miércoles, 13 de noviembre de 2013

Cuatro Torres con Mario, en la Pedriza

Recuperar las fotos perdidas en la cámara de fotos de Mario me da pie a recordar  la subida a las Torres de La Pedriza del Manzanares de hace unas semanas.

Las Torres de la Pedriza es el lugar más remoto de La Pedriza, y uno de los de mayor belleza. Si juntamos la subida a esta zona con el recorrido por los cordales, bien del este, bien por el oeste, o por ambos; tenemos una de las mejores actividades montañeras que conozco.

Aun así, la actividad que aquí relato se encuadra entre esas que no vienen marcadas por el lugar en el que se desarrollan, por la meteorología o por la dificultad técnica. Tendríamos que denominarlas "clásicas" al ser intemporales e independientes de ubicación. Que podríamos repetir infinidad de veces, en multitud de sitios, y siempre tendrían éxito. Y es que mi buen amigo Mario siempre les da un carácter singular.

En este caso el reto verdadero comienza ya por saber si seremos capaces de encontrarnos en el aparcamiento; si podremos sobrevivir a la botella de vino y al recio café traído en termo, que siempre nos dinamiza en exceso los movimientos peristálticos. También de si la conversación será tan viva que haga secundario el lugar en el que nos encontramos y dejemos pasar las horas peligrosamente, si algún día llegaré a recibir las fotos que toma con su cámara, etc.

Y con todo ese hándicap nos proponemos subir a las Torres de la Pedriza y bajar por el col. Dehesilla.




La ruta en datos.
  • Desnivel: 1080m
  • Distancia: 12.8 km
  • Dificultad física: Media-alta, por el desnivel. 
  • Dificultad técnica: Baja. Ocasionalmente se necesitan las manos para equilibrarnos entre el Comedor de Termes y el col. Ventana. La orientación no es fácil entre los roquedos, pero la senda está balizada con marcas amarillas y blancas.
  • Agua: En los cursos de agua, generalmente contaminados de salmonela. 






La Ruta.

Habíamos estado hablando de esta ruta desde hacía un par de meses, incluyendo el envío de esquemas de cordales, descripciones del itinerario según Domingo Pliego, desnivel y distancia a recorrer, posibles días, etc. Toda preparación es poca cuando viene Mario.

Ya la víspera me sorprendo tenso quedando en Manazanares, porque al teléfono escucho oji-plático mientras me retrepo en el sillón: No, no te preocupes. Ya se ir. Voy y salgo de la A-6, llegando desde Ávila. A la altura de Torrelodones me salgo y busco el pueblo, que está cerca.

- Cerca?

Tras explicar que el pueblo es Manzanares el Real, y no Hoyo de Manzanares. Qué tiene que buscar un castillo. Qué está junto a la cuerda larga. Qué ha de ir en dir. Cerceda o pasar por Navacerrada; y qué hay diferencia entre Manzanares el Real y Hoyo de Manzanares, qué en los mapas se ve que no están cerca, excepto que la escala sea muy grande. Etc.
Ay!, no sé cómo ha sido capaz de terminar tantos maratones alpinos, y por esta zona.

Con un “Bueno, no te preocupes, estate atento al móvil” nos despedimos para vernos en el aparcamiento junto a la gasolinera de Manzanares el Real.
Que sea lo que Dios quiera, le escucho decir mientras cuelga.

El día amanece con ilusión, llego con un nudo en el estómago a Manzanares y aparco. Nunca se sabe. Aunque recuerdo el día que me recriminó no estar en Cotos, que no veía. Una llamada:

  • ·        Hola!
  • ·         Hola!
  • ·         ¿Dónde estás?
  • ·         En el puerto.
  • ·         ¿En el puerto?. No te veo. ¿En qué parte estás tu?
  • ·         Aquí, al principio del aparcamiento.
  • ·         ¿Junto a la venta?
  • ·         ¿
  • ·         Bar
  • ·         Psiiiií.
  • ·         La Venta Marcelino
  • ·         …. ¿. No sé.
  • ·         ¿En qué puerto estás?

Esta vez bien pasa la hora. El sol empieza a calentar. Me preocupa si le ha pasado algo.
No resisto y llamo. Parece que todo está normal. Camino de manzanares el Real Mario no ha resistido hacer una excursión por los Molinos, y por el bonito pueblo de Navacerrada.
Olvidé decir que no había que entrar en los pueblos.

Pero ya  está encaminado.
A los 30min veo un coche parecido al de Mario que sale de Manzanares. Buff!.
Tras unas maniobras aparca el coche y: “es que en una rotonda me fui para …
Bah!, Lo que importa es que ya estamos sobre el plan.

Canto Cochino
Llegamos a Canto Cochino maravillados por la luminosidad rojiza de la Pedriza Posterior avivada por el sol matutino, que contrasta con el verde de los pinos y el cielo azul.
Sabedores de que es mejor agradecer este frescor, que luego vendrá el calorcillo, cruzamos el puente sobre el Manzanares y subimos en animada conversación por la Autopista. A esta hora todavía no se han despertado los montañeros que han pasado la noche en múltiples vivacs improvisados junto al arroyo de La Majadilla, o de la Ventana.

Vemos como una chica regresa al saco con la premura de un cangrejo ermitaño, los ojos entrecerrados, andares de zombi y cara recién relajada.
Otros se acurrucan en el cobijo que da su barriga dentro del saco en estas horas tan agradables del alba.








Miradero y Torres
El camino transcurre rápido mientras nos actualizamos del presente y recordamos anécdotas del pasado.
Conocedor de estas situaciones redoblo mi atención para no salirme de la senda. Trasgu y yo tenemos un largo historial de “improvisaciones”.
El suelo está muy seco, pero los cursos de agua se mantienen.
En estas primeras horas de la mañana, con el aire limpio, las vistas según se sube son maravillosas.
Llegando al col. Miradero la temperatura todavía es agradable. Allí dejamos de estar solos. Una pareja con dos niños y una mochila familiar, otra pareja con gran carácter y enorme aguate repartidos desigualmente, un par de ositos, y nosotros.

El Guarramillas parece que está ahí. La Maliciosa. Las lomas del Pandasco.








Las Torres y el Comedor de Termes.
Seguimos subiendo y alcanzamos las Torres. Asomándonos vemos el circo de la Pedriza, lleno de detalles, a nuestros pies. De Tres Cestos a las inmediaciones del col. Ventana resulta difícil reposar los ojos en un solo sitio: Las Milaneras, el col. cabrón, El Yelmo, …

Seguimos y llegamos a la zona del Comedor de Termes, donde unas cabras, y la pareja con los talentos desigualmente repartidos, hicieron muestra de su naturaleza. Las unas saltando de piedra en piedra sin perder de vista una manzana que estaba comiendo la integrante de la pareja. La otra, la integrante de la pareja, comenzando a gritarle al marido por ese escabroso momento, haciéndole responsable de la inquietante mirada que una cabra tiene.

Decir que nos encontramos a lo largo de la ruta un par de veces más y el temporal no vimos que amainase.












El vino en el camino
La senda continuaba y decidimos cometer nuestro gran error del día: parar a comer aun a sabiendas de que así el sol nos pillaría de lleno. Pero quien se resiste a un chorizo, queso, vino tinto, etc.

Conversación y comida se alargaron, y con ellas llegó la pereza. Luego llegaron las graciosas cabras, a ver si pillaban algo. Luego las fotos a esos simpáticos animales. Luego que había que ver hasta donde se acercaban. Luego que queríamos alguna foto todos juntos, nosotros con las cabras. Luego, que salimos de debajo de la piedra que nos daba sombra y el calor ya se notaba.








En el destrepe entre rocas miro a Mario hacia arriba, que me observa con incredulidad al ver por donde me sumerjo.













Llegando al Ventana resoplamos al pasar junto a cada roca, que nos da algo de su calor. Decidimos recortar el plan y dejar el col. Dehesilla para otra ocasión. Hay que bajar para que no se convierta esta en una actividad épica. Son las 14:30 y pica el sol.

Aun así, nos cruzamos antes de entrar en el bosque con una pareja de ucranianos que suben ilusionados a hacer justo el lazo al que nosotros renunciamos. Por su culpa tenemos un momento de duda y remordimiento. Pero sentimos “la fuerza”, creo que la cercana cerveza. Recorremos las polvorientas zetas del descenso al principio con prisa, pero ya metidos en el bosque bajamos el ritmo para disfrutar. Huele a pino y abajo suena el cantarín arroyo del Ventana.




Las culebras están más vivas de lo normal. Y Mario hace gala de su instinto de conservasción viendolas a distancia y evitándolas con soltura.


Ya en Canto Cochino bebemos y hablamos de las peñas que hemos dejado de subir. Y de las que ya hemos subido.
Creo que la canción era con otra letra.



Buscasombras 2013

2 comentarios:

  1. Si señor ... toda una clásica, sin duda alguna una de las rutas más bonitas en Madrid.

    Que ganas tendo de repetirla ...

    A ver si nos animamos.

    S2

    Trasgu

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  2. Einnnnn,
    Pues será un placer volver.
    A la ruta solo le falta el barril de cerveza del Jermoso
    (cuando lo había)

    S2

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