afrontar la cumbre que da nombre al cordal, sin duda la más conocida de la zona, y frecuentemente visitada por muchos de los montañeros que transitan tierras de Wamba. La Peña del Viento, azotada y “rapada”, de ahí su nombre, por todos los vientos.

Jorgito le ha tomado gustillo a eso de clavar pinchos y piolo, y como loco busca laderas donde dar uso a los mismos (¿ultimo de la temporada?) … el tío no tiene límite. Una bonita y disfrutona arista, con impresionantes vistas a ambos lados, nos llevará al bonito buzón de la Peña del Viento. Allí firmamos tarjetas de cumbre de otros amigos que previamente habían estado por allí. La celebración en la cumbre, la tradicional con Jorgito: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡H. H. P.!!!!!!! Rememorando antiguos amigos.










De la Peña del Viento … a la Rapaína (también nombrada como Picota las Hazas), con el collado Agujas de por Medio. Cruzando praos y laderas, imaginando a Wamba por el valle, alcanzamos la Rapaína.




La sorpresa está después … al enlazar Rapaína y Rapaona. Jorgito resopla. “¡¡¡Trasgu!!! ¡¡ que me vas a matar!!” … pero lo disfruta … entre boliches, con algún furaco (ya tradicional), pie aquí, mano allá, usando “la tercera pierna” cuando la cosa se pone complicada, bastones pa’bajo en caso extremo, … bajamos de la Rapaína, para de forma ya sencilla, mostrar reverencias al gran Wamba en la Rapaona … las cumbres del día estaban cubiertas.






La meteo nos cambia … ha llegado el momento de retirarse, en situación de autocomplacencia, por lo bien que lo habíamos hecho, y lo disfrutón del día, tras cruzar el Arroyo Fornos, solo nos queda despedirnos de Wamba y agradecerle la oportunidad y compañía que nos dio en el día de hoy.


Como siempre, parafraseando a Carmar …

Salud y montaña montañeros!! Salud y Montaña a Wamba!!