“Lo que prometía
ser un bonito fin de semana se convirtió en un infiermo”. Félix C., en tono de
serial radiofónico, en Gredos 6 años antes.
Volvíamos a
Gredos. Había muchas ganas, muchas intenciones, muchas cosas por hacer. Esta
vez lo traíamos bien preparado, no podíamos fallar.
Pero…, si Ubiña
siempre nos respeta … a Gredos le cuesta más. No hay vez que no vayamos que no
surja algún contratiempo. Esta vez no iba a ser menos.
Cacahuetes, ese
intrépido montañero que inició su vida como uno-gradista en Peñalara, allí por
enero de este año, y Trasgu, el que suscribe, vamos para allí. Empiezo a pensar
que el “gafe” soy yo. Para aprovechar bien el día siguiente, decidimos hacer
noche en el refugio Elola.
Distancia: 15,45 km.
Ascensión Acumulada: 1150 m.
La cosa se va
complicando por horas, pero no podíamos dejar de intentarlo:
Lunes tarde:
“¿Qué tiempo dan? Perfecto, no llueve.”
Martes por la
mañana:”¿Qué tiempo dan? Bueno, solo un 20% de lluvia, cuatro gotas, y a partir
de las 12 de la mañana. No es importante vamos para allí”.
Marte por la
tarde, ya en el refugio:”¿Qué tiempo dan? A las 11 un 40% de lluvia, a las 14
un 60%. Joder, parece que la cosa se va complicando”. Ya estábamos allí.
¿Para qué hacer
planes? La tarde ya prometía: vientos
fuertes, frio, nubes que entraban del norte. La noche fue un infierno, desde
las 4 lloviendo, viento racheado muy fuerte … pobres de los que durmieron
fuera, con sus tiendas, sus fundas de vivac … esa historia ya me la conozco. La
noche va pasando, cada vez nos quedan menos esperanzas. Con las pocas que nos
quedaban, a las 6:45 nos levantamos … no había nada que hacer. Llovía bien, sin
parar, las nubes nos comían, se veía poco más allá de la laguna. Solo nos
quedaba una cosa que hacer, esperar.
Cacahuetes, que
había pasado mala noche (es un sensible), aprovecha el tiempo para sobar. Buena
sobada. Si no lo llamo todavía estamos allí.
En mi caso, me leo todas las revistas del refugio, me tomo un café,
charlo con la gente … al menos se hace culturilla. A eso de las 11, nuevo
pronóstico, para mejorar todos los anteriores:
Miercoles por la
mañana: “¿Qué tiempo va a hacer? Estará lloviendo hasta las 20 horas, a las 14
horas viene lo peor”. Jooooooooooder!! Había que salir de allí, no quedaba nada
que hacer. Llamo a Cacahuetes … “qué nos vamos” (¡a cagarla!).
Antes de irnos,
un último bocado y … la segunda botellita de vino, la anterior había caído la
noche de antes. Joder, con el vino, ya parecía que llovía menos, todo se veía
de otra forma. Buena prueba de que … “no hay lluvia de más, sino vino de
menos”. Al menos no hacía frio.
Inicialmente el
plan de vuelta era fácil, volver a subir y bajar los barrerones. No obstante,
ya en las faldas del Morezón Cacahuetes propone buscar la subida al Morezón,
algo nos llevaríamos. Uno pone la bota encima de la piedra … “pues parece que
no resbala tanto”, “mojarme, me mojo igual por el Morezón que por los
Barrerones” … si encontrásemos la entrada a la Canal de la Mina …
Esta no es, sube
un poco por aquí … ten cuidado que nos enriscamos, si subo por allí no puedo
bajar … después de dos intentos, al tercero creemos haberla encontrado. Allá
vamos.
La Canal de la
Mina se hace entretenida, llevadera, bonita (si viéramos algo) por lo que uno
se puede imaginar,… la dejo fichada para el invierno… tiene que estar guapa.
Por aquí hacemos cumbre… la autocomplacencia es total: “hoy no podíamos hacer
nada más”. Eso si, según Cacahuetes ... "íbamos mojados hasta las bragas".
En el descenso,
por un despiste, nos metemos en las Lancheras y Barrera de las Pozas. Lo que en
principio es interpretado como un lío, vaya forma de complicarnos la vida, al
final es agradecido. Podemos admirar este pequeño circo, desconocido para mi,
tomando nota de alguna alternativa futura. Sin duda alguna supone el segundo
triunfo del día.
Así, de esta
forma, vamos alcanzando el Prado de las Pozas, desde donde el retorno a casa es
fácil.
Gredos, otra vez,
no nos respetó, pero al menos nos dio algo.