“Lo que sabré yo decir —dijo el cabrero—, es que habrá al
pie de seis meses, poco más a menos, que llegó a una majada de pastores que
estará como tres leguas deste lugar, un mancebo de gentil talle y apostura”
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha.
1 de Mayo de 2017
Antigua leyenda es esa que cuenta como habitando un clérigo
en tierras del valle de Arbás tuvo el mismo muyer amiga, amante además de
concubina o como quisiera llamarlo el lector, una barragana. Ésta lo abandonó,
echándole el siervo de Dios una maldición que la convirtiera en una peña, de la
cual toma nombre tan legendaria cumbre que parece proteger la villa sobre la
que se levanta, Cubillas de Arbás.
Más allá de la leyenda, cierto es que quizás fuera la
primera montaña que conocí ya muchos años ha en León, sin haberme nunca dignado
a pasear por su cima aun habiendo mostrado aprecio por la misma, quizás por
haber sido antepuestas otras a la misma por el hecho de que siempre teníala al
alcance.
Este día, se trataba de uno de esos días no siendo
invierno, tampoco verano, con la fina capa de nieve que el temporal había
dejado dos días antes, sin gran compañía que proponga alternativas con las que
complacer al acompañante, un día sin grandes metas, el día ideal para cerrar
tal episodio abierto tantos años hace.
En día claro, uno no debe tener duda alguna sobre el camino
a seguir, siendo evidente y marcado el mismo, lo cual facilita la tranquilidad
en el día donde aun no huyendo de la compañía y conversación de pastores y
caminante, uno marcha por esas soledades y despoblados buscando aventuras, con
ánimo deliberado de ofrecer esfuerzo a lo que la suerte depare, eso si, con la
pretensión de gozar tan magnánimo valle.
Sale el caminante de Cubillas, despedido por la iglesia que
al recuesto de aquel valle, en la salida del pueblo hacía su guardiana la
barragana, pareciendo desearle buen camino y fortuna en el mismo. ¿Cuántos
caminantes, pastores y demás habrá visto salir esa campana “fecit en León en 1683”?
Ya despedido de Cubillas, en dirección a la Collada Ferreras, uno no pierde la referencia de la “Cabaña del Pastor”, en calmada ascensión, sin pausa, a la sombra de las paredes norte de la Barragana y del Reguerón.
Con ansiada expectación por conocer la cresta final se va alcanzando el collado que separa el objetivo del día de Peña Negra. La duda surge de forma inmediata … ¿probamos también Peña Negra? Esta decisión la dejaremos hasta el final.
Pronto uno alcanza a ver el buzón de cumbre, ya lo tenemos
al alcance. Disfrutar de estos momentos, alcanzar la cumbre, alguna foto
conmemorativa … y, ya que estamos allí, no nos podemos bajar sin finalizar la
cresta y admirar lo que la Barragana contempla desde su posición: el valle de
Arbás con Cubillas a sus pies. Esplendoroso paisaje.
El estado del día, las condiciones del mismo, la compañía del acompañante imaginario, nos lleva a la conclusión que hoy no es el mejor día. Guardaremos Peña Negra (y la Peña del Prado que esconde detrás) para otro de estos días en los uno “no sabe que hacer”. Hicimos una, ganamos dos.
De esta manera, uno hace el esfuerzo de volverse a
enderezar para afrontar el relajado descenso, ahora por la cara Sur, para
volver allá de donde partimos y a donde nos esperan, despidiéndonos al estilo
Carmar … “Salud y Montaña”.
Trasgu’2017.
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