domingo, 11 de diciembre de 2022

Cueto Cabrón ... y Gilbo

21 de mayo de 2022

"Finalmente, tanto hablaron y tanto bebieron los dos buenos escuderos, que tuvo necesidad el sueño de atarles las lenguas y templarles la sed, que quitársela fuera imposible; y, así, asidos entrambos de la ya casi vacía bota, con los bocados a medio mascar en la boca, se quedaron dormidos, donde los dejaremos por ahora, por contar lo que el Caballero del Bosque pasó con el de la Triste Figura.". Miguel de Cervates, Don Quijote de la Mancha.

 

Se trataba de uno de esos días donde los intrépidos uno-gradistas se enfrentan a unos de esos retos donde solo el nombre ya levanta el temor de los allí presentes, un día de esos donde semejante afrenta hace dudar del porqué estar allí, … pero había que estar. 

 


Xana había elegido el Cueto Cabrón … y el Gilbo.



 

Siguiendo las directrices de Marco Aurelio … “Al amanecer, cuando de mala gana y perezosamente despiertes, acuda puntual a ti este pensamiento: «Despierto para cumplir una tarea propia de hombre.» ¿Voy, pues, a seguir disgustado, si me encamino a hacer aquella tarea que justifica mi existencia y para la cual he sido traído al mundo? ¿O es que he sido formado para calentarme, reclinado entre pequeños cobertores? «Pero eso es más agradable». ¿Has nacido, pues, para deleitarte? Y, en suma, ¿has nacido para la pasividad o para la actividad? ¿No ves que los arbustos, los pajarillos, las hormigas, las arañas, las abejas, cumplen su función propia, contribuyendo por su cuenta al orden del mundo? Y tú entonces, ¿rehúsas hacer lo que es propio del hombre? ¿No persigues con ahínco lo que está de acuerdo con tu naturaleza? «Mas es necesario también reposar.» Lo es; también yo lo mantengo. Pero también la naturaleza ha marcado límites al reposo, como también ha fijado límites en la comida y en la bebida, y a pesar de eso, ¿no superas la medida, excediéndote más de lo que es suficiente? Y en tus acciones no sólo no cumples lo suficiente, sino que te quedas por debajo de tus posibilidades. Por consiguiente, no te amas a ti mismo, porque ciertamente en aquel caso amarías tu naturaleza y su propósito. Otros, que aman su profesión, se consumen en el ejercicio del trabajo idóneo, sin lavarse y sin comer. Pero tú estimas menos tu propia naturaleza que el cincelador su cincel, el danzarín su danza, el avaro su dinero, el presuntuoso su vanagloria. Estos, sin embargo, cuando sienten pasión por algo, ni comer ni dormir quieren antes de haber contribuido al progreso de aquellos objetivos a los que se entregan. Y a ti, ¿te parecen las actividades comunitarias desprovistas de valor y merecedoras de menor atención?”



Como siempre le recuerdo a los uno-gradistas … “pensad que sois unos afortunados, mientras vosotros estáis disfrutando de semejantes manjares, otros disfrutan del reposo, entre vapores y vahos”.

 

Hoy se deleitaban con la aventura del día Xana, Jorgito Stelvio, Mati y Trasgu, este que como lo hace habitualmente, suscribe.

 

Partiendo del puente que constituye la entrada a Riaño, allí donde los fiordos de otras tierras lejanas fueron transportados para hermanarse con las montañas, estás si, nativas de estos lares, emprendemos senda en torno a los mismos disfrutando de los mundos donde en la más absoluta clandestinidad habitan los dueños del bosque … brujas, xanas, trasgus, elfos, y demás seres que, aun no viéndolos, los sientes allí en torno a ti, tal cual como si estuvieras hollando su morada.


D’esta forma, cruzando bosques y buscando laderas, buscamos la entrada a aquel lugar de nombre indómito, bien conocido por los habitantes del lugar, al que los uno-gradistas osaban retar … qué osadía la suya, la ignorancia siempre fue valiente … pobre de aquel que sin saber dónde se dirige emprende camino a lo desconocido que la valentía que otorga su ignorancia … pagará más adelante tal osadía sin que pueda quedar impune.









Cuesta encontrar la entrada, pero el uno-gradista es tenaz y la acabará encontrando … y haciendo uso de las dotes del uno-gradista … la resistencia al esfuerzo, el desprecio a los placeres, la resignación ante el destino, la necesidad de pocas cosas, la benevolencia, la libertad, la sencillez, la austeridad, la magnanimidad ... emprende la búsqueda de la ansiada arista.





 

¿No te das cuenta de cuántas cualidades puedes procurarte ya, respecto a las cuales ningún pretexto tienes de incapacidad natural ni de insuficiente aptitud? Con todo, persistes todavía por propia voluntad por debajo de tus posibilidades.

 

Entre pedrolos y bolillos, pasos y pequeñas canales, algunas miradas a la imagen del paisaje con el que los dioses agasajan a quienes osan acometer tales aventuras, yerba que esvira por este lado, yerba a la que puedo agarrarme por el otro, algún paso con mucho patio, que si subo un poco más que si bajamos por allí, esto parece un jito, esto no llega a nivel de jito … la senda de subida no se hace corta, se hace dura.








¿Acaso te ves obligado a refunfuñar, a ser mezquino, a adular, a echar las culpas a tu cuerpo, a complacerte, a comportarte atolondradamente, a tener tu alma tan inquieta a causa de tu carencia de aptitudes naturales? No, por los dioses. Tiempo ha que pudiste estar libre de estos defectos, y tan sólo ser acusado tal vez de excesiva lentitud y torpeza de comprensión. Pero también esto es algo que debe ejercitarse, sin menospreciar la lentitud ni complacerse en ella: el uno-gradista siempre lo da todo.

 

Así los uno-gradistas alcanzan la cima del Cueto Cabrón, lugar de ilustre y glorioso nombre reverenciado por alguno de los allí presentes en honor al mismo, al parecer bien merecido, ganado y otorgado por aquel que tuviese la vista para ello.

 



Todo lo que sube en algún momento tiene que bajar, eso es evidente, es un problema que no pudiéndose evitar uno debe afrontar cuando ha subido … más aún cuando ha subido mucho … había que bajar de allí, y algún uno-gradista parecía preocupado por ello. No sientas vergüenza de ser socorrido. Pues está establecido que cumplas la tarea impuesta como un soldado en el asalto a una muralla. ¿Qué harías, pues, si, víctima de cojera, no pudieras tú sólo escalar hasta las almenas y, en cambio, te fuera eso posible con ayuda de otro? … así se dirigen prestos los uno-gradistas a bajar lo que subieron … y, de nuevo, entre un poco de patio por aquí, y parece que por allí paso mejor, mucho tobogán con cuidado de no correr más de lo debido, por esta pierna aquí y la tercera pierna allí … llegamos de nuevo al bosque, allí donde brujas, xanas, trasgus y elfos, sin duda alguna disfrutaron del espectáculo de lo allí acontecido con nuestros semi-dioses los uno-gradistas.

 







Pero es ya aquí abajo donde empiezan los problemas de algunos de los unogradistas … Xana quería el Gilbo, peeeeeroo … pobre de aquél unogradista que quedose sin agua con tanta tierra por delante. Aun inténtolo las primeras cuestas … pero es ahí donde se te sale el corazón, donde sin agua crees morir, te dan ganas de chupar las piedras. Te queda por hacer algún intento, quieres seguir, pero es imposible … Matiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!! ¿pensabas que venías de paseo pa venir con medio litro de agua? Esto te será recordado eternamente … será como cuando Perico se dejó los crampones en el coche.


Así … allí a los pies de los farallones del Cueto Cabrón Mati y yo nos quedamos a reponer fuerzas con alegre charleteo para después, cual paseo por el monte emprender el regreso al punto de partida por los pies del Gilbo. Xana y Jorgito, como unos campeones, continuaron su objetivo hacia el Gilbo. Ellos nos podrán contar la historia de como aconteció aquella gesta de la que desgraciadamente no pudimos ser testigos.





Sin más que contar … salud y montaña amigos!!!!

 

Trasgu, diciembre’22.

 

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