<< Y pobre de tí, humano,
si sus horizontes
profanar pretendas.
"Dioses del Olimpo
borrad de vuestra memoria
al triste mortal
que os rete" >>
si sus horizontes
profanar pretendas.
"Dioses del Olimpo
borrad de vuestra memoria
al triste mortal
que os rete" >>
[El triunfo de los hijos de Astreo]
No, no es lo que muchos piensan por el título.
Tocaba recurar una de las ya viejas tradiciones
uno-gradistas: una salida nocturna para disfrutar de un bonito atardecer y
apaciguar por una tarde los rigores del verano.
En esta ocasión nos juntamos Buscasombras (“cansa-jíbaros”
donde los haya) y Trasgu, el que suscribe (mira quien habla. ¡Pues no tiene él cabeza!. Frustra-jíbaros!!- edita Buscasombras). El destino… la Maliciosa, mítica
montaña de la Sierra de Guadarrama, frecuentada de forma periódica por todo
uno-gradista que se precie.
Distancia: 9,3 km
Ascención acumulada: 903 m.
Originalmente, a este pico se le conocía como la «Montaña
Maliciosa». Esto es debido a la dificultad que tiene su ascenso, excepto por su
vertiente norte. Tiene una orografía bastante escarpada y hay un desnivel acumulado superior a los 1.100
metros. Más tarde, el nombre se abrevió y actualmente se la conoce como «La
Maliciosa» o el «Pico de la Maliciosa». Esta montaña también es conocida como
«La Monja» por su parecido a un tocado monjeril cuando está cubierta de nieve.
El nombre de esta montaña se encuentra en el siglo XIV, y como la Maladeta
en los Pirineos,
La Maliciosa en la Sierra de Guadarrama es la maldecida, cuya
roca siempre desolada y desnuda recibe los ataques del viento, hielo, agua y
sol. (wikipedia)
Decidimos ascender desde la Barranca por la vertiente Sur,
visitando el célebre Peñotillo, frecuentado por sus numerosas vías de escalada.
El descenso lo realizaremos por la vertiente oeste, vía más directa pasando por
la fuente de la Campanilla.
Eran algo más de las seis de la tarde cuando partimos del
aparcamiento de la Barranca, afortunados los que como Ulises emprenden un
viaje, la situación inicialmente era, al menos, amenazante, no obstante
decidimos aplicar la opción A de todo uno-gradista … subir “a ver qué pasa”.
Dejamos como alternativa la opción B, “bajar tan rápido como puedas”.
Durante todo el día nos amenaza el pronóstico de tormentas,
no nos podíamos descuidar: pasar una tormenta subido en la Maliciosa no debe
ser muy agradable. Buscasombras pone en práctica todo su vasto conocimiento en
meteorología, sometiendo a un pormenorizado análisis cada una de las nubes que
se postraban a la Maliciosa: “esa se está formando, aquella empieza a ser muy
alta, va tomando forma de yunque, …”
Iniciamos la subida con un cielo nublado, la temperatura era
muy agradable, yo tenía ganas de volver a tocar el Peñotillo. Poco a poco las
nubes se van diluyendo, hasta el punto que, alcanzado el Peñotillo, tenemos que
soportar como aprieta el amigo Lorenzo. No parecía que hubiera ningún riesgo de
tormenta, no obstante, arriba se vería todo claro.
De esta forma, después de superar el “aspero” e insulso
canchal, de infausto recuerdo para alguno de nuestros antiguos y malogrados
compañeros uno-gradistas que un día pertenecieron a tan ilustre congregación,
pronto alcanzamos la cima. Todavía nos quedaba bastante tiempo para disfrutar
del espectáculo rodeados de las más diversas viandas que hacen mayúsculo e
imponente este espectáculo.
Si hay dos momentos en los que la montaña adquiere una
dimensión metafísica, sin duda alguna, son el amanecer y el atardecer. La
montaña se convierte en un espectáculo de iluminación donde las percepciones y
decorados cambian por momentos, todo ello organizado por el astro Sol,
anunciando el despertar o final de cada día. Los amaneceres los solemos
disfrutar en muchas ocasiones, no así el atardecer, donde en espera obligada
uno debe “forzar” el llegar a estos momentos. Este era nuestro objetivo para
este día, esperar el momento de este anuncio.
Qué mejor que aderezar la espera y obsevación del momento
con uno de los placeres del ser humano: choricito de León, choricito de
Salamanca, fuet … y para poder digerir bien un poquito de orujo junto con unos
chupitines de bourbon, podíamos morir por un rayo, pero de hambre no nos
moríamos. Aquello era un cúmulo de sensaciones: visuales, con la iluminación,
térmicas, con ese frescor muy de agradecer en el estío de la meseta,
degustativas, con esos manjares por saborear, aromáticas … ¡que fragancia la
del bourbon! La situación era difícil de mejorar.
Algo llama nuestra atención, la tormenta nos había engañado,
no venía de tierras segovianas, se había formado al sur de Madrid. Parecía
lejana, en la lontananza, encima de Madrid. Cómo el Dios Apolo, lanza sus rayos
bajo el cielo del Madrid, su resplandor sobre la Meseta, resuena su voz y no
retiene sus rayos.
No parecía haber amenaza, estaba lejos, nos daba tiempo a
bajar. Buscasombras todavía tiene tiempo de presentar sus respetos, bourbon en
mano, a los señores de la zona:
¡oh Peñotillo! Que tan abatido yaces …
¡oh Guarramillas! Abatido al soplo del viento …
¡oh Cabezas! Excelsa majestad de la Sierra …
¡oh poderoso Yelmo! Guardián de la Pedriza …
Y Trasgu corresponde con un saludo al Sol en retirada.
Son las diez de la noche, toca bajar para que no nos pille
la tormenta. Emprendemos raudos el descenso hacia el Collado del Piornal, desde
allí, en poco tiempo estaríamos refugiados por el bosque.
Pronto, sin haber llegado al Collado, los Anemoi, hijos de
Astreo, con su señor y gobernante Eolo, nos avisan que la tormenta se había
fijado en nosotros: “¿Cómo ha podido correr tanto?”, la teníamos enfrente,
ahora nos tocaba correr a nosotros. No nos queríamos imaginar sufrir aquello a
pelo encima de la Maliciosa, había que buscar el bosque cuanto antes.
Nos faltan piernas, con los frontales tan rápido como
podemos emprendemos el descenso, intentando no perder el sendero que nos acerca
al Regajo, la situación se complica por minutos, el ritmo cardíaco se acelera, esta
vez formamos parte del espectáculo eléctrico que se forma a nuestro alrededor,
somos protagonistas en la historia. ¿No querías espectáculo? ¡Toma espectáculo!
Ritmo cardiaco de subida y bajada.
Entre sendero, Regajo, algún canchal perdido, vamos
perdiendo altura, afortunadamente la tormenta se encauza entre la Cuerda de las
Buitreras, sobre la Cuerda de los Almorchones, podemos “sentirla” al otro lado
de los Riscos de la Maliciosa, solo pensábamos en bajar cuanto antes y, al ser
posible, que no nos encontrara.
En menos de una hora estamos en el punto de partida, muchas
veces había subido a la Maliciosa, pero nunca había bajado tan rápido.
Como bien indica el rey de los “cansa-jíbaros”, a la sazón
Buscasombras, este día quedará para la posteridad, como el infierno de Ordesa,
por exceso de confianza.
Anemoi (El triunfo de los hijos de Astreo)
Invocaré a los Anemoi;
pediré su gusto y beneplácito
y los homéricos
Bóreas, Noto,
Céfiro y Euro
vendrán a vengar la fuerza de Eolo.
No habrá vientos menores
rompiendo el caos primogenio;
no habrá fuezas que escapen
al triunfo de los hijos de Astreo.
Y pobre de tí, humano,
si sus horizontes
profanar pretendas.
Invocaré a los Anemoi;
pediré su gusto y beneplácito
y los homéricos
Bóreas, Noto,
Céfiro y Euro
vendrán a vengar la fuerza de Eolo.
No habrá vientos menores
rompiendo el caos primogenio;
no habrá fuezas que escapen
al triunfo de los hijos de Astreo.
Y pobre de tí, humano,
si sus horizontes
profanar pretendas.
"Dioses del Olimpo
borrad de vuestra memoria
al triste mortal
que os rete" .
Eolo invoca,
y al grito de:
"¡Soplad, soplad, thuellai,
Eolo os manda!
¡Esparcid vuestra ira
por doquier el hombre
habite y goce!"
se aprestan los menores
-Coro, Libis,
Cellias, Apelliotes-.
"Marchad, marchad" .
La cólera de los Anemoi
no espera,
será cruenta la batalla.
¡Pobre mortal
que la observas!
Trasgu, 2012.
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