"Non fuyáis, gente cobarde; gente cautiva, atended; que no por culpa mía, sino de mi caballo, estoy aquí tendido"
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha.
16 de junio de 2018
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha.
Existen formas muy distintas de disfrutar de la montaña:
desde arriba, desde abajo, de noche, de día,… más despacio y más de deprisa.
Cada una tiene lo suyo.
Después de unos meses de entrenamiento, poco a poco, me fui
sintiendo atraído por esta otra forma de verla: un poco más deprisa de lo
normal. Después de pequeñas pruebas “de
laboratorio” … hoy JL me ofrecía la oportunidad de sentir y ver la realidad de
un trail. Teníamos un reto por delante… la subida al Gilillo!!
Distancia: 21,96 km.
Desnivel acumulado: 1.187 m.
Ya habíamos hecho algunos amagos, pero hoy era mi bautismo,
cuando uno se prueba de verdad. JL … es un runner auténtico, de esos que te
revientan. El ya tiene su experiencia, incluso la ruta de hoy le resultaba bien
conocida. Por variar hoy decide hacerla en sentido inverso: ¡¡a lo salvaje!!.
El Gilillo!! Pico más alto de la Sierra de Cazorla, en
plenos bosques del Sur. Para mi, se trata de una causa pendiente que yo tenía,
una de esas rutas que marcas en la agenda para hacer “cuando puedas”. Hoy era
el día.
Saliendo desde Cazorla, subimos por el Collado de Cagahierro
para bajar por el puerto del Tejo. La subida se hace más corta por este
sentido, pero también con mayor desnivel.
Todo empieza como suelen empezar estas cosas… madrugando
(sin duda el peor momento del dia). A las 7:30 ya estamos por las calles de
Cazorla, con el gusanillo ese que tiene uno cuando sabe que le queda un ratico
por sufrir… pero ya se sabe, quien algo quiere, algo le cuesta.
Como en otras muchas ocasiones, la mística envuelve la
salida: un pueblo vacío, sus calles silenciosas, la montaña en la penumbra
mañanera frente a nosotros, en actitud desafiante ante lo que ya sabe va a ser
“tu” intente por subir allí arriba,… y en esta ocasión… las ruinas de Santa
María que, en actitud pesadumbrosa, te despiden de la civilización
constituyendo la puerta de entrada a ese reino hostil que siempre constituye la
montaña.
La salida, buscando las faldas de la Peña de los Halcones,
salvando el río Cazorla, es dura… pindio, pindio,… parece darte la oportunidad
de que te vuelvas a casa… “desde aquí esto es lo que vas a tener” parece
decirte la montaña, “como esto no afloje se me sale el corazón”, piensas tu
mientras intentas que una pierna vaya pasando delante de la otra sin parar. No
llevas un kilometro y ya vas destrozado.
Ya habituado, con el ritmo de marcha que el trail te obliga
a meter en el cuerpo, parece que el cuerpo se te arregla. Es entonces cuando
toca disfrutar de los bosques, aromas, sonidos, luces y sombras, sensación de
soledad que solo el que se mueve por estos lares habrá podido percibir. En
estos meses el agua rebosa, la puedes encontrar por todos los rincones,
senderos, laderas, brotando de las rocas… otro más de esos pequeños
espectáculos del día.
De esta forma, vamos cruzando pequeñas etapas: cruces de
caminos, senderos que tomamos, un bosque por aquí, una pradera por allá, un par
de castillos, collado de Cagahierro,… mientras los paisajes van cambiando, del
bosque a las pedreras pasando por las praderas, caminos anchos que nos llevan a
senderos estrechos, la luz del día también acompaña el desarrollo del mismo, de
las sombras verpertinas al brillo de media mañana,… todo constituye un cúmulo
de sensaciones.
“Aquí solo estamos nosotros y las cabras!!” expeta JL en
alguna ocasión… la subida parece que esta mañana nos la han prestado solo para
nosotros.
Así, tras alguna trepaduca final, llegamos a la cima del
Gilillo. Disfrutamos de ella lo que nos dejan las moscas y avispas… dueñas de
la misma. Parece mentira, las moscas dominan cimas en medio mundo… ¿Cuál será
el motivo? Muchas veces las vi, siempre me lo pregunté qué hacían allí, pero no
pude encontrar la respuesta. No hay solución, tenemos que marchar de allí.
Volvemos al collado, la Puerta del Gilillo, buscamos alguna
sombra que nos permita reponer fuerzas y pensar un poco… había dudas sobre que
camino nos conduciría de vuelta a Cazorla. Elegimos sendero por su orientación…
esta vez hemos tenido suerte, era el bueno.
Ya de vuelta, intentamos disfrutar de la prolongada bajada:
unas palabras con el elegante pastor para asegurar que aquel camino nos lleva
de vuelta, las praderas previas a la Lagunilla, el puerto del Tejo, alguna
explicación con la bióloga que lucha contra el grillo que se come todas las
matas de tomillo, algunos excursionistas que desean subir al gilillo (unos con
más dignidad que otros), un rodeo al Cerro de la Laguna … y cuando uno llega a
Prado Redondo, empieza a hacerse la idea de que ya va terminando… craso error …
Dejando a la derecha la Iruela, alcanzamos la Ermita de la
Virgen de la Cabeza,… y la civilización parece vengarse por haber osado
abandonarla… una terrible cuesta de asfalto, parece hacerte pagar el precio de
volver a la misma. ¡¡Un infierno!! Hay momentos que no se si pararme o tirarme
rodando por la misma… salvando la misma como podemos volvemos al pueblo. El
objetivo del día estaba cumplido… o casi.
Lo del trail solo tiene un problema… esa relajada parada que
uno tiene en la montaña, cuando se va de trail se hace corta y anodina… sin
un currusco de pan que echarse a la boca. Esto hay que arreglarlo al llegar.
Con 7 leuritos tenemos pa unas cervezorras, las tostadas y un plato de jamón
curioso (incluso nos quedaría calderilla pa repetir cerveza). El día estaba
arreglado.
Trasgu’2018.
Enhorabuena, Trasgu, por esta primera experiencia en el trail ¡Atento, que engancha!
ResponderEliminarTronco inclinado hacia delante, cabeza encajada entre los hombros, manos sobre los muslos en las pendientes más fuertes, y nunca dejes de correr, aunque sea muy, muy despacio. Qué gusto llegar arriba, con todo ascendido y desde allí, dejarse caer pendiente abajo, ahora mucho más relajado, pero sin perder ni un ápice de atención.
Y por ese entorno de Cazorla, duro, áspero y aromático, de grandes cuestas y poca gente.
Salud y Montaña.
Cuánta razón teneis amigo ...
ResponderEliminarUna forma más de sentir en la piel la montaña, como bien decís con cabeza gacha y subiendo rodillas, tal cual como si uno mostrando reverencia estuviera.
Pero ... nun hai remedio ... nun nos queda otra que ir allí a sufrir, pues la atracción y recompensa es más fuerte que el daño sufrido.
Salud y montaña ... amigo Carmar.
Trasgu