domingo, 25 de diciembre de 2016

Bordillos de Peñalara


 

 

“Llegado, pues, el esperado día, armóse don Quijote, vistióse Sancho, y encima de su rucio, que no le quiso dejar aunque le daban un caballo, se metió entre la tropa de los monteros.”
Miguel Cervantes Saavedra. Don Quijote de la Mancha.

18 de diciembre de 2016.

¡¡Cacahuetes vuelve al monte!!

Después de un periodo de inactividad montañera Cacahuetes decide volver a la montaña, un paseo suave, sin grandes tensiones, para ver lo que había, para ver cómo estaba la montaña, para recuperar sus sensaciones. Había otro motivo … ¡¡Cacahuetes estrena sus botas!!

Que mejor sitio para ello que Peñalara, ese pequeño santuario donde de vez en cuando nos toca ir a jugar un poco.

Distancia: 9,18 km.
Desnivel: 760 m.



Desconocíamos totalmente la cantidad y estado de la nieve; como en otras muchas ocasiones había que buscar entre lo que hubiera, había que tantear el terreno y elegir lo que más nos gustase en aquel momento.

El día se nos presenta amenazante, con nubes que van y vienen, que nos envuelven y nos liberan, pasando a importante velocidad sobre nuestras cabezas.


Una opción facilona, que nos da muchas salidas y opciones son los Bordillos de Peñalar. No nos exigen demasiado, tenemos salida fácil, y si el día se diera bien, tenemos la Sur para alargar la jornada.


 
Empezamos bajo la niebla, los bordillos no los vemos,  no obstante, siguiendo el espolón sur de Peñalara, uno sabe que se da de frente con ellos. Lo complicado podía estar en encontrar la entrada adecuada.

Afortunadamente, ya al final se nos abre el día. Fijamos referencias, comprobando que el central estaba todavía demasiado pelado, buscamos la ladera a su derecha, la cual parecía más cubierta por la nieve.



 
Sobre el estado de la nieve… como ya comenté a alguien que me preguntó … abajo había más de la que hubiera imaginado, todo cubierto y algunos tramos muy dura, hecha hielo; arriba menos de la que hubiera querido, con los bolillos asomando, furacos amenazantes, donde en más de una ocasión uno se metía hasta las trancas. Ya llegando a los bordillos, donde dejamos de tener huella, la situación es delicada; con suma cautela uno debe negociar la forma de salir de aquel pedreru donde se metió. Cada paso es una trampa a negociar, “¿me hundiré esta vez? ¿cómo de profundo será el agujero?” … un pequeño suplicio.



 
Pasado el Pedreru, ya a los pies de los Bordillos, las nubes que nos persiguen por la espalda nos dan caza. No iba a ser hoy un día fácil. Quedamos envueltos en ellas. Como otras muchas veces nos va a tocar buscar la cima… también uno se lo pasa bien en estas ocasiones.


 
La nieve empieza a endurecer, incluso en algunos tramos hay que clavar piolo en hielo. Afortunadamente habíamos caído en ello y 10 minutos antes vestíamos pinchos… ¡¡Estrenando temporada!! ¡¡¡uuuff!! Que mal momento ese en el que uno tiene que doblar espinazo y buscar la manera de encajar y atarse los hierros a los botos. Habíamos superado el peor momento del día. Las primeras sensaciones … bien las describe Cacahuetes …”Parezco una prostituta novata con tacones” … jajajaja.




 
Superado el pequeño escalón anterior, habiendo pinchado hielo, nos cruzamos perdidos en la niebla con otro grupo de intrépidos montañeros, aguerridos, valientes, dispuestos a darlo todo. Allí, de forma improvisada, en el infierno que teníamos montado hacemos grupo. “¿Cuánto falta para la cumbre?” … “yo creo que, aproximadamente, media hora”.  He de reconocer … que alguno de ellos me ofreció dudas: un frío que pelaba, un viento que cortaba, y alguno sin gorro, con las orejas al aire y las manos metidas en los bolsillos (desconozco si con guantes o no).




 
Siguiendo de forma intuitiva la loma cimera alcanzamos el hito de cumbre. Alguna gilipollez en la cima, alguna grabación, alguna foto, un par de risas y había que volver rápido. Allí no había quien estuviera quieto. Al bajar nos despedimos de nuestros intrépidos nuevos compañeros … “¿Cómo vais?” … el de las orejas confiesa su situación … “se me van a caer”. No me extrañaba en absoluto. Pobre chaval.

 
Así emprendemos la bajada, sin muchas esperanzas en ello, nos quedaba evaluar una posible bajada por el Central o la Ceja. No había muchas esperanzas, la escasez nieve podía convertir aquello en un suplicio que nos hiciera arrepentirnos de la decisión tomada. Es en esos momentos cuando uno, para terminar de justificar su decisión, busca un aguerrido montañero que haya subido por allí y le pregunta (esto es aplicable a Peñalara, donde un domingo cualquiera aquello parece la Gran Vía con montañeros que van y vienen de o desde todos los lugares). Encontrado el nuestro, preguntado sobre el asunto … nos confirma que estaba todo muy “guarro” … incómodo. Bajamos de paseo por Dos Hermanas.



 
Reiterando su sensación de “prostituta novata con tacones”, habiendo renunciado a bajar por la canal, retiramos pinchos y emprendemos suave paseo.

 
Este paseo desde Peñalara a Cotos por Dos Hermanas siempre le depara a uno lo más insospechado. Todo tipo de atalajes, vestuario, personalidades, apariencias y comportamientos. Uno se puede imaginar que la fauna de la Gran Vía en Madrid la hubieran transportado allí. Nunca dejaran de asombrarte. Así, habiendo dejado atrás al de las orejas congeladas, nos encontramos con abrigos negros largos, como si fuese a una cena de Nochevieja; tablas de snow, a las que uno se las imagina dando saltos por las piedras, si bien siempre se puede considerar una forma de entrenamiento el subir y bajar la tabla a Peñalara; alguno en camiseta interior, manga corta, con una vara al hombro, con marcha errante pa’rriba y pa’bajo, disfrutando del fresquito del día, nunca le di la espalda por aquello de la vara. Todo muy curioso.

 
No se nos había olvidado… había que dar buena cuenta del vino, jugosas viandas, mistela y te. A pesar de las críticas de Cacahuetes al vino, de morro selecto nos salió el chaval, damos buena cuenta de todo. ¡¡No sobra na!!. Lo hacemos en la caseta cercana a la charca de los sapos (donde por cierto no he visto ni uno en mi vida). ¿Hay mejor forma de llegar a Cotos?


Como otras tantas veces ... gran día de montaña en grata compañía.

Parafraseando de nuevo al amigo Carmar ... ¡¡Salud y montaña!!

Trasgu’2016

2 comentarios:

  1. Qué día de perros, con el hombre del tiempo no se puede contar, menos mal que hubo vino. Un abrazo Trasgu, bravo por las palabras

    ResponderEliminar