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lunes, 5 de agosto de 2013

El Mustallar desde Burbia, por los lagos: Un recorrido por las fuentes del Burbia

Llego a Burbia y en solo 10min logro ponerme en marcha. Pienso en la pena que me da que Trasgu no me vea.
Estoy nervioso. Las fuentes del Burbia, los lagos del mismo nombre, el Pico Mustallar, etc. Es una ruta planificada y anhelada hace mucho tiempo, pero muy larga y creo que será muy solitaria. Tiene gran desnivel y distancia, y es una zona de animales salvajes. Además, lo frondoso de los bosques sé que hará difícil cualquier cambio de plan o intento de localización.

Ya llegar al pueblo es tarea larga. Encajado en el fondo del profundo valle del Burbia, el pueblo que le da nombre es uno de los más remotos lugares que conozco, conservando un ambiente intemporal, de otras épocas, a pesar  del resurgir que muestra gracias al turismo, por ahora no invasivo. Es un pueblo de los de “para llegar hay que ir ahí”, y merece mucho la pena ir ahí.




La ruta en datos:
  • Distancia: 20.3km
  • Desnivel: 1140m
  • Dificultad: Típica ruta de montaña por sendero. No hay que usar  las manos.
  • Agua: Abundante. En algunos puntos hay caños que parecen tomar agua filtrada por la tierra. En Burbia hay fuente y bares.
  • Track: Buscasombras en wikiloc, http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4964559






La ruta
La ruta de hoy pretende recorrer las fuentes gemelas del Burbia, subiendo por la de los Lagos de Burbia o de Vilouso y bajando por  la fuente norte, que aparece en algunos mapas como Camino de Piornedo, supongo que por ser esta la ruta más corta entre Piornedo y Burbia.
Si el Mustallar, el techo de Lugo, es un atractivo suficiente en si mismo, recorrer las dos fuentes del Burbia y visitar los lagos hacen de esta ruta una de las más atractivas a realizar por la zona.


Los primeros 5.7km son por cómodo camino carretero, en constante subida y casi siempre inmersos en un tupido bosque de robles.






Al finalizar el camino pasamos a transitar por sendero en  fuerte ascenso, que busca la ayuda de algunos cursos de agua que se abren camino por el denso bosque, que en este tramo está formado por robles y acebos. Transitaremos sobre grandes cantos rodados. En los cursos de agua dispondremos de puentes formados por un par de troncos.

La vereda girará al oeste para rodear una pequeña cuenca formada por dos cursos de agua, y luego seguirá subiendo rotando a dir. norte, rodeándola. En este punto saldremos del bosque por escasos 50m para cruzar un descansadero de ganado que nos dará unas muy buenas vistas de lo recorrido por el valle.








Volveremos a adentrarnos en el bosque y cruzaremos otro curso de agua que seguiremos por su orilla izq. y en unos minutos alcanzamos  la cabaña del Acebalín, bien mantenida y aprovisionada con esterillas o jergones, comida (la que dejan los grupos que ya no la necesitan) y leña. Es un buen refugio que, dado lo remoto del lugar, se agradece.






Pasada la cabaña cruzo el curso de agua y sigo subiendo. Poco a poco el bosque queda atrás y pasamos a sendero típico de montaña que permite ver los picos cercanos, siendo el que gana nuestra atención poco a poco el Tres Obispos, aunque la imponente mole del Mustallar es la que domina el inmenso paisaje que nos rodea.



Subiendo, subiendo; se va ganando altura. Claro!!. Y en este caso llegamos al desaguadero de los Lagos de Burbia, donde me encuentro con un rebaño de corzos que me vigilan a escasos 150m y que escapan cuando me voy acercando. Otra muestra más de lo alejado de toda contaminación del lugar. Sin querer me salgo un poco de la vereda y me meto en una zona encharcada que me permite acercarme un poco más a  los esquivos corzos.








Me resulta difícil no pararme a hacer fotos cada 10 pasos. Todo es extraordinario. Voy ganando altura y se descubren cordales hasta ese momento ocultos. Unos veinte caballos me miran desconfiados mientras pastan en la zona del collado, o gola, de Boca de Campo al que me dirijo, para desde allí seguir el cordal sin pausa alguna.
Veo de frente los valles de los Ancares Lucenses, y a mi derecha el Mustallar, que casi me canso con solo de seguir con la vista el camino que me queda por recorrer, difícilmente visible por lo cerrado de los piornos y la distancia.







Hay que seguir por la divisoria de aguas. Comienzo y alcanzo primero, el Pico de Lagos, y descendiendo mínimamente, emprendo la subida al Mustallar, al que he de decir que se sube más rápido de lo que parece desde abajo.
Si lo anterior de la ruta merecía la pena por si solo, disfrutar de las vistas desde el Mustallar es el complemento perfecto. Es difícil describirlo. Hay que estar  allí.









Con sorpresa veo que se acerca otro montañero desde el otro lado del cordal, desde el puerto de Ancares, y ambos sentimos esa sensación de tranquilidad y confianza, de no sentirnos tan solos. Era la primera persona que veía en todo el día.
- Hola. ¿El techo de Lugo, pues?.
- Hola - con alegría le respondo- si, este es el techo de Lugo.

Y con ese típico acento de nobleza y sinceridad que tienen los vascos, era de Guipúzcoa,  me explicó que había dejado a su mujer en el Pico Cuiña, con unos prismáticos para que pudiera verle, y que se había venido para aquí, al techo de Lugo. Todo un montañero  que siendo su primera incursión por la zona se la tenía muy bien estudiada.




Juntos bajamos al col Mustallar, por el que el camino de Piornedo pasa de una vertiente a otra, y por el que yo emprendería el descenso a Burbia.

Tras despedirnos cruzo la valla que marca el límite territorial, sigo sin entender estas cosas de límites y barreras en el monte, y comienzo el fuerte descenso por pedreras y canchales. De no ser  por estar rodeado por las imponentes paredes del Mustallar a la derecha y del Peña Longa a la izq. sería un infierno.




Poco a poco el camino baja de pendiente y se alcanza una braña con unas ruinas. En ese punto se separa el camino que sube desde Burbia al Mostallar del de subida al Cuiña, y es justo el punto en el que entramos de nuevo en el bosque, en este caso de roble y haya con algún acebo.





El sendero es cómodo y más transitable de lo que fue el de subida.
Cuando nos quedan unos 4km para llegar al pueblo el sendero pasa a ser camino cómodo.







Es sin duda una de las mejores rutas de montaña que he hecho y quizás la mejor por la zona, recomendable tanto para uno como para dos días, pero para hacer con gente que le guste mucho la montaña, o tendremos una revuelta en este sitio que está a muchas horas de cualquier parte.

Buscasombras 2013

lunes, 24 de septiembre de 2012

El Cuiña, desde el puerto de Ancares


El Cuiá, la máxima altura de los Ancares es una montaña fácil si se hace desde el puerto de Ancares. Sus extraordinarias vistas (cuando se pueden ver) la convierten en una montaña deseable de recorrer.
A sus pies tenemos una encantadora laguna de rigen glaciar y cerca un refugio de piedra con mucho encanto.




La ruta en datos
Desnivel: 530m
Distancia: 8.2km
Agua: En la laguna, y en los cursos de agua de superficie, pero hay vestigios de la existencia de animales que pueden haberla contaminado.
Dificultad: baja. Alguna en la bajada a la laguna.

La ruta
Un día suelto. De esos en los que todo el mundo ha decidido descansar, desaparecer entre las sábanas o en los abrazos de la familia. Un domingo cualquiera.
Es agosto, pero El Bierzo no parece dar tregua. El amarillo-anaranjado sol del amanecer dibuja el contorno de las montañas dando un fuerte contraste con las nubes azul intenso que tapizan con extraordinaria y severa hermosura el cielo del valle del Sil. Es verano, sí; pero en el Bierzo.
Hago la mochila en sigilo, saludo al perro que se vuelve a dormir, y me escapo antes de que el pueblo se levante. Hace frío, 11ºC. El viento me destempla antes de acercarme al coche, que me encuentro  con un rocío meón.
Ya en carretera me dejo deleitar por los paisajes que a cada curva voy descubriendo. No hay tráfico y enlazo volante a un lado con volante al otro. Las curvas se suceden sin descanso, con el peligro de coger ritmo y seguirlo cuando la carretera cambie su música.
Embriagado empiezo la subida al puerto de Ancares, y veo que está muy cerrado. Mucha nube de acumulación en la vertiente asturiana.
Bah!, abrirá.

Llego al puerto y la situación no es mejor. Nubes meonas, niebla tupida y viento del norte-noroeste convierten el collado en un sitio inhóspito. Solo hay un coche, con una pareja que se lo piensa y repiensa. Salgo a merodear, a aclimatarme, a replantearme el plan del día.
No está de Dios, pero me pongo a revisar la mochila, a buscar por el maletero todo lo que pueda servirme. Guantes largos de bici, braga fina, una gorra vieja, el forro polar de cuando me iniciaba en la montaña, por botas unas zapatillas de trecking y por comida un pistacho; y de repente llega un coche de la parte asturiana conduce un montañero que cumple con el mismo ritual que yo: me mira, nos saludamos, se lo piensa, monta la mochila, y con un “hasta luego” sale. Y 50m detrás yo. Al Cuiña que íbamos los dos.
No nos vemos, pero sabemos que el otro está ahí. Es uno de esos acuerdos sin palabras que ya he vivido en esos pasos que en invierno uno no quiere hacer solo. Uno de esos grupos que se improvisan sin intercambiar palabras, que son una de esas extrañas consecuencias de nuestro hacer “montaña·.




El Cuiña está siguiendo el cordal en dir S-SW, por lo que el viento nos azota por la derecha. De vez en cuando escucho el ladrar de un gran perro, un ruido de metal, un caminar en la niebla. Una turbulencia abre un hueco y veo una silueta recortada, que sigue ahí.
Llegamos a un pequeño refugio y nos intercambiamos los papeles. Paso a ser el ruido, el jadeo oculto en la niebla, esa silueta esquiva.
La senda está muy marcada y por eso es posible seguirla. No hace mucho frío, pero me estoy mojando por la humedad del viento y la que se ha acumulado previamente en los piornos.
Ocasionalmente abre y aparece un valle lejano, profundo, y soleado!!. Hay opciones todavía, creo.
Un par de cambios de posición se suceden antes de que subiendo al pre-Cuiña empecemos a hablarnos, a conversar, coincidiendo con la visita de unos muflones atrevidos por la falta de visibilidad.



El camino es agradable, pero poco bonito, y llegamos tras una subida herbosa.
Tal y como estaba el día era una pena que creí que se tendría que ver compensada solo por algún túnel entre las nubes que dejaba vislumbrar los valles.
Una pena.
Cuando ya tocaba el descenso me dice Ricardo, así se llamaba mi compañero, que iba a reconocer el lago y un refugio que había por ahí abajo, y le pregunté si le importaba que le acompañase. Era mi primer contacto con la zona y me apetecía recorrer más, pero no tenía preparadas alternativas, así que me pareció un plan excelente. Como luego me confesó, solo y con esa niebla no lo hubiera hecho.
Comenzamos nuestro camino en dir. Sur, recorriendo una rocosa arista con algún que otro jardín. Un poco escalonada.




Como no había opciones el camino no tenía equívocos. To’p’abajo!!!
Las nubes daban un poco de tregua y vemos ya la “pindia” bajada. La primera opción, con hito solitario y precario. Yo dudé de fuera hito, y eso que tengo fama de ser más un Busca-hitos que Buscasombras. Ricardo la desechó rápidamente.
La segunda opción era una chimenea abierta. Bufff, en roca podrida.
La tercera era una canal herbosa y abierta, con piedra suelta en los escalones. No sé como, pero estábamos los dos convencidos de que era el mejor camino.
A los tres metros de descender me doy cuenta de que:
  • ·         Ya estoy mojado al tocar la hierba.
  • ·         Las piedras están todas sueltas.
  • ·         Las piedras están más sueltas que la hierba.
  • ·         La roca está podrida.
  • ·         Las zapatillas Salomon casi se me salen de los pies cuando pretendo cantear.


Un poco de boca seca y pasamos ese trance, para meternos en un canchal de roca rota en lajas que fue todavía más traicionero. Subido a alguna de las lajas baje en trineo unos cuantos metros.
En la mitad aparece la laguna, como un haba. Difícil de distinguir sus dimensiones por la falta de referencias por la niebla.


La alcanzo y disfruto de sus orillas tapizadas de hierba. Sitio bonito.
Arriba, el Cuiña, y justo debajo la senda que salía de la posición del hito incierto y bajaba cómoda a la laguna. Otro día sería.






Estamos por debajo de la capa de nubes, eso da lugar el típico momento de autocomplacencia, tras el que empezamos la errática búsqueda del refugio, alcanzando  pasos que no perdieran mucha altura, evitando turberas encharcadas, y siguiendo hitos inexistentes.









Tras recorrer no poca distancia a lo lejos contemplo, camuflado entre toda la roca de la pared del fondo, la forma de cilindro y cono del pintoresco refugio. Un chozo de una pequeña habitación que por su posición debe de dar más de una alegría al que logra cobijarse en él.

La salida del refugio es por senda marcada y hitada, que nos lleva a la de subida al Cuiña



Ahora si que tenemos unas extraordinarias vistas, una de ellas del Miravalles, futuro objetivo.




Allí veo los cariñosos generadores de aquellos terribles ladridos en al niebla. Dos mastines del tamaño poni.
Imponentes y noblotes!!.

Buscasombras 2012