Paréceme a mí —dijo Sancho— que los
caballeros que lo tal ficieron fueron provocados y tuvieron causa para hacer esas
necedades y penitencias; pero vuestra merced ¿qué causa tiene para volverse
loco?
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de
la Mancha.
01 de julio de 2018
¡¡Y el gran Saimon subió a la montaña!!
Valeroso y esforzado caballero, si es que el valor de
vuestro fuerte brazo corresponde a la voz de vuestra inmortal fama, obligado
estáis a subir tan magna montaña en tan lueñes tierras encontrada, al olor de
vuestro famoso nombre, buscándoos para remedio de su altivo nombre.
Allí en el abrevadero el lance echado estaba, Saimon,
aceptando el envite, d’esta forma dio al amanecer con sus huesos camino de las
Torres … difícilmente pudiera hallarse más magno reto que permitiera medir la
valía del valeroso caballero.
Distancia: 17.05 km.
Desnivel acumulado: 1196 m.
Si acaso quisieren saber vuestros señores quién fue el osado
que tales retos puso, digales vuestra merced que es el famoso Trasgu,
Caballero de la Triste Figura, siempre añorante de hazañas y deseoso de quien
le acompañe.
En la venta San Telmo, donde los gigantes, molinos y lagares
de vino ferozmente atrapan la tuya mente,
la afrenta estaba echada, solo cumplir con ella quedaba.
Con pocas horas de sueño emprende camino antes del amanecer
… al Saimon ya se sabe, sus arreos son los caminos por recorrer, su descanso el
final de los mismos, si no hay final no hay descanso posible. Allí andaba
buscando las aventuras por peligrosas que fueran.
Llegando a la Pedriza … Entre vuestra merced, digo, en este
paraíso, que aquí hallará estrellas y soles que acompañen el cielo que vuestra
merced trae consigo, aquí hallará las armas en su punto y la hermosura en su extremo.
Por delante caminos, pinos, piedras, collados, boliches,
paredes, miradores, chozas, cuevas se cruzarían delante de ellos, siempre
acompañados de grata y agradables pláticas.
No os despechéis, señor Saimon, de las sandeces que vuestro
buen guía fuera dicho, porque quizá no las debe de decir sin ocasión, ni de su
buen entendimiento y recta conciencia se puede sospechar que levante
testimonio a nadie; y así, se ha de creer, sin poner duda en ello, que como en
estas Torres, según vos, señor Saimon, decís, todas las cosas van y suceden
por modo de encantamento, podría ser, digo, que Trasgu hubiese visto por esta
diabólica vía lo que él dice que vio otras ocasiones.
Subieron y bajaron, varias veces, saludaron a los collados,
a los callejones, y como no … a las Torres de la Pedriza su mayor reverencia
mostraron.
Cual añagaza ya casi al momento del descanso, en el descenso
al collado de las Dehesillas, habrían de ganar su propia supervivencia.
Toma bien las señas, que yo procuraré no apartarme destos
contornos —dijo Trasgu—, ¡¡ta to jitao!!, y aun tendré cuidado de subirme por
estos más altos riscos por ver si encontramos como bajar. Cuanto más que lo más
acertado será, para que no me yerres y te pierdas, que cortes algunas retamas
de las muchas que por aquí hay y las vayas poniendo de trecho a trecho hasta
salir a lo raso, las cuales te servirán de mojones, jitos y señales para que me
halles cuando vuelvas, a imitación del hilo del laberinto de Teseo.
Y cortando algunas, pidió la bendición a su señor y, no sin
muchas lágrimas de entrambos, se despidió dél, dejándolo atrás. Y saltando de
bolillo en bolillo, a los que Trasgu se encomendó mucho, y que mirase por él
como por su propria persona, se puso en camino del llano, como si no hubiera
mañana. Y así, se fue, aunque todavía le importunaba Trasgu que le viese
siquiera hacer locuras.
Trasgu —preguntó Saimon—, y ¿es buena regla
de caballería que andemos perdidos por estas montañas, sin senda ni camino,
buscando a un camino, el cual después de hallado, quizá le vendrá en voluntad de acabar?
Digo, Saimon, que vuestra merced ha dicho muy bien: que para
que pueda jurar sin cargo de conciencia que le he visto hacer locuras será bien
que vea siquiera una, aunque bien grande la he visto en la bajada de vuestra
merced.
En la venta Cantocochinos resarcieron su desgaste cual
merece tan magna ocasión quedando para la siguiente, que el Saimon deseoso de
nuevas aventuras quedó, siempre persiguiendo los caminos que delante de él
mostrarse puedan.
Que grande es el Saimon … cual el lugar aquí hollado, las
Torres de la Pedriza, por fuera, y por dentro. Dios haga a vuestra merced muy
venturoso caballero y le dé ventura en lides … y que yo, Trasgu, las vea.
Y en honor al gran Carmar ... Salud y Montaña!!
Trasgu'2018.
Genial descripción no podía ser de otra manera que escrita por el más ilustre escritor en lengua castellana.. Cervantes
ResponderEliminarGracias Jose Luis ... bien lo sabes
EliminarEncantador y vucolico paraje con una oratoria pulida y cultivada que, a pesar de ser un simple ascenso a un macizo, nos hace transportar a una de las miles locuras itinerantes al más puro estilo cervantino. Bien podría ser un pequeño entremés de la obra cervantina cumbre. Don Quijote de la Mancha. Sigue así amigo... Sigue sorprendiéndonos gratamente con tus odiseas trotamundisticas
ResponderEliminarPerdón... Bucolico
EliminarGracias compañero ... mejor se escribe cuando alguien lo lee ;-)
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