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domingo, 9 de octubre de 2016

Retorno al Ocejón


—¿Tú crees que las flores…?
  —¡No, no creo nada! Te he respondido cualquier cosa para que te calles. Tengo que ocuparme
de cosas serias.”
Antoine de Saint-Exupery, El Principito.

25 de septiembre de 2009.

El Ocejón constituye una de esas montañas que siempre están “a mano” cuando lo que se pretende es un tranquilo día de montaña.


En esta ocasión se trataba de eso… acercar al troll montañero y bautizar a “Sito” como unogradista. Nada mejor para ambos que “sufrir” y disfrutar del Ocejón en toda su inmensidad.






De esta forma, superando las tentaciones del amanecer, nos plantamos en Valverde de los Arroyos. Hacía algunos años que no pisaba por allí… me encuentro un pueblo cerrado por una barrera como un intente de mantener fuera las ordas de “invasores” que esperan a lo largo del día. El presagio no era bueno.

Haciendo alguna trampa alcanzamos el campo de futbol de donde nace la senda que habremos de seguir durante todo el día. El Ocejón lo tienes delante todo el día, no tiene perdida… To pa’rriba, sin dejar de subir en ningún momento. No hacía frío … pero el troll viene bien preparado, esta vez no le pilla el frío, ¿se acordaría de la última?


Sito nos marca el ritmo, sus orígenes serranos lo tienen marcado, cual cabra de Ayllón arrastra al Troll por esas cuestas, no le deja resuello, como mucho le da un plátano para que no deje de andar, el Troll devuelve con “buenas palabras” el favor prestado.

De esta forma, dejando las Chorreras a un lado, cruzando el Hervidero, en algunos momentos sobre el Arroyo de Pineda, vamos ganando altura, de forma cómoda pero acumulando metros en las piernas, los kilos también.




Me llaman la atención los riscos que vamos dejando a nuestra izquierda de forma constante, luego podría comprobar que hay ruta de subida por ellos, cuyo nombre conocería como “los Castillares”, el de arriba y el de abajo; ruta más a la izquierda de las propias Chorreras, por el camino de la Angostura. Ya tenemos apuntada ruta pendiente para el siguiente acercamiento al Ocejón.


De esta forma mostramos nuestro respeto al Ocejoncillo, antesala del Ocejón, entre los cuales unas palaciegas escaleras de pizarra parecen darnos la entrada al santuario que uno puede encontrarse arriba como consuelo al esfuerzo ofrecido.







Ya en cumbre llegaba el momento del bautismo unogradista a Sito… bautismo aderezado con todo tipo de viandas que los allí presentes pudieron agradecer y ofrecer a cualquiera que tuviese a bien acercarse. Eso si… no hay comida familiar que no se precie de la gran disquisición filosófica. La nuestra no iba a ser menos: las cabras que nos acompañaban en el momento que ellas estimaban cambiaban su ubicación todas ellas de forma coordinada; “Troll … ¿por qué se han movido las cabras???” pregunta el Sito con unas ganas de conocer inusitadas. El Troll, como hombre de ciencia que es, tenía su respuesta apropiada, respuesta que dejaré a pensamiento del lector como inquietud eterna de este relato.







Solo nos quedaba bajar, las cervezas estaban en juego, Sito no quería perderlas. Casi mata al Troll, quien cual monchito, gestiona el descenso con todos los recursos que la naturaleza puso en él. Nunca un reto demandó más dedicación y esfuerzo que el allí presenciado.

Como en otras muchas ocasiones solo quedaba celebrar el gran reto conseguido con las correspondientes y siempre bien valoradas cervecitas, tras lo cual abandonaríamos la zona, no sin antes degustar alguna pera del lugar con la que cierta paisana del pueblo tuvo a bien obsequiarnos, con todo su pesar porque tuviéramos que echar nuestra vida en la gran urbe perdiendo el disfrute de semejante lugar al hoy presenciado.

En el regreso… no sabía cómo deshacerme de la locuaz y desaforada conversación que se mantenía en el vehículo…


 Trasgu’2016.



lunes, 25 de noviembre de 2013

Portillo del Lobo (Sierra de Ayllón).

“Bien notas, escudero fiel y legal, las tinieblas desta noche, su estraño silencio, el sordo y confuso estruendo destos árboles, [… ], las cuales cosas todas juntas, y cada una por sí, son bastantes a infundir miedo, temor y espanto en el pecho del mesmo Marte, cuanto más en aquel que no está acostumbrado a semejantes acontecimientos y aventuras.”
Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes.

24 de noviembre de 2013

Después las últimas veces que Cacahuetes subió a Peñalara, siempre en búsqueda de las nieves, quedó claro que la próxima trataría de evitar los tumultos típicos de la Sierra madrileña en los fines de semana.

Cuando unos días antes le planteo subir a estrenar las nieves de esta temporada, le atrae la idea de ir a conocer el Pico del Lobo: con la estación cerrada, no debía haber mucha gente por allí. Buscasombras y yo hacía mucho tiempo que dábamos una vuelta por allí. Podía ser un buen momento para volver.


Allí nos presentamos los tres: Cacahuetes, Buscasombras y el Trasgu, quien suscribe este texto. Ya en el camino, antes del amanecer, Buscasombras nos advierte que el tiempo no va a ser bueno. ¡¡Vaya racha que llevamos!! No acertamos una. La verdad es que a mi me había parecido ver un sol “amarillo” por aquella zona (he de reconocer que no investigué mucho más). A Cacahuetes le debió pasar lo mismo. El único que tiene cabeza entre nosotros es Buscasombras, menos mal que no le solemos hacer mucho caso, y él nos sigue, para meternos en estos fregaos (últimamente demasiado habituales).



Desnivel acumulado: 920 m.
Distancia: 7.4 km.

Así, superando todo tipo de perezas, ya aparcados en un aparcamiento con un único vehículo, nos armamos de valor y abrimos las puertas para comenzar la larga mañana que nos esperaba por delante.




Todo se inicia con el pequeño ritual de ponerse botas, guetres, ropa de abrigo, recomponerse, buscar “hippy-ese”, encenderlo,… Ya sabemos quién es el último en terminar, como es tradicional, … Cacahuetes se percibe pronto… “¡¡este tarda más que yo!!”, me comenta. Buscasombras no tiene rival, todo un protocolario a la hora de apergañarse antes de arrancar.

Hoy estaba claro que acertaríamos en poco. “Los pinchos nos los tenemos que poner en 100m.”, indica Cacahuetes. Yo, para evitar movimientos de mochila innecesarios, los dejo “colgando” de mis piolos. Ya me quedó claro que esto nos les gustaba ni a Buscasombras ni a Cacahuetes, pero solo iban a ser 100 m. Al final los paseé de esta guisa por todo el Pico del Lobo hasta las tres de la tarde, volviendo al coche en la misma posición que salieron. Cacahuetes tampoco había acertado en su pronóstico de 100m.


Al inicio de la subida, con nieve bien cerrada, la discusión de las últimas salidas, como decía, ya demasiado habitual: “¿tú crees que abrirá?”. Jooooooder … ya estamos como siempre. Yo siempre soy optimista, siempre digo que si (me va a dar igual…); Buscasombras… esta vez lo tenía muy claro. No teníamos nada que hacer.



La verdad es que hoy pintaba muy mal, pero ya que estábamos allí … como siempre, habría que subir “a ver” que había allí arriba, aunque hoy “ver”, lo que se dice “ver” íbamos a ver poco. Estamos resignados desde la salida (yo … casi casi también). Al principio de la subida, todavía en las primeras rampas, un hombre se nos acerca a preguntarnos si íbamos a buscar al montañero perdido. La verdad es que no teníamos noticia de ello. Nos indica que un montañero se había perdido hace ya un día y que había pasado la noche por “allí arriba”. Nos advierte de los peligros tal y como estaba el día, pidiéndonos que si lo vemos avisemos mediante la correspondiente llamada telefónica. La verdad es que aquello no dio que pensar. Uuuff!! Tal y como estaba el día… mala noche tuvo que pasar el hombre perdido.


La verdad es que la subida hasta el Gran Plató no debe tener pérdida, siempre que tomes como referencia el telesilla adecuado. En nuestro caso, quizás dejándonos llevar por el pundonor inicial, tomamos como guía un remonte más a la derecha, lo cual nos condicionará durante toda la mañana. Tendremos que ir buscando de nuevo aquel que teníamos que haber seguido. Con no más de 20 m. de visión en la niebla, esta tarea no es fácil.




Aún así, con más vueltas de las necesarias llegamos al Gran Plato. Desde aquí, buscar el acceso al Portillón del Lobo se convierte en otro problema. Uno que si más a la derecha, otro que si más a la izquierda, yo que si subimos por aquí mismo (“a ver lo que hay”)… Parece evidente que no lo teníamos muy claro, y es que no acertábamos a ver ni las piedras que teníamos delante.



Finalmente, Cacahuetes, como hombre sabio que es, toma la decisión correcta: sigamos las huellas de los esquiadores, estos siempre bajan por sitios fáciles. Buen razonamiento para no quedarnos enriscados. Este razonamiento nos lo confirmaría un atento y amable esquiador con el que nos cruzaríamos en esta última pala. La demostración de cómo de bien vienen unas “focas” en estas circunstancias es evidente: lo veríamos subir y bajar hasta … ¡¡tres veces!! durante la mañana.


De esta forma, a duras penas conseguimos llegar al Portillón, siguiendo el cordal teníamos delante la cima del Pico del Lobo (eso lo sabíamos por los mapas, no porque viéramos nada). A lomos del cordal surge la discusión del día… ¿Vamos a la cumbre? ¿pa qué? La verdad es que no se veía absolutamente nada. Después de un intercambio de impresiones, alguno quería hasta votar, decidimos bajar por donde hemos subido. El día estaba echado… evidentemente sin abrir … ¡¡ni un pelo!!!

Solo nos quedaba bajar, volver a ver a nuestro amigo el esquiador (que subía por tercera vez), buscar hueco para la típica degustación entre los aportes de todos los allí presentes, incluido orujo… en esta ocasión de café, gracias a Cacahuetes… y mi te calentito (a Buscasombras y Cacahuetes les costaba entender que “meter algo calentito para el cuerpo” fuera reconfortante… jajajaja).




Después de la narración, es evidente que al montañero perdido no lo vimos, el coche de por la mañana seguía allí aparcado, esperemos que esta pequeña historia acabe con un final feliz.



Solo nos quedaba parar en algún sitio a darnos ese pequeño homenaje con el que siempre se debe terminar un “aciago” día de montaña.



Trasgu, 2013.

PD: si viene el Troll… ¡¡no vuelve!! Hizo bien en no venir.

martes, 18 de enero de 2011

Bautismo uno-gradista en el Ocejón.


“Nunca con tan poco se llegó tan lejos”

(El Boni)

16 de enero de 2011.

Había una deuda pendiente que saldar. Pisapraos, todavía no conocedor de su apelativo, quería subir al Ocejón. Ya se había puesto fecha, este domingo.

Pakmaldini, ya repetidor en este tipo de aventurillas uno-gradista, y Gasóforo, puro nervio, quien debe su apelativo al buen hacer de Buscasombras, se unen al grupo.

Tenemos dos nuevos uno-gradistas: los ya mencionados Pisapraos y Gasóforo.

Al final nos juntamos un grupo curioso: Gasóforo, Buscasombras, Pakmaldini, Pisapraos y Trasgu, este que escribe. Todos con un mismo objetivo: el Ocejón.



Tiempo estimado: 4-5 h.
Desnivel acumulado: 922 m.
Distancia: 13,31 km.
Nivel: Fácil.

El día empieza de forma curiosa, por allí por Humanes, el que conduce (el mismo que escribe) se da cuenta que no le sobra Gasofa, con dudas sobre donde está la siguiente gasolinera. Guadalajara debe ser una de las provincias de España con menos gasolineras, y las pocas que hay cierran los domingos. Al final … “si paso de Tamajón” no puedo volver, esto no da para más. Aparco allí el locomotoro, lo dejo abandonado y todos hacinados dentro del carro de Buscasombras. Me llevo la duda de saber si seré capaz de salir de allí, el aborigen no me da muchas esperanzas, lo más próximo a 30 km. está cerrado. A la tarde volveríamos.

Ya en Valverde de los Arroyos, después de atravesar con sumo cuidado algunas de las placas de hielo que se forman en las curvas previas al pueblo, nada más dirigir la mirada a la cumbre del Ocejón me llevo una gran desilusión: hoy no pisamos nieve. Qué pena, en mitad de enero y ni un ápice de nieve en toda una mítica montaña como el Ocejón.

El piolo, guetres, … los dejo en el coche, tampoco es cuestión de acarrear peso.









La subida al Ocejón, siempre es lo mismo: tediosa al máximo (para mi parecer). Es una montaña a la que me gusta subir pero que me aburre, especialmente si no hay nieve. No se porque me gusta subir, la cuestión es que habitualmente, cuando no se que hacer me doy una vuelta por allí (quizás por el encanto de su cumbre).

Es el pico principal del la parte más meridional de la Sierra de Ayllón, constituyendo, con sus 2.049 m, la máxima elevación de la Sierra del Ocejón o del Robledal, donde ocupa una situación meridional, extendiéndose éste desde el propio pico Ocejón hacia el norte. Es una montaña constituida por piedra de pizarra y formada por plegación. Así, por su forma de pliegue es anticlinal y asimétrico, por su inclinación es recto, por el espesor de sus capas es anisópaco y sus flancos son suaves (esto no lo escribo yo, lo dice la Wikipedia, ja ja ja).

Cuando uno sube desde Valverde, la cascada, junto con la propia cumbre, se convierte en el principal foco de atracción.



Las chorreras de Despeñalagua son unas cascadas consecutivas formadas en el cauce del arroyo de la Chorrera, afluente del río Sorbe, en la falda norte del pico Ocejón, cerca de Valverde de los Arroyos (Guadalajara, España). Todo el salto de agua tiene una altura de unos 120 metros y cae agua durante todo el año, sobre todo en época de deshielo, aunque en invierno suelen encontrarse heladas. Es lugar habitual de práctica del senderismo con un acceso fácil.









Poco se puede contar de la ascensión y el descenso, sin nada ‘grande’ que reseñar. Nos centraremos directamente es esos aspectos lúdico-festivos que acompañan este tipo de bautizos, donde intentamos buscar algún uno-gradista que nos ayude a salir de promesas, cada día más complicado.











Les había prometido darles de comer chorizo a la sidra (lo que tiene que hacer uno por captar ‘clientes’) y vaya si se lo tomaron al pie de la letra.

Botella de sidra, sacacorchos, navaja, chorizos, olla, infernillo (vulgarmente conocido como “yunque”, Buscasombras siempre dijo “¿Para qué traes el yunque?”, “si voy fastidiado subiendo y lo tiro, subo más rápido”, le contestaba yo, es como la barritas energéticas) , botella de gas, agua, manises, … hasta el mechero me lo tuve que subir, los clientes no estarían dispuestos a hacer fuego “palito palito”, como indicaba Buscasombras.



Menos mal que al final a todos les pareció maravilloso ese choricito a la sidra, adecentado con el ya tradicional te calentito, en la cima del Ocejón, ¡¡eso ya lo sabía yo!! ¡¡nos ha jodido!!















Menos mal que subimos pronto, el autobús debió llegar al pueblo una hora después de nosotros. En el descenso aquello parecía una romería. Pakmaldini se apercibe que allí hay más ambiente que en los garitos de copas que suele frecuentar por las noches.



Cuando bautizamos a un nuevo uno-gradista, lo primero que les digo es que se vayan buscando apelativo, por aquello del anonimato en las publicaciones de este maravilloso blog. La mayoría no suelen hacerme mucho caso, lo cual da lugar a que con la escopeta cargada se le asigne lo primero que se cruza por delante de ellos.

Pisapraos debe su reconocido apelativo al que debe ser el guarda del Ocejón. No te deja pisar una hierba, eso si, viene corriendo a la trocha a por ti, te apercibe y te lo explica muy pero que muy bien. Pisapraos, quien muy educadamente atendió a sus explicaciones y recriminaciones, fue objetivo suyo en uno de esos momentos. En su favor diremos que tampoco cometió tanto mal, iba por el camino, pero eso si … ¡¡pisando el prao!!.
Lo de Gasóforo es distinto, éste se lo gana a pulso. Buscasombras, llevaba todo el día intentando endosar el “Gasóforo” a alguien, ya a última hora del día, a media hora de llegar al pueblo, el hoy bautizado como Gasóforo, me lo intenta encalomar. El resultado … ya tenemos a Gasóforo como uno-gradista, ja ja ja.

Desde aquí queremos la más sincera acogida a estos dos nuevos uno-gradistas, con los que esperamos disfrutar de muchos momentos de montaña. No será que no sembramos.

Al final, como siempre, cervecita … y en este caso vuelta a la cruda realidad. Tenía que sacar al locomotoro de allí, con la mitad de la reserva. No lo veía nada claro. Finalmente, con el culillo apretado, después de 50 km. dejando caer el coche por las cuestas, dos gasolineras cerradas, alguna vuelta de más buscando la “gasolinera escondida” del pueblo, siempre cerrada por ser domingo, tengo que llegar hasta … “Guadalajara”!!!! 50 kilometracos!!! De Valverde a Guadalajara … 70 km. (de ida más otros tantos de vuelta) y ni una gasolinera (tomad nota si vais en domingo).

Como dice un conocido … “Nunca con tan poco se llegó tan lejos”.

Trasgu, 2011.

PD: Por cierto, Buscasombras no consiguió vender la bici y mira que ofrecí tratos a tres bandas, pero nada, Gasóforo nunca aceptaba.

Os dejo una curiosidad.

Los tres hermanos envidiosos.

La leyenda cuenta que el Señor y brujo de una tribu prerromana, poseedor de riquezas y de un extenso territorio entre las tierras de lo que hoy son las provincias de Zaragoza, Soria y Guadalajara, enviudó y tuvo que hacerse cargo de sus tres hijos, que se llevaban muy mal, guiados por la envidia y la codicia por conseguir la herencia de su padre. Las duras peleas entre los hijos iban siendo cada vez más frecuentes, hasta que el padre, harto de las riñas entre sus hijos, decidió cargarles una maldición eterna de tal manera que pudieran verse pero no hablarse, convirtiéndoles así en tres altas montañas que situaría a cada extremo del territorio para que sirviera de ejemplo para tribus cercanas: el mayor, Moncayo; el mediano, Ocejón, y el pequeño, Alto Rey. Mucho tiempo después, un niño subió al Alto Rey, el menor de los tres hermanos, y pudo contemplar la vergüenza con la que se mostraban los hermanos.

En la ermita situada en la cima del Alto Rey se puede contemplar un grabado en la piedra en la que se muestran tres cabezas situadas las unas de las otras de la misma manera que se sitúan geográficamente el Moncayo, el Ocejón y el Alto Rey.

Esta leyenda que se cuenta como única y original, en realidad existe en la mayor parte de las regiones con ligeras variantes, por ejemplo las Tres Sorores en los Pirineos -Las Tres Sorores son: Monte Perdido , (3.353 m), el Cilindro de Marboré (3.328 m) y el Sum de Ramond (3.254 m).)- y recuerda algunas historias de la mitología griega. El Monte perdido representa la hermana mayor, Pilar; el Cilindro de Marboré, representa a la hermana mediana, Ana y el Sum de Ramónd representa a la hermana pequeña, Clara.