"¡oh resucitador insigne de la ya puesta en olvido andante
caballería, oh no jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la
Mancha, ánimo de los desmayados, arrimo de los que van a caer, brazo de los
caídos, báculo y consuelo de todos los desdichados!"
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha.
19 de marzo de 2017.
Se lo decía a Perico: “Hay veces que a uno se le olvida lo
que le gusta la montaña”. Y es cierto… aunque siempre tratamos de mantener ese
espíritu positivo que nos lleva a disfrutar de ella estemos donde estemos, de
vez en cuando uno necesita uno de esos días grandes, donde la montaña te lo da
todo y de nuevo recuerdas lo que puede llegar a ser.
Este será uno de esos días.
Como en otras muchas ocasiones, pronto estamos dando vueltas
por la zona, pronto estamos de nuevo de Ubiña, al amanecer ya estamos mirando
sus laderas y canales para ver qué podemos hacer.
Si bien, el corredor “Elixir de la Suerte” lo traía marcado
Perico como primera actividad a realizar, yo no albergaba muchas esperanzas
para ello, era demasiado tarde, mucho calor y poca nieve para tan magno paso.
En estos casos de emergencia siempre nos quedarán Las
Colorados … y con esto me pasa lo mismo que con la montaña: hay veces que se me
olvida que están ahí. También se lo dije a Perico: “Que no se nos olvide pa
otros años!! ¡Que siempre están aquí!! Que tienen mucho por hacer”.
Distancia recorrida: 14,11 Km.
Ascensión acumulada: 885 m.
De esta forma, pronto estamos en Torre de Babia … prestos y
dispuestos, por cierto que gusto eso de llegar al pueblo y aparcar tu solo
donde te salga del cimbel, y perdón por la expresión, ¿qué pensarían estos del
pueblo en su eterna tranquilidad si vieran lo que yo sufrí no hace mucho?
Pensarían que la gente se ha vuelto loca… y como decía… razones no les faltan.
Volvamos a lo de hoy… con nuestra gran soledad, apergueñados
con todo tipo de aperos, con la mayor ilusión y esperanza del mundo,
emprendemos ese camino que podemos empezar a considerar uno de los clásicos, de
Torre de Babia a la Charca de los Verdes, un ratico de cháchara, recordando
antiguas aventuras y desventuras, que de todo hubo, pero siempre quedándonos
con los buenos recuerdos.
Ya llegando a ese pequeño circo, bonito donde los haya,
comprobamos que el día está salvado, solo queda aprovecharlo decentemente.
Perico como siempre, viene bien documentado: tira de bibliografía y empezamos a
tratar de identificar corredores. Uno por aquí, otro por allí, este ya lo
hicimos, aquel lo hice yo,… al final hay uno que nos gusta, y ese haremos.
Parecía que era uno de los del libro, pero el propio autor del libro
posteriormente nos quitaría la razón, era otro, no contemplado en el libro.
El corredor, toda la mañana a la sombra, nos da una calidad
de nieve excepcional para las fechas en las que nos movemos. Esa que te permite
disfrutar del corredor sin que el mismo se convierta en un suplicio.
Ya con los pinchos en los pinreles, emprendemos subida.
Alternando, por eso de las fotos, vamos ganando metros. Hacía mucho que no
disfrutaba de esta manera, cual “gocho en un charco”, clavando piolo y
apretando crampones, a la sombra, disfrutando de cada tramo, bonito corredor.
Por tramos, conforme vamos subiendo la nieve va
endureciendo, algo esperado. Solo la ceja que puedo observar en la salida desde
la mitad del corredor me inquieta en cierta medida. Mientras seguimos subiendo,
Perico es un grande, lo da todo, también disfruta tramo a tramo.
Ya alcanzando la ceja, con un tramo final cuanto menos
exigente, no cabe la menor duda que esta se convierte en el paso clave del día,
el “Escalón Hillary” de nuestra montaña para hoy. Por la izquierda, donde
parece menos pronunciado Perico lo salva. Con buen criterio, ya arriba, decide
descolgar una cuerda con la que yo, de segundo, terminaré el corredor. Mala
salida tenía.
Solo nos quedaba hacer cumbre, en mixto para no quitar los
pinchos, para, una vez allí, degustar esos momentos de los grandes días que
quedarán para la posteridad.
Solo nos quedaba bajar de allí, canalón abajo, a los pies
del Montihuero, donde cada vez que uno pasa no puede evitar echar la mirada
arriba, buscando lo que ya hizo y pensando que podrá hacer.
Camino de retorno, adulación egocéntrica por lo bien que lo habíamos
hecho, y retorno a casa… ¡¡¡a por el cachopo!!!!
Trasgu’2017.
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