lunes, 29 de diciembre de 2014

Peña los Años y corredor "cuñaos gemelos"

“¡¡Ay, ay, cómo culpan los mortales a los dioses!, pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde.”
Odisea, Homero.

26 de diciembre de 2014

Malos momentos para aquellos, montañeros aguerridos, gustosos de disfrutar de nieves e inclemencias entre las alturas, en la roca, malos momentos aquellos en los que deben buscar la nieve cual preciado tesoro en el que poder hundir sus acerados útiles, cual preciados lugares en los que disfrutar de todo aquello que fueron a buscar, en los que disfrutar de las grandiosas montañas siempre con la confianza de que les permitan y tengan la generosidad de mostrarse y dejarse admirar.

Uno debe ser aún más preciso cuando la amenaza de la tempestad se cierne sobre si, tempestad en la uno queda reducido a un exiguo y humilde ser, cuya máxima pretensión solo puede ser encontrar defensa ante la misma.

En la aventura a buscar para el día de hoy había que lidiar con todos estos factores… la escasez del elemento nieve, la  latente y cercana amenaza de tempestad vespertina… y un factor que nunca se debe minusvalorar, que siempre se suele llevar a cuestas… el ansia que uno suele tener al principio del invierno por degustar estos placeres.


La cita había quedado fijada una semana antes… Rocío, cual duelo de antaño, había fijado cita para celebrar el paso del tiempo desde el comienzo de su existencia en la tierra, cita que no podría ser zanjada en lugar distinto de la cumbre de una de esas de nuestras montañas. Por si dudas hubiera al respecto, pastel de chocolate, semejante al ya degustado una semana antes, habría allí para todos los presentes, pero eso si… había que estar presente. La cita era ineludible, inexcusable.

Niblap, gran conocedor de estos lares, y asesor en esto de la búsqueda de lugares donde dar rienda suelta a estas aficiones, propone asomarnos al circo formado en torno a la laguna Las Verdes. Rocio, Perico, Stelvio y Trasgu, este que escribe, como en otras múltiples ocasiones, siendo ya norma habitual en la forma de actuar, el objetivo final sería decidido en el último instante en función de las circunstancias encontradas en el lugar.



El circo de la laguna Las Verdes ya había sido frecuentado en anteriores ocasiones por todos los que esta mañana nos damos cita. Unos con motivo de pedirle permiso al Montigüero para encaramarse en su grandiosa canal, otros para rebuscar entre los laberintos de las Coloradas si algún corredor pudiera ser sacado a la luz, corredor todavía a día de hoy sin bautizar, alguno incluso estaría en una y otra. De nuevo íbamos a buscar quehaceres a aquel circo.

La hora de salida, condicionada por la amenazante tempestad vespertina, es previa al orto, en Torre de Babia. Antes de que la luz nos facilite localizar las sendas que nos llevarán a nuestro destino ya estamos en faena, aderezados con todos los aperos, hoy más que nunca, había que llevar de todo.


La subida ya la recordaba como una subida tediosa, donde te vas acordando que luego tendrás que volver, un castigo a pagar para poder degustar los placeres que más arriba uno espera encontrar. Un precio que habrá que pagar de nuevo cuando, habiendo degustado los placeres, sea imperativo el retorno al lugar donde uno siempre quiere volver en estas ocasiones, al lugar desde el que se inició la ruta. Entre saltos de agua en la lejanía y planes futuros en torno a las posibilidades de los mismos transcurre sin prisa pero sin pausa esta subida.


Ya en el circo, previa evaluación de opciones, queda fijado el objetivo, la Peña de los Años (2157 m.) disfrutando previamente del corredor “cuñaos gemelos” (200 m.), así bautizado por Setmil y Xiblo dos años ha.





Ascensión acumulada: 1172 m.
Distancia recorrida: 15.95 km.



(Fotografía y croquis original de Setmil y Xiblo)


Ansiosos por recoger lo que habíamos venido a buscar, acicalados desde su base con todos los aperos que subimos hasta este lugar, el corredor se disfruta desde su inicio al final, incrementándose esta sensación cuanto más se adentra uno en él, cuando más se encajona entre los dos farallones que lo encajan.  Uno detrás de otro, los cinco componentes del grupo vamos progresando y disfrutando del lugar.








Después de la salida, muy en mixto, solo nos quedan esos momentos de autocomplacencia, donde uno mira para debajo de nuevo tratando de volver a degustar aquello que vivió instantes antes.



Desde aquí, ya que estamos allí, solo nos queda ganar la arista para recoger ese pequeño premio de la cumbre de la Peña los Años a través de su arista, azotados por importantes ráfagas del dios Eolo que no consentirán que estemos allí más de lo estrictamente necesario, emprendiendo el descenso de forma cuasi inmediatamente, no sin antes robarle a la montaña ese pequeño recuerdo de cumbre en forma de fotografía de los allí presentes.






Ya habiendo descendido la arista, al mínimo resguardo que pueda darnos el terreno de alrededor, Rocío da fiel cumplimiento a su promesa deleitándonos con ese pastel de chocolate que será grandemente celebrado por todos los allí presentes y degustantes.


Solo nos queda el descenso, el cual lo realizaremos a través de la pala por la que habíamos ganado la arista, descenso en determinados momentos “delicado” por la dureza de la escasa capa de nieve, ahora hielo, allí presente.



Solo nos quedaban esos momentos de abnegado, resignado y autocomplaciente retorno, siempre con un ojo a nuestras espaldas tratando de comprobar que la amenaza inicial no sería ejecutada en nuestra presencia, aunque eso si, parecía que nos empujaba a abandonar aquella zona de forma inmediata. El permiso para estar allí había pasado. Como desplantes a esta tempestad que nos empuja, a modo de triquiñuelas a la misma, o rememoración de mi mismo una semana antes, todavía un par de los allí presentes aprovecharían para unos cuantos “sapiazus” cual fardos inertes sobre la esvirante yerva de las últimas laderas.


Trasgu, diciembre de 2014.


Fotografías de Niblap, Perico, Stelvio y mías mismas.

6 comentarios:

  1. Que delicia de paisajes y dia, envidia sana.
    Antonio

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  2. Excelente literatura de montaña adornada con unas bellas imágenes. Enhorabuena

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  3. Hola ,

    Antes de nada felicitarte por el blog, mi pareja y yo disfrutamos mucho leyendo tus elocuentes relatos por lo que te animamos a que continúes publicando vuestras actividades.

    Estamos comenzando en esto de los corredores y te agradecería que me contestaras a unas preguntas:

    - Parece que se trata de un corredor no excesivamente complicado, ¿cuanto dirías que puede ser la inclinación máxima? ¿Os llegasteis a asegurar en algún punto?

    - En caso de tener que asegurarse en roca, ¿Es esta de la suficiente calidad? porque no lo parece...

    Muchas gracias por tu atención y lo dicho, a seguir haciendo montaña,


    Saludos

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    Respuestas
    1. Muchas gracias ...

      en referencia a tus preguntas ...

      No nos aseguramos en ningún punto. La inclinación máxima serán unos 50-55º (al final). Bajo mi punto de vista no es muy complicado. Solo al final hay que tener un poco de cuidado: zona más resguardada, más fria, placas de hielo, nieve muy dura.

      La roca no es de buena calidad, pero creo que llevando varias cintas (grandes y pequeñas, no hay problema), incluso algun friend o fisurero.

      Saludos.

      Trasgu.

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  4. Gracias a todos por vuestros comentarios.

    S2.

    Trasgu

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