“—No ha de poder el sabio Frestón, enemigo mío, dejar de favorecer a mis contrarios. Él fue, Sancho, el que convirtió los gigantes en molinos de viento, para quitarme la gloria de su vencimiento.”. Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes.
26 de diciembre de 2024.
Fin de año, vacaciones navideñas, tiempo libre, … había que cumplir con la responsabilidad y deber de todo uno-gradista: un día de montaña en la mejor compañía … como casi siempre, entre León y Asturias.
Sin saberlo, volvíamos al que va camino de convertirse en unos de esos “elefantes blancos” que uno se crea en la montaña.
Quedaba nieve de la única nevada anterior, pero no sobraba, mucha se había ido … había que buscarla. Como en otras muchas ocasiones miramos para San Isidro: allí nos encontramos Perico (desde Asturias) y Trasgu (desde León), dispuestos a darlo todo (o casi todo) … por trillar un poco de nieve. Todavía quedaba por decidir donde trepar.
Miramos al Toneo, por aquí, por allá, le damos la vuelta para un lado, para otro … no era el día. Hay que buscar otro. Los allí presentes no cejan en su propósito, habiendo errado su primer propósito del día, giran su vista buscando lo que su ánimo ordenaba dentro del pecho, y de esta forma afitan la so mirada hacia el Picu Torres, baza segura en cualquier época del año, branu o iviernu, siempre está ahí.
Determinan volver a aquello que un día dejaron sin terminar el “corredor Este del Picu Torres”.
Desnivel acumulado: 555 m. Distancia: 9,98 km.Atada bien la mochila, pinchos dentro, piolos encorsetados, botas ajustadas … allí los dirigimos. Cual operación Barbarroja … en la ida uno avanza contento, nieve dura, cuerpo y ambiente fresco, … todo son alegrías. La vuelta suele ser otra cosa, hoy sería uno de esos días “Operación Barbarroja”.
Objetivo del día … otra vez, el corredor Este del Picu Torres, con el objetivo de hacer cima y terminar lo que quedó pendiente en diciembre de 2019 (https://uno-gradistas.blogspot.com/2020/04/pico-torres-corredor-este.html).
Más allá del tiempo perdido en la decisión de donde ir, esta vez, con día claro, vemos el objetivo desde el primer momento. Pa’lla vamos.
Llegado el momento de ponerse los pinchos, ese duro momento del día, un infierno para Perico ... “¿cómo se ponía esto? ¿con los pinchos pa’rriba? ¿o con los pinchos pa’baixo?” “”¿me pongo primero los calcetines o el arnés?” … madre míiiiia.
En la subida la primera parte es ágil: una reunión por aquí, la estaca en medio, otra reunión, un paso estrecho donde se busca la nieve, … pero llegamos al momento clave de hoy … el resalte.
Habiendo poca nieve, en mixto nieve, hierba, barro, aquello se convirtió en un infierno. Perico, lo suda, lo oigo resollar, pero allí, después de varios intentos, lo pasa con pericia, pero después de tirar pa bajo los bolos de nieve que quiso dejo aquello como si hubiera peleado con un topo gigante habiendo perdido el topo.
Cuando llego allí, escasamente puedo asomar la cabeza para mirar por encima: un escalón de metro y medio, nieve muy blanca, furacos por todos lados, una pared a cada lado y yerba pa agarrarse. No sabía si darme la vuelta o llorar. No desmayes, que ésta es la ocasión donde se ha de mostrar el valor del ánimo.
Aquello fue complicado, con Perico por arriba al que difícilmente veía, trato de asirme a lo que puedo, clavar donde haya hueco y subir la pierna hasta donde uno puede, que ya vamos teniendo una edad. Resoplando cual rocín fatigado en ardua lid triunfamos sobre gigantes y molinos, saliendo de allí sobre manos y rodillas, con piolo hundido cual arma que le barro ha conquistado.
En la salida del corredor solo nos queda buscar donde poner la cinta para la ultima reunión y de esta forma, creyendo que el laurel de la victoria ya adornaba nuestros cascos, después de unos momentos de autocomplacencia, reemprendemos camino a la cumbre.
La montaña siempre tiene la ultima decisión … la travesía en cara norte tiene tramos como un espejo, hielo duro, con mucha pendiente limpia para abajo donde no te debes caer. La cosa se alarga y llegados al peñasco post travesía decidimos, asomarnos al balcón, disfrutar de las vistas unos momentos y dar la vuelta, que había que volver.
Descendemos sin grandes problemas por el corredor central, más tumbado y abierto que el subido, contentos con la hazaña propia de lo que nos dio el día, con el júbilo interior que engalana la vana victoria solo nos quedaba andar en pos del lugar donde se sirva sustento digno de caballeros.
Y así fue … cual ilusos, creyendo que el día había terminado, disfrutamos de los manjares ansiados. Pero no se crea el lector que la referencia previa a la operación Barbarroja en el inicio de este relato es casual … nos quedaba volver: el sol había calentado los caminos, los senderos de suelo recio se habían convertido en fangos traicioneros que tragan botas y corazones valientes, nieves huidizas que engullen a escuderos y corceles por igual, siguiendo veredas nos metimos en el camino del regacho, allí es donde vuelves a aprender la humildad, donde todo se convierte en yermo abrasador de desdichas y azares.
Yo ya veía la noticia … los cuerpos de dos expertos montañeros son encontrados con una pierna hundida en la nieve y la otra bota llena de fango; no se sabe que pudo pasar; eran expertos, iban bien equipados … situación de lo más inverosímil, donde tuvimos que sufrir y devolver a la montaña el privilegio de haber disfrutado aquel día en sus laderas. Nada era gratis.
Sin fotos de esos momentos por mantener la dignidad de los allí presentes, nos arrastramos hasta el aparcamiento donde todo empezó al alba.
Como en otras ocasiones recordando a nuestro gran Carmar …
Salud y montaña amigos. Trasgu’ 2025.























