lunes, 20 de junio de 2011

El Cordal de la Cabrera.

"Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré."
Gabriel García Márquez

Había una deuda pendiente. Tenía que quedar saldada cuanto antes.



"De nuevo" nos dirigimos a La Cabrera. Esta vez, dispuestos a cumplimentar lo indicado por Domingo Pliego, con la lección aprendida.





Tiempo estimado: 6 h.
Desnivel acumulado: 857 m.
Distancia: 11,06 km.
Nivel: Fácil. En determinados puntos sendero difícil de seguir.









Son las 7:30 de la mañana, ya me encuentro a los pies del Pico de la Miel, no puedo evitar que se me escape la mirada al Callejón Soyermo, lugar de viejos fracasos. Pronto recorro todo el cordal con la mirada, hoy no se puede escapar.



Tal y como indica Domingo Pliego "a poco hay una aguda curva hacia la derecha. Justo en la curva, dejar la pista de tierra para salirse por la izquierda hasta alcanzar una pradera horizontal izquierda, que se alarga hacia el oeste". Era fácil, pero el otro día ... pasamos de ello. Esta vez, tomo el desvía adecuado.



Desde aquí un bonito y entretenido sendero (está vez, sendero de verdad, no de esos que uno busca en los momentos de desesperación), con tramos donde las manos se apoyan para ayudar al equilibrio, sin grandes dudas, decidido al destino, nos lleva a la pared suroeste del Pico de la Miel, acabando en un bonito canalón final, más pequeño que de Soyermo, pero agradable de subir, canalón por el que alcanzamos la portilla desde la que el camino a la cumbre es evidente.



Entre grandes bloques de roca, uno se busca el camino que le parece más adecuado al primer destino para hoy, la cumbre del Pico de la Miel. Eran las 8:30, estaba en la cumbre donde hace poco no supe llegar en toda la mañana. Ahora ... a disfrutar de lo que quedaba de día.



Pronto busco en Monte de la Cabeza, donde su castro Arévaco da cierto aire de misticismo a esta zona. Un lugar privilegiado, donde otros parecen habitar todavía.



Ya en la cumbre, no puedo evitar ir a ver el Callejón Soyermo desde arriba ... que cerca de la cumbre estuvimos hace unos días. Igualmente, habiendo "abandonado" la mochila en la cumbre del Pico de la Miel, recorro todo el Pico Soyermo, una pequeña cumbre para el historial de uno, desde donde trato de identificar hasta donde llegamos por su pared Occidental, un par de árboles me hacen dudar. ¿Llegamos hasta aquí o fue hasta allí? En la primera de las opciones ... vaya oportunidad perdida para haber terminado, en la segunda ... nos quedaba un trecho importante. Nunca lo sabré.









Habiendo disfrutado de las paredes del Pico de la Miel, pongo rumbo al destino último en el cordal: el Cancho Gordo. Parece lejano, pero tengo toda la mañana por delante, en medio ... el Cancho de los Brezos, las Agujas, el Pornoso, la Peña del Águila, el Cancho de la Bola.



La senda pronto toma la vía cómodo, al norte de las cimas, trato de evitar perder altura en todo momento, asomándome cuanto puedo a las paredes norte del cordal. Así recorro algunos de los hitos anteriores, Cancho de los Brezos, Agujas, el Pornoso, buscando siempre sus cumbres. En este último paso el momento clave del día, de nuevo enriscado, buscando la bajada entre bolos, jarales y zarzas ... "ufff! no aprendo ... vaya penurias".





Decido seguir el camino tranquilamente, no busco la Peña del Águila, "a ver si no voy a acabar ...". Cuando ya iba con paso firme y decidido al Cancho Gordo, sin mayores distracciones, algo atrae fuertemente mi atención: el Cancho de la Bola. Evidentemente no lo iba a subir, su complejidad se escapaba a lo planeado para hoy, pero arriba puedo observar "una familia" de 6-7 buitres, tranquilamente posados, cuidando sus dominios, seguro que vigilantes a aquel extraño que pasaba cerca de ellos. Algunas fotos para la historia, 15-20 minutos de contemplación, uno que vuela, otro que vuelve. Precioso.





Ahora si, llegando al Collado Alfrecho, fijo mi objetivo en el Cancho Gordo. Deciros que esta montaña me sorprende muy gratamente. Inicialmente afronto su subida porque .... estaba allí, sin mayores pretensiones. Conforme la subo me doy cuenta que, aunque el Pico de la Miel se lleva la fama ... el Cancho Gordo, bajo mi parecer es tan bonita o más que la anterior, siempre poco valorado en su anonimato. Muy bonita montaña para guardar en el recuerdo.





Ya en su cumbre, cerca de esa extraña construcción, más bien los restos de la misma, que en su cima uno puede encontrar, con todos los objetivos para hoy cumplidos, gozoso por lo vivido, decido reponer fuerzas y ... mientras tanto ... pensar como invertir las dos horas que me quedan de mañana. Decisión ... ver el Convento de San Antonio sería una bonita guinda a la mañana.







Emprendo la bajada hacia el Collado Alfrecho, pero entre la maleza, por el Cancho de la Cruz, descubro hitos, de una senda poco frecuentada que parece llevarme directamente al Convento. Había poco que perder, sigamos este sendero.

Muy perdido entre la maleza, con algún que otro acompañante, en algunos momentos "asolanado" por el calor que ya empezaba a apretar, voy perdiendo altura, siempre con el convento como objetivo, donde llego en 30-40 minutos. Día completo el de hoy.







En el convento, uno de sus "misioneros idenses" (de ... ¡¡La Patagonia!!) que en él habita parece estar esperándome en la puerta. Aparezco fuera de caminos, entre jarales, sudoroso, "colándome" entre "el muro" de arizónicas, buscando la pista como sea.



"¿Quieres ver el convento?" me pregunta.
"Si no tengo que pagar ..." (no llevaba nada de dinero encima ... más valía ser honesto desde el principio).
"¿Conoces el convento?"
"No"
"Pues ... lleva aquí mil años", me responde.
("Mira que tardé en venir" ... pienso en aquellos momentos).

De forma entrañable, muy amigable y con todo el cariño del mundo nos enseña a tres visitantes aquel pequeño rincón de la historia, intercalando comentarios y discusiones sobre el estado actual de la sociedad, en muchos casos acertados, bajo mi punto de vista. Todo un lujo y un placer, una hora muy agradable. Siempre recordaré este pequeño rincón.





Desde aquí mis más sinceros agradecimientos al "misionero idense" de la Patagonia que, sin dudarlo, tuvo a bien invertir una hora de su tiempo en alguien que apareció de las entrañas de la montaña, sin ninguna aportación económica que ofrecer en ese instante.

Desde aquí, lo más duro del día, cruzar el pueblo de La Cabrera para volver al lugar donde todo se inicia este día, todo un vía crucis considerando la hora del día que era.



Trasgu, 2011.

3 comentarios:

  1. Grande Trasgu! Espero ir pronto para poder visitar ese rincón y sentir de nuevo ese aire puro que tanta falta hace. La verdad es que se echan de menos esos paisajes mágicos dignos de se ser vistos...Un abrazo fuerte y recuerdos desde las Lowlands.

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  2. Muuuuuuy bien!!!!!
    Aunque te queda que al leerlo es como estar allí, espero poder sacarme la mía a no mucho tardar (mi espinita).

    Lo del monje debió de ser de agradecimiento. Con el crujir de ramas, me imagino el palpitar de su corazón esperando a que saliera el jabalí de la maleza. Y era el Trasgu!!!!

    Veldi: pareces morriñosa. A ver si coincidimos y subimos a lo que sea.

    S2

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  3. eeeeeeeeeeeeiiinn!!

    vel, a ver cuando te vemos el pelo, últimamente no se sabe de ti.

    Mesnertegui ... je je je ... cuando quieras la sacamos ... sobre el jabalí ... más le hubiera gustado ja ja ja.

    S2

    Trasgu

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