jueves, 28 de enero de 2016

Peña Cerreos

“En resolución, todos quedaron contentos y alegres del buen suceso del cautivo, y como ya la noche iba casi en las dos partes de su jornada, acordaron de recogerse y reposar lo que de ella les quedaba.”
Miguel de Cervantes Saavedra. Don Quijote de la Mancha.

24 de enero de 2016.

Últimamente, como la necesidad obliga, uno se la va jugando demasiado. La escasez del blanco elemento hace que ante la menor esperanza de poder hallarlo y disfrutar mínimamente de él uno emprenda la correspondiente aventura, a Dios sabe dónde, buscando aquello que fue ansiado durante los meses anteriores.



El uno-gradista, ya se sabe, es animal dichoso, con buena estrella, a quien la fortuna le acompaña y los dioses le guían, animal que cual sabueso es capaz de rebuscar aquella esquina donde la niebla pueda ser mínimamente aprovechada.

Pero en la vida todo tiene un límite, incluso la dicha eterna del uno-gradista. Hoy llegamos al límite de la fortuna.

Tres uno-gradistas, Pericu, Stelvio y Trasgu, intrépidos hasta la saciedad, buscadores de fortuna en los valles y laderas de las montañas, escudriñadores de canales donde la nieve pueda ser encontrada para sus artes poner en escena, partían de Tuiza al propio amanecer, ese momento de magia y esperanza por lo que uno pueda hallar a lo largo del día.






 Como otras muchas veces, pocas eran las expectativas de encontrar algo razonable pero, como en otras muchas ocasiones, la esperanza es lo último que se pierde, el uno-gradista siempre espera encontrar algo, es más, espera que sea bueno.






 Alcanzado el refugio del Meicín, tras agradable y distendida conversación con los responsables del mismo pocas esperanzas nos dan… la nieve está muy blanda, 10º de temperatura durante toda la noche, aquello parecía mayo, la Norte de Ubiña está mal para ser intentada, llegar al canalón del Buey puede ser una tortura, solo nos queda la oportunidad de buscar algo facilito y por allí cerca.

Tras cambio de impresiones y evaluación de la situación, para no meternos en problemas, decidimos intentar Ubiña por la ruta habitual desde el Alto Cerreos… algo había que hacer.


 De esta forma emprendemos la subida al Alto Terreros … tratando de evitar entrar en los furacos propios de estas temperaturas con el reguero por debajo, vamos ganando altura. Al menos las vistas son buenas. Durante el trayecto podemos ver a innumerables montañeros intentando aprovechar el día … algo había que hacer.

Antes de alcanzar el Alto, nos desviamos por una de las pequeñas canales que salen a la derecha, antes de llegar al Alto. Sin meternos en demasiados fregados ponemos la “rozadora” en marcha, había que darle algo a los pinchos y al crampón. El objetivo… salir a media ladera para luego intentar hacer cumbre. Avisar que habitualmente estas canales no son nada recomendables, ni en verano ni en invierno. En verano es habitual la caída de piedras, en invierno la de aludes. No debe uno adentrarse en ellas. En esta ocasión todavía quedaban los restos de antiguos aludes. En esta ocasión, extraña en cierto modo, la nieve existente era mínima, imposible para los aludes, pero suficiente para evitar el peligro de los bolillos rodando cuesta abajo. Al menos pisaríamos un lugar nada recomendable en cualquier otra circunstancia.







Al asomar a la arista el Dios Eolo decide que hoy no haríamos cumbre. Aquello se convierte en un infierno, no hay forma de tenerse en pie. Hemos perdido media mañana y seguir para arriba es una tortura.

Pericu fija su mirada en la norte de la Ubiña Pequeña, queda anotada y fichada para otra, pero hoy era tarde.



 Pocas soluciones nos quedaban. Me viene a la cabeza la idea de la basurilla algún día comentada con Niblap. Hoy era día para ello.


Basurilla. Uno habitualmente se dedica a hacer montañas “de interés”, aquellas que le llaman, aquellas que le atraen. Hay ciertas montañas que aún estando siempre ahí uno, habitualmente las evita, hasta el punto que difícilmente llega a proponerse hacer cima … son la basurilla que vamos dejando, esas montañas que dejamos atrás, que ya haremos otro día, pero que nunca hacemos. Es bueno, de vez en cuando, dedicar un día a recoger esta basurilla, hacer la cima correspondiente y honrar como es debido a estas dignas montañas.

Peña Cerreos, también conocida como Peña Cabello, en mi caso, es una de estas montañas. Habré pasado a su lado 30 veces, siempre la miro, pero siempre hay algo mejor que hacer, siempre la fui dejando para otro día. Hoy era su día, el gran día de Peña Cerreos, digna montaña con su historia que no merece tal deshonra. Allí nos dirigimos.

Cual cuesta de vaques, uno emprende paso 8000 para ir tragándose esa ladera. Según Stelvio, interminable ladera. Siempre ves la cima pero nunca llega, todo un castigo por la ofensa cometida.

Cual intrépidos montañeros alcanzamos su cima, de gran belleza, mirador del Macizo de Ubiña, lugar donde extenuantes sufrimientos debieron ser vividos por aquellos a los que les tocó defender aquella posición, torreón de guardia en el Puerto de Tuiza, largo parapeto de piedra con troneras que recorre toda la cresta del pico. Difícil encontrar mejor lugar para dejar media hora de nuestras vidas, admirar lo que las nubes nos dejen ver, respirar el ambiente y reponer algunas de las fuerzas que nos dejamos en el trayecto… y dedicársela a algún conocido de Stelvio, lo cual ya empieza a ser tradición.







Disfrutado el lugar, solo nos quedaba emprender el regreso evitando perder la vida en tan magna empresa. 



Dejamos evidencia documental de la noticia que provocaríamos, lo que prometía ser un bonito fin de semana se convirtió en un infierno…

-          - “Tres afamados montañeros fueron encontrados sin vida en las paredes de Peña Cerreos. Iban perfectamente equipados.
-          - Aaaamos pa’bajo chavales!!!
-          - Se sabe que hicieron cima por las fotos.”

-          (off the record) - Fueron encontrados hundidos en un furaco en la nieve del cual no pudieron salir.






Solo nos quedaba decidir si en el refugio tomaríamos caldico o cerveza… no sin tener que abrirse para entre dudas cada uno tomó su elección.



El día había sido completado… con la basurilla en las alforjas volvíamos a casa.

Como siempre… un gran día de montaña.

Como siempre, parafraseando a nuestro amigo Carmar, “Salud y Montaña” compañeros.

Trasgu. Enero’2016.


domingo, 17 de enero de 2016

Volviendo a las viejas tradiciones

“Por comisión y mandado de los señores del Consejo, he hecho ver el libro contenido en este memorial; no contiene cosa contra la fe ni buenas costumbres, antes es libro de mucho entretenimiento lícito, mezclado de mucha filosofía moral; puédesele dar licencia para imprimirle.
En Madrid, a cinco de noviembre de mil seiscientos y quince.”
Aprobación de impresión  del libro Don Quijote de la Mancha por el Doctor Gutierre de Cetina.

Tradición… dícese de aquellos signos que una comunidad considera dignos de constituirse como una parte integral de sus usos o costumbres, viendo en ella algo que preservar de forma fiel y acrítica.



En este caso tratado, la comunidad es aquella considerada como “uno-gradista” … el signo, uso o costumbre … subir por estas fechas a conmemorar nuestra existencia de forma inmemorial en el tiempo.






Allí estábamos de nuevo… no podíamos dejarla pasar: Cacahuetes y Trasgu, Trasgu y Cacahuetes, ambos dos, dándolo todo hasta el final.



Las expectativas de inicio no eran buenas… poca nieve y mucho frío, aunque como ya sabemos de aventuras anteriores … uno nunca sabe en qué momento la montaña nos permitirá disfrutar de “su” momento … simplemente hay que estar ahí por si toca ese día.



Varios eran los convocados, pocos los presentes… es la vida constante del unogradista.

Como siempre el objetivo no estaba definido, uno ha de esperar a llegar y evaluar la mejor opción, aquella más prometedora… aquella que nos devuelva en mayor cuantía el esfuerzo invertido.

Cacahuetes, con poca confianza en lo que podía hallar intenta que el esfuerzo invertido no vaya muy allá… ¡¡¡aaayyy!! ¡¡¡Alma de poca fe!!! No perdamos la confianza … vayamos a buscar donde pueda haber, donde podamos encontrar… y como bien es dicho … quien busca halla.



De donde no esperábamos nada, encontramos un bonito día,  nieve excelente, aquella bonita canal que uno siempre espera y… como no… ese momento de cima que uno siempre añora cuando por la noche se plantea el amanecer a esas horas intempestivas.




Como suele ser habitual algún problema hubo de ser salvado, en este caso, no todo podía ser perfecto… Cacahuetes hubo de sacar de si mismo toda su habilidad innata para conseguir adaptar una crampón plano a unas botas curvas … “¿pa que te comprás botas curvas si los crampones son planos?” Allí lo dio todo… y lo consiguió!!

La canal … ya todo un clásico… la disfrutamos como tiempo ha que no ocurría… la meteo no nos podía acompañar mejor.
















Ya en la cima… solo quedaba la tradicional “celebración”, en ambiente distendido y agradable… dos unogradistas, otro año más en Peñalara, con un año más, con un año menos…  difícil encontrar mejor sitio, con más tradición y valor para dos unogradistas. Una mochila que pesa  tiene sus ventajas… ¡¡normalmente va llena de algo!! Solo hay que evaluar que es ese “algo”.




Cacahuetes fija otra cita… dentro de 44 años en el mismo sitio el mismo día. Esperemos volver a estar!!

Solo quedaba volver, explorar, incluso pisar el objetivo inicial de Cacahuetes… nunca esta de mas ver algo de aquellos alrededores.




Finalmente, llegamos “casi” casi a la hora prevista … poco nos faltó… si no hubiera sido por los entretenimientos de nuestro amigo…

Como siempre… parafraseando a nuestro amigo Carmar…

Salud y Montaña para todos!!!

Un abrazo.

Trasgu’ 2016.

PD: Cacahuetes… pídeme perdón!! Jajajajajaja … que grande el Cacahuetes!!! Venga… te debo ese chuletón (no lo vamos a dejar sin comer).