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domingo, 29 de junio de 2014

Sil de las Perlas

“Nada más desventurado que el hombre que recorre en círculo todas las cosas y «que
indaga», dice, «las profundidades de la tierra»”
Marco Aurelio, Meditaciones.

21 de junio de 2014.

Pocos sitios pueden impresionar más que la entrada a las cuevas de Valporquero por el Sil de las Perlas.



Hace ya bastantes años que realicé en un par de ocasiones el curso de aguas de las Cuevas de Valporquero. Ya en aquella época tuve conocimiento de la existencia de otra entrada a este curso de agua, entrada descrita por todos aquellos que me la describían como… simplemente … espectacular. Nunca olvidé esta entrada, conocida como el Sil de las Perlas, en muchas ocasiones me cruce con ella por diversos reportajes que se cruzaban ante mi, en blogs, foros, periódicos, televisiones … era toda una cuestión pendiente que siempre tuve en mi cabeza. Algún día habría que hacerla.

Este domingo me surgía la oportunidad. Como en otras muchas ocasiones me pongo en conctacto con algunos de esos amiguetes que “de vez en cuando” tienen el valor de acompañarme a la montaña. “¿Qué tenemos para este fin de semana?”

Últimamente, directamente influenciado por los “salamandros”, las actividades de este “uno-gradista” se habían derivado ligeramente hacia los barrancos … cierto es que es una opción muy interesante cuando perdemos la posibilidad de afrontar nuestras queridas actividades invernales.



En esta ocasión, la respuesta de Trixquel, el “gran salamandro”, me ofrecería la oportunidad de cerrar otra de esas deudas que uno se genera. “Bajaremos la cueva de Valporquero”… la oportunidad no se podía desperdiciar. Allí vamos.

El grupo que nos presentamos es numeroso … Trixquel, como maestro de ceremonias, Adri, digno heredero de su progenitor, Niblap y Kike … otra saga de las que harán historia,  Juanjo y Viqui, buenos conocedores de estas artes, y yo mismo, el que suscribe, un pequeño aficionador tratando de integrar en el alma de un clásico uno-gradista en el espíritu naciente de un “pequeño salamandro”. Había más… Julio, curiosa persona a quien no tuve el privilegio de poner conocer por el poco tiempo que coincidimos y otros tres acompañantes, vendrán por detrás nuestro, alcanzándonos al final (en otra coincidiremos).



 Centrándonos ya en aquello que nos atañe, la cueva, después de prepararnos y entrar por el estrecho túnel inicial, muy pronto uno se encuentra con algo que no puede dejar a nadie impasible. Para mi, la forma más real de describirlo, es como si en la bóveda de la catedral más grandiosa del mundo, allá a 30 metros de altura, uno pudiera rapelar desde el centro de esta bóveda, en volado, sin tocar piedra, rodeándote toda la grandiosidad que en muchas ocasiones viste desde el suelo, pero que ahora las ves allí, estalactitas tan grandes como tu mismo en paralelo a tu descenso, todo delante tuyo, casi al alcance de tu mano, eso si, con un vacío inmenso a tus pies, agrandado por la oscuridad absoluta, únicamente rota por un par de frontales, allí en el fondo, que, cual pequeñas luciérnagas, rompen de forma liviana el manto negro del fondo. Nunca en mi vida hice rapel más impresionante… y no se yo si lo haré.




Así de esta forma, todos vamos bajando detrás de Juanjo, uno detrás de otro alcanzamos el suelo de esta grandiosa catedral. Cuando desde el suelo, uno mira hacia arriba buscando a los que vienen detrás es imposible apartar la mirada durante unos minutos explorando los pequeños detalles iluminados desde arriba que desde abajo no alcanzaríamos a descubrir con nuestros frontales.

Algo importante en una cueva es que es francamente difícil, prácticamente imposible hacer fotos que reflejen la situación actual. He buscado alguna de esta campana que pudiera dejar ver que es aquello. No la encontré. Permítanme que ponga esta foto de Juanky (http://juankyrpz.blogspot.com.es/2012/06/sil-de-las-perlas-valporquero.html), es de las pocas que he encontrado que dejan entrever algo lo que allí uno puede contemplar.



Ya abajo se produce la buena acción del día. “Por favooooor, echadnos una cueeeeeerda!!”. Cuatro intrépidos conquenses se habían metido en un pozo sin salida justo a los pies del rapel. Desconozco que profundidad tenía el pozo pero, habiendo recogido la cuerda, de allí no podían salir. Debió de darles alegría escucharnos, llevaban dos horas allí metidos. Aunque esperes que tarde o temprano pase alguien… yo creo que algo de “culo” debes pasar allí abajo. A mi me recuerda el viejo  y conocido chiste del que se cayó en la cuba de vino, ante cuya muerte su gran amigo le explica al compañero que no lo debió de pasar mal dado que continuamente reclamaba “Por favoooooor, echadme queso!!”. Si en lugar de la cuerda, le echamos un cacho chorizo, eso si, del bueno, del de León, a los que estaban en el pozo, al menos unas risas nos hubiéramos echado, jajajajaja. Bromas aparte, que en aquel momento no tuve el coraje de proponer, sacamos a uno de ellos, con cara de esfuerzo y alegría, agradecimiento eterno y dejando cervecitas pendientes en deuda. El resto irían saliendo poco a poco, su trabajo les costaba. Trixquel, más osado que yo, no puede evitar preguntar si grabó con la GoPro la cara de sus amigos después de haber recogido la cuerda … debe ser un documento para la eternidad.

Por cierto aprovecho en relación a lo interior, mucho cuidado con esas cadenas nuevecitas justo a los pies del primer rapel… llevan a confusión, concretamente a un pozo sin salida. Uno debe seguir los toboganes.

Habiéndonos despedido del compañero conquense eternamente agradecido, dejándolos allí con sus esfuerzos por salir, decidimos seguir nuestro camino. Detrás venía Julio, a una hora, venía Julio con el otro grupo, les podría echar otra mano si fuera necesario.






De esta forma progresamos hasta la Sala de las Perlas, así conocida por unas pequeñas perlas, formadas en las estalactitas, que poco a poco, con el paso del tiempo van cayendo al pequeño lago allí formado formando una curiosa imagen.



“¿Por dónde se continúa desde aquí?”.


Si el primer rápel es grandioso como ningún otro, aquí nos encontramos la entrada al auténtico infierno. Tan impresionante como el anterior, pero con una concepción totalmente distinta. La entrada es exactamente un centímetro más estrecha que el pecho de Niblap, si respira no entra, y un centímetro más ancha que mi cabeza, uno va bien dotado, pero cuando mete la cabeza allí aquello se le hace estrecho.



Detrás de esta gatera al infierno, “te quedan como 60 m. de rápel, pero tranquilo que abajo ensancha”. Aquí uno parece estar bajando al auténtico infierno. Siguiendo el discurrir de la cuerda entre la grieta que pueda dejar la piedra que parece haberse resquebrajado para que pases allí, en dos tramos con reunión en medio, uno va buscando el final, que parece no llegar nunca. No llega el final, no ves a nadie, ni arriba ni abajo, la grieta se retuerce entre bloques de piedra que parecen querer cerrarte el paso,  bloques que vas rodeando mientras miras como la cuerda continúa hacia abajo, sin saber hasta dónde, … francamente espectacular!!  Totalmente distinto y opuesto pero tan impresionante como el primero de los rápeles.


Así alcanzamos el curso de aguas, a partir de aquí solo queda seguir el río buscando la salida. Esta parte ya era conocida para mi, en otras dos ocasiones la había seguido.

Algunos rápeles más, más cortos que los anteriores, algún tobogán disfrutón (que más de uno repite en su ejecución para disfrute de uno mismo), un cable pasamanos a media pared, ese salto a la poza, esquivado por alguno de los presentes, que uno siempre recuerda (“a la poooooza!!”), para acabar todo con la famosa “M” (un par de escaleras y pequeño sifón), donde uno empieza a percibir el aire que le avisa que la salida está cerca. Como se busca el sol en estos momentos.


Para acabar dos bonitos rápeles, ya exteriores, como premio a la labor y esfuerzo realizado, donde uno puede permitirse el lujo de bajar junto a un par de cascadas, con un lago a los pies, dándote el solecito y disfrutando de la presencia de la luz y el especio abierto … que bien se está al aire libre!!.









Gran día el regalado en esta ocasión, como siempre con muy grata y amena compañía que harán del día de hoy un día inolvidable, recordado para siempre, en mi caso, como la primera vez que pude admirar el Sil de las Perlas.



Un abrazo amigos … y como últimamente suelo acabar, parafraseando a Carmar …

¡¡Salud y montaña!!

Trasgu, 2014.

PD. Para admiración de este descenso, difícilmente reflejado en estas fotos … os dejo enlace a video donde podréis ver con mayor detalle el entorno aquí relatado (desde el minuto -40 al -28 … 13 minutillos) …
http://www.mitele.es/programas-tv/desafio-extremo/temporada-4/programa-37/

domingo, 18 de mayo de 2014

Barranco del Pincuejo

“No hay camino tan llano —replicó Sancho—, que no tenga algún tropezón o barranco; en otras casas cuecen habas, y en la mía, a calderadas; más acompañados y paniaguados debe de tener la locura que la discreción.”
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha.

17 de mayo de 2014

Por las aventuras y desventuras de Pedro y Trixquel, yo ya era conocedor de estas aficiones barranquiles de algunos viejos conocidos. Hace años, por allá por Valporquero, yo ya tuve mi bautismo en estas lides. Era evidente que en algún momento tocaría lidiar en ellas de nuevo, sería difícil rechazar el ofrecimiento.

El ofrecimiento llegó este sábado. Dadas las fechas en las que nos encontramos, a caballo entre el invierno y el verano, donde uno no sabe muy bien dónde meterse o encaramarse, la propuesta de Trixquel era, cuanto menos, atractiva. Pedro me lo pone “a güevo”… el material para esta iniciación me lo presta él. No se podía rechazar.

La propuesta… pues… hacer un cañón, también conocido como barranco. Concretamente nos propone el barranco del Pincuejo o Quincoajo, en Caldas de Luna, precioso lugar donde “gastar” una mañana, preciosa actividad donde invertir algo de energía… el hermanamiento entre los Salamandra Canyon Club y los Uno-gradistas, toda una fusión cultural!!




Allí, a los pies de la iglesia, punto inconfundible en los pequeños pueblos leoneses, fijo cita con Niblap y Trixquel. Dos amigos de Trixquel se nos unen, Alfonso y Jessi, los conozco nada más llegar al pueblo. Allí nos estaban esperando, ya nos llevan mucha ventaja en la “aclimatación” al entorno, cuando los veo pronto pienso que tenían que ser ellos.


El entorno por Caldas de Luna, en el macizo del Cirbanal, ya me resulta conocido de hace unos años, cuando fui a conocer aquel cordal. La cuesta inicial me resulta conocida … es algo que hay que pasar.



Pronto, después de perder la altura necesaria, ya por el valle del Pincuejo, nos encontramos a orilla del arroyo, aquí empieza lo bueno. 



El barranco es impresionante, muy encajado, con grandes paredes de alturas superiores a los 50 metros, donde la belleza de ver los pájaros volando entre tales paredes, a media altura de las mismas, es algo imposible de describir, continuos pequeños destrepes y rápeles cortos de no más de 15 metros componen la receta perfecta para un disfrutar de este día.


Si a tal marco de la naturaleza uno le suma la presencia de Trixquel… la experiencia puede alcanzar unas cotas de autocomplacencia difíciles de entender por cualquier de los mortales que no estuviera allí. Trixquel es todo un personaje: que imaginación emana para cualquier problema que se le pueda presentar, todo un dechado y colección de archiperres, la gran mayoría de creación propia, en todo un alarde de dedicación y creatividad a disposición de sus necesidades.








Los “artilugios” desplegados varían desde la bolsa de la cuerda, para llevarla toda recogidina a necesidad del usuario, hasta el kit de limpieza de la gota del objetivo de la cámara, presente en todas las fotos en barrancos, pasando por el mítico “destrepeitor” … utensilio de utilidad sin igual, con el que uno deja de “jugarse” la vida en esos “destrepes” tontos de un par de metros, donde el sacar la cuerda puede dar pereza pero tienen su aquel para no “eslomarse” sin pretenderlo. Un tipo digno de observación.






Alfonso y Jessi … con la compañía de Thor… en este caso en calma y reposada espera en el vehículo, se manejan en todo momento con destreza y soltura. Es obvio que a este asunto ya le han pegado antes, más de un barranco llevan a lomos. Muy agradable su compañía en todo momento.







En conclusión, un nuevo mundo abierto, nuevas actividades a la vista para disfrutar de nuestras montañas, nueva gente conocida con la que algún otro día volveremos a coincidir en Dios sepa que montaña, una nueva mañana disfrutada entre amigos…  de nuevo … un bonito día de montaña, otra montaña.





En alusión al gran Carmar… Salud y montaña!!


Trasgu, 2014.


PD … como en otras ocasiones volvimos a tener pequeño incidente con el medio de locomoción … vaya rachita llevamos!! Afortunadamente todo se solucionó pronto, endulzado por la grata compañía de los allí presentes. 

Fotos de Trixquel y Niblap.