lunes, 27 de marzo de 2023

Bolillos del Siegalavá

 01 de noviembre de 2022

 “¿para qué quieres ahondar la tierra y buscar nuevas vetas de nuevo y nunca visto tesoro, poniéndote a peligro que toda venga abajo, pues, en fin, se sustenta sobre los débiles arrimos de su flaca naturaleza?”. Miguel de Cervantes.

Volvíamos al Siegalavá, montaña de infausto recuerdo, ya olvidada por mi.

No les presté mucha atención a Jorgito y Xana cuando lo propusieron … error!!!! … son unos descerebrados. No les puedes dejar … te la lían.

 


Por mi parte … ya no me acordaba. El tiempo había pasado, los recuerdos confusos, lo que recordabas por un lado, ahora estaba pa’l otro. “Mati … esta vez puedes venir tranquilo que es una cuesta de vacas”, le aconsejé al pobre Mati.


 

El día era excepcional: sol radiante, poco calor, ni una nube. Las laderas del Siegalavá desprendían esplendor. Allí, en Tuiza de Arriba estábamos algunos de los más grandes uno gradistas de la historia: Jorgito Stelvio y Xana, Mati, el que aquí escribe y Heidi (pobrecica … con los amos que tiene).

 


En mis recuerdos tenía el “creterío Siegalavá Tapinón” (http://uno-gradistas.blogspot.com/2015/06/cresterio-siegalava-tapinon.html). Transcribo lo escrito sobre aquel día del año 2015:

“Lo que prometía ser un bonito fin de semana se convirtió en un infierno”. Esta vez se cumplió. Que descenso, que descenso. Nunca en mi vida me había tocado descender nada igual. Desconozco si existe senda de descenso o no, nosotros la perdimos rápido. A partir de aquí, una disputa constante con la montaña sobre dónde poner el pie, constantemente apoyado en una mano, en otra, en el bastón, con la tercera pierna (para los mal pensados… el culo), constantemente desequilibrado, levantándonos una y otra vez, sin descanso alguno durante algo más de dos horas,… extenuante. Unido el calor, que a estas horas apretaba bien, metidos en aquella olla, donde el aire no circulaba en ningún sentido, ¡¡un auténtico infierno!!. Nunca, o al menos no recuerdo, había hecho en mi vida un descenso tan incómodo. Ahora me explico porque todo el mundo hace esta ruta al revés: Siegalavá-Tapinón, en lugar de Tapinón-Siegalavá. Habíamos pagado nuestro precio, yo … destrozado, alguno los pantalones.

 

Pero … entre que lo malo se olvida, y que mi recuerdo era “Siegalavá -> Tapinón” (en lugar del Tapinón->Siegalavá de infausto recuerdo), tal y como escribí el título del relato de aquel día … hoy nos meteríamos en lo mismo, por segunda vez, y ya se sabe: ¡¡todo lo malo puede empeorar!! No íbamos hacia el Tapinón, íbamos hacia el Siegalavá.

 

Ya subiendo ladera, todavía pisando hierba, me percato de que aquello no se correspondía con la cuesta de vacas que yo tenía en la cabeza: el sol me llegaba por la espalda, no veía esa cuesta de vacas esperada y que le había vendido a Mati, que resoplaba como un búfalo.

 


Como el track lo llevaba Xana siempre fui tranquilo, con la sensación de que estaríamos buscando otro camino. Aquello no me sonaba.

 

Las laderas se acaban y empezamos a “agarrar” piedra … “agarrar” porque muy pronto hubo que echar la mano a la piedra. Las trepadas se complican rápidamente … pobre Mati … “vaya cuesta de vacas en la que me ha metido este”, pensaría en aquellos momentos.

 



Empecé a ver que aquello se complicaba, ¿por dónde va a subir el perro? … el track no se quien lo haría, pero aquello se ponía muy pindio. Mientras, Mati y Jorgito trataban de solucionar sus problemas, enriscaos entre bolillos que caían como “sputniks” … ¡¡Vaya cuesta de vacas!! … esto no había hecho más que empezar.

 



Abandonamos el track, y nos desviamos a la derecha buscando camino que  nos lleve arriba. Es allí donde otro aguerrido y solitario montañero, ágil y veloz cual rebeco, nos pasa: un poco de charla con él, “mejor por aquí”, “mejor por allá”, “pasa un buen día”.

 




Vamos rodeando Siegalava en dirección oeste-este, entre tantas dudas se nos había hecho muy tarde. Me adelanto, me asomo por detrás del hombro de la montaña, aquello se complicaba, la hora se nos había echado encima y no había otra que darnos la vuelta y renunciar a la cumbre.

(en rojo la ruta de este día, en azul la del 2015)


Distancia (con altura): 5,09 km.

Desnivel acumulado: 707 m.



 

Habíamos perdido la ruta, solo quedaba comer algo y bajar a Tuiza por la directa, a la trocha … cualquier metía a Mati de vuelta por donde habíamos subido. Aquí es donde me doy cuenta de que estaba, de nuevo, en la misma bajada de aquel día de 2015. ¡¡Otra vez a penar!!

 



La bajada de nuevo es horrorosa, vamos buscando perder altura sin quedar enriscados … pero, aquel bonito fin de semana si que se convirtió en un infierno: nuestro amigo el montañero solitario, ya bastante más arriba que nosotros, también buscando la forma de llegar a la cima, nos lanzó unos bolillos, ¡¡como la cabeza de Mati (o de Jorgito)!! (¡¡esto es literal!! … ¿os podéis imaginar bolillos de tal calibre montaña abajo?), que, estos si, bajaban como “sputniks”, no uno ni dos, por desprendimientos caían 20 o 30 bolillos, dando saltos de un lado a otro, … solo nos quedaba buscar cobijo y “esperar”. ¡¡Joder!! … nunca en mi vida había vivido semejante momento en la montaña.

Una vez pasados los bolillos … solo nos quedaba relajar un poquillo, y ya con mucha calma, buscar la bajada. Mati todavía tendría tiempo de enriscarse otra vez … jooooooooooooder: hubo que sacarlo como a los perrillos, llamándolo desde afuera para que viniera muy despacico.

Vaya día!! Jorgito, una vez abajo, agradece a Dios el haber vuelto a nacer!!




 

Salud y montaña amigos!! … y cuidao con los bolillos …

 

Trasgu, Marzo 2023.